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The Guardian en español

Johannesburgo se cubre de ropa interior de mujer para protestar contra la epidemia de violaciones

Captura de pantalla de la Web de #sasdirtylaundry

Peter Lykke Lind

Miles de pares de bragas cuelgan sobre las calles de Johannesburgo como parte de una instalación que tiene como objetivo concienciar sobre las tasas de violación que han alcanzado máximos en el país. Ideada por dos supervivientes de asalto sexual, la instalación consiste en cuerdas para tender de 1.200 metros de longitud en las que cuelgan 3.600 pares de bragas (el número de violaciones que se producen cada día, según indican las artistas).

Jenny Nijehuis y Nondumiso Msimanga hicieron un llamamiento público para que la gente donase su ropa interior bajo el hashtag #SasDirtyLaundry y crearon una página de Facebook, Pantiesplea. Después, organizaron puntos de recogida por toda la ciudad.

Carmen Ives, una voluntaria que ayudó con el proyecto, cuenta que cada prenda que se ha donado “habla abiertamente” de la cruda situación que se vive en Sudáfrica. “Cada par significa muchísimo. Me hace pensar que hoy alguna chica está siendo violada en algún lugar”, añade.

Expuesta hasta el domingo, la instalación ha recibido una gran respuesta por parte del público. En Twitter, un ciudadano escribió que el proyecto “es como un movimiento social”. Otro dijo que el proyecto conecta “intensamente con el trauma, el abuso emocional y el asalto sexual”.

¿Qué pasa con las estadísticas?

Sin embargo, la exhibición se ha enfrentado a las preguntas en torno a las estadísticas sobre violación que se utilizan. Aunque no hay duda de que Sudáfrica, con una población de 55 millones, tiene la tasa más alta de violaciones en el mundo, las estimaciones sobre el número de ataques sexuales que se producen cada día varían enormemente. La cifra de 3.600 que da el consejo de investigación médica dista mucho de las 132 que calcula la ONU.

En respuesta a las críticas, Nijenhyus dijo que la cifra era “simbólica” y añadió que tan solo una parte de este tipo de ataques se denuncia a la policía. Lisa Vetten, una investigadora asociada en la Universidad Witwatersrand en Johannesburgo, asegura: “El problema de que se denuncie poco es que no podemos saber si la caída (en las estadísticas recientes) se debe a que se producen menos violaciones o a que menos víctimas lo denuncian”.

“Las investigaciones más conservadoras sugieren que solo una de cada siete víctimas informan de que han sido violadas pero otro estudio indica que esta cifra puede ser incluso mayor”, añade.

Africa Check, una organización que promueve la exactitud en el debate público y en la información, dijo que la cifra de 3.600 permanecía sin haber sido comprobada. “Cuando la gente utiliza estadísticas defectuosas, y tiene voz como en este caso, se olvidan de la complejidad de los problemas y hacen parecer que hay estadísticas válidas, y este no es el caso”, dice tajante Anim van Wyk, editor jefe de Africa Check. “Necesitamos estadísticas mejores para hacer algo en la raíz del problema y ofrecer soluciones”.

Anne Githuku-Shongwe, una portavoz de ONU Mujeres, ha insistido en que el sur de África es “el epicentro de la pandemia de la violencia en contra de las mujeres y las niñas” y que el coste “económico, físico y emocional” de la violencia debe ser reconocido. Además, ha pedido precaución a la hora de utilizar números. “La instalación está bien para poner el problema en el punto de mira pero tenemos que ser cuidadosos de no caer en el sensacionalismo”, concluye.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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