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El pánico a Ciudadanos despierta las viejas divisiones internas del PP

Mariano Rajoy, entre Javier Arenas y María Dolores de Cospedal, en la última Junta Directiva del PP.

Luz Sanchis

Mientras Mariano Rajoy descansaba cuatro días de vacaciones en Doñana, el PP ha entrado en pánico y lo ha demostrado en público. ¿Las causas? La pérdida de 8 escaños en las europeas, el descalabro de 17 diputados menos en las andaluzas y el miedo a las municipales y autonómicas del 24 de mayo con un Ciudadanos cada vez más crecido. La situación ha vuelto a sacar a la luz los trapos sucios de Génova en un nuevo capítulo de las tensas relaciones entre María Dolores de Cospedal y Javier Arenas. La desconexión entre Gobierno y partido tampoco es nueva, como la excusa de los problemas de comunicación para no asumir su parte de responsabilidad en sus respectivas crisis.

Con este panorama, Rajoy ha convocado al máximo órgano del PP mientras no se celebre un nuevo congreso. Los más de 600 cargos que lo forman no se reúnen desde hace dos años, poco después de que saliera a la luz el caso Bárcenas. Esta vez, los barones y los principales dirigentes del PP se verán las caras el martes en plena tormenta interna por una nueva acusación de deslealtad entre su cúpula y unas elecciones a menos de dos meses.

El eterno pulso entre Arenas y Cospedal

A través de sus respectivos entornos, Cospedal y Arenas han aprovechado las vacaciones para tirarse a la cabeza el fracaso de Andalucía. Mediante sus fieles en Castilla-La Mancha, la secretaria general ha hecho valer su posición y ha acusado con poco disimulo a Arenas de intentar desestabilizarla filtrando críticas contra ella. Carmen Riolobos, mano derecha de Cospedal en su región, culpó a “los que perdieron Andalucía o que nunca la han ganado” de aprovechar para poner en cuestión a la secretaria general y tratar de que Rajoy le quite poder.

Otro de los fieles a Cospedal y conocido por su dureza, Agustín Conde, avisaba de que, “gracias a ella, algunos se reconocen en el PP” y hasta se atrevía a decir que Rajoy no podrá gobernar si no es con su apoyo. La respuesta al PP manchego llegó el sábado a través del PP andaluz, donde la mano derecha de Juanma Moreno se refirió a la “guerra de familias o de egos para subir escalones” en la política nacional.

Cospedal no está dispuesta a cargar con las culpas de los malos resultados de Moreno, ya que fueron Soraya Sáenz de Santamaría y Arenas quienes convencieron a Rajoy de que lo eligiera presidente del partido y candidato a la Junta andaluza.

La gestión de la comunicación

La división en el PP y los difíciles equilibrios de poder en su cúpula ya se vieron durante la gestión del caso Bárcenas y la dificultad de explicar la corrupción interna a base de dinero negro constatada en sus cuentas. Cospedal defiende que dio la cara en el momento de mayor crisis y que, pese a sus limitaciones a la hora de expresarse, no suele seleccionar a los periodistas que le preguntan, algo que hace siempre la vicepresidenta cuando comparece tras los Consejos de Ministros.

En el caso de Arenas, sencillamente no da ruedas de prensa. Aunque es el vicesecretario responsable de política autonómica y municipal y estuvo presente en las reuniones de Rajoy con el extesorero para pactar su salida, evita que los periodistas puedan preguntarle más allá de corrillos en el Senado off the record.

En su ausencia, encarga el trabajo a su vicesecretario más fiel, Carlos Floriano, o al coportavoz de la próxima campaña, Pablo Casado. A pesar del poco tiempo que lleva en el cargo, Casado fue el encargado de salir ante la prensa en la noche electoral en Génova y Floriano lo hizo al día siguiente.

Los barones van por libre

Los que más miedo tienen a la situación son los próximos en enfrentarse a las urnas, los alcaldes y barones en el Gobierno. Estos últimos demostraron su interés en poner distancia con el resultado en Andalucía y no asistieron a la última reunión de Rajoy con la dirección del PP para abordarla. En esa cita, la consigna de Rajoy fue respaldar a Moreno en la derrota y seguir trabajando. Nadie se atrevió a hablar más allá de Esperanza Aguirre, que no lo hizo en presencia de Rajoy, pero señaló después que el estigma de Moreno fue haber sido elegido por el dedo de Rajoy. Exactamente el mismo sistema por el que ella es candidata a la alcaldía, solo que con el aval de ser la preferida por el votante del PP madrileño.

Mientras Aguirre se monta su campaña por libre y es la única junto a Cifuentes que no ha caído en el error de menospreciar a Ciudadanos, los presidentes autonómicos y alcaldes diseñan las suyas. Entre los más cercanos a Rajoy, como son Juan Vicente Herrera o Luisa Fernanda Rudi, solo Alberto Núñez Feijóo se mantiene a salvo del reto. Su liderazgo se ha visto reforzado gracias a su papel de delfín oficioso de Rajoy y a que en Galicia no se celebran elecciones autonómicas hasta el año que viene.

El gallego ha terciado en esta crisis para decir que “todo el PP tiene un problema de comunicación porque hace las cosas mucho mejor de lo que las explica” aunque descarta que sea una cuestión “de personas”. También ha asegurado que no cree que el mal resultado en Andalucía afecte al PP en su comunidad.

El Gobierno pone la marcha atrás

Bajo la coordinación de la vicepresidenta, el Gobierno trata de luchar contra la pérdida de votos dando marcha atrás en algunas de sus medidas más impopulares. Junto a la ley de tasas y la reforma fiscal, la rectificación en la atención médica a los inmigrantes sin permiso de residencia ni tarjeta sanitaria ha sido el mayor golpe de efecto. Alfonso Alonso, el ministro encargado de potenciar la “cara social” del Gobierno de Rajoy ha sido el encargado de anunciarlo, como ocurrirá con las próximas ayudas a las madres jóvenes.

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