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The Guardian en español

Una guerra entre las dos bandas más peligrosas de Dublín llena de sangre las calles de la capital irlandesa

Policías en el escenario del asesinato de Eddie Hutch, miembro de una de las principales mafias de Irlanda, en Dublín.

Henry McDonald

Dublín —

En el enfrentamiento más duro entre bandas de la historia irlandesa del crimen, hay hombres por la calle que ya están muertos. Mientras una banda internacional del crimen liderada por un traficante de drogas irlandés trata de aniquilar a su rival en la capital, al menos 29 hombres saben que están en una lista de la muerte.

Ya han muerto 15 personas, muchas más han resultado heridas y decenas de familias han sido expulsadas de sus casas forzadas por el miedo y la intimidación durante estos dos años de guerra entre las bandas de Christy Kinahan y Gerry 'The Monk' Hutch. La lucha contra el narcotráfico en Dublín no tiene fin, y se ha intensificado y convertido en un enfrentamiento más y más personal.

The Guardian ha podido saber que el comité policial conjunto en Dublín, que reúne a cargos electos políticos entre los que se incluyen concejales y altos cargos policiales, recibió información a comienzos de año por parte de los investigadores que indicaba que 29 hombres corrían el riesgo de ser asesinados.

A pesar de los llamamientos de políticos, líderes de la comunidad y personalidades de la Iglesia para que termine el derramamiento de sangre, el cártel de Kinahan parece decidido a eliminar por completo a la banda de Hutch y a cualquiera que perciba como leal a esta banda.

Esta guerra a tiros se ha producido en zonas como Sheriff Street, en el centro de Dublín, no muy lejos de la calle principal de la ciudad, O'Connell Street, lo que ha hecho que la policía la esté vigilando las 24 horas del día. Agentes armados se apostan frente a las casas de los asociados de Hutch. Patrullas similares se han desplegado en las zonas consideradas como los bastiones de la banda de Kinahan, en lugares como Crumlin y Ballyfermot, al sur del río Liffey.

La disputa, que comenzó en septiembre de 2015 cuando el sobrino de Hutch, Gary, fue eliminado en España, atrajo la atención mundial a comienzos de 2016 cuando los hombres de Hutch lanzaron un “espectacular” ataque de venganza en la presentación con el pesaje de un combate de boxeo en el hotel Regency en el norte de Dublín.

La banda de Hutch intentó matar a un gran número de personas a las que creían vinculadas con Kinahan desplegando a dos atacantes vestidos como policías que llevaban fusiles de asalto AK-47. Otro pistolero, que llevaba una pistola automática frente al hotel, se hizo pasar por una mujer.

Las cámaras de seguridad del hotel y la cobertura en directo del pesaje captaron el asalto armado al completo. Las imágenes de personas huyendo, ciegas de pánico, de los hombres que llevaban chalecos de policía amarillos y que iban aferrados a sus kalashnikovs se vieron por todo el mundo. David Byrne, uno de los 'soldados' de Kinahan, murió tiroteado.

Murieron dos personas inocentes

Pero la contraofensiva “espectacular” terminó siendo todo un fracaso para la banda de Hutch. En la siguiente disputa, la banda de Kinahan, cuyo líder se mueve entre sus propiedades en España, el norte de África y Dubai, ha sido el responsable de 13 de 15 asesinatos. Entre los muertos hay dos civiles que murieron al ser relacionados por error con la banda de Hutch.

Derek Coakley-Hutch, sobrino de Hutch, fue la última víctima. Le dispararon el mes pasado cuando estaba sentado en un coche cerca de la prisión Whearfield de Dublín. En ese momento, el joven de 27 años y sus compinches estaban implicados en el intento de lanzar un paquete de drogas por encima del muro de la prisión.

Jimmy Guerin, concejal del condado de Dublín, ha estado haciendo campaña contra la omnipresente influencia de las bandas criminales desde que su hermana Veronica fue asesinada a tiros por orden de un criminal condenado por tráfico de drogas en el año 1996.

Guerin dice que, paradójicamente, el número de crímenes ha caído en algunas de las zonas calientes a medida que las disputas se han intensificado y la policía ha sido desplegada las 24 horas del día.

“Este estallido de violencia no solo tiene que ver con las drogas”, dijo Guerin. “También es sobre el choque frontal de dos personalidades y un profundo rencor”.

En respuesta a la indignación pública en torno a la muerte de Veronica Guerin, el Estado irlandés fundó el Criminal Assets Bureau en 1996. El CAB recibió una serie de poderes sin precedentes para quedarse con los activos y las riquezas de los sospechosos de ser criminales de alto rango y esto llevó a muchos criminales de la cúpula de las bandas a huir del país. Algunos de ellos culparon enfurecidos a la banda de Gilligan por “cruzar la línea” al matar a una periodista y hacer que el Estado centrase toda su atención en sus operaciones.

Las autoridades irlandesas se han incautado de drogas y armas por valor de millones de euros y también dinero en efectivo en la lucha contra las bandas, pero Guerin considera que podría haberse hecho más.

“Tiene que traer de vuelta a policías más experimentados que están ya retirados y adoptar un enfoque más integral para abordar la cultura de las bandas en Dublín”, asegura.

No solo hay que contener las zonas peligrosas

Guerin elogia a la policía por mantener una vigilancia constante de las zonas más peligrosas, una medida que, en su opinión, ha salvado vidas. “Pero aunque puedan frustrar muchos ataques, otros van a seguir produciéndose, sobre todo porque la banda de Kinaham tiene los recursos para pagar a jóvenes delincuentes para que lleven adelante sus golpes. Gasta decenas de miles de euros y se ofrece a saldar las deudas de adictos y pequeños delincuentes si atacan a cualquier persona conectada con la banda de Hutch”.

La circunscripción de otro concejal, Mannix Flynn, incluye algunas de las zonas deprimidas del sur de Dublín que se consideran más leales a la banda de Kinahan. Se ha llegado a expulsar a cualquiera que remotamente tenga algún vínculo o se piense que lo tiene con la familia Hutch.

A diferencia de otras disputas previas entre bandas de Dublín, añade Flynn, no hay “una comisión al estilo de la mafia” que ofrezca un mecanismo de mediación a las bandas para que resuelvan sus diferencias.

“Este conflicto, y me entristece decirlo, va a durar mucho. No hay proceso de mediación ni nadie en ninguno de los dos lados dispuesto a escuchar. Esto está muy lejos de las negociaciones, es una lucha a muerte”.

El campo de batalla se ha extendido incluso a las prisiones de máxima seguridad de Irlanda. Los condenados con vínculos con ambas bandas tienen que alojarse en módulos separados y las autoridades de prisión deben tener constancia de su pertenencia a una banda para evitar confrontaciones.

En las zonas en las que se está librando esta guerra el clima de miedo impregna la vida de estas comunidades.

“En algunos pubs y clubes, ya sea en el sur o en el norte de Dublín, hay gente que se levanta y sale nada más ver a ciertas personas puedan estar amenazadas o involucradas en la guerra de bandas. El miedo está por todos los sitios en esas comunidades y nadie se siente a salvo ahora mismo”, reconoce Flynn.

Según un policía veterano que habló con The Guardian, el enfrentamiento terminará solo cuando uno de los dos jefes muera.

El policía confirmó en Dublín que, desde sus diferentes bases en toda Europa, África y Oriente Medio, Kinahan ha ofrecido una recompensa de varios miles de euros a quien rapte y asesine de una manera lenta y dolorosa a su rival.

Tal recompensa refleja el nivel de odio de Kinahan hacia Hutch, asegura, pero también hay algo un tanto más racional: acabar con Hutch y su banda también tiene sus razones económicas.

“Durante décadas, la banda de Gerry Hutch tenía el control de las rutas de contrabando con base en el puerto de Dublín. El cártel de Kinahan siempre ha querido tener el control de esa red. Si consiguiese derrotar a la banda rival, se haría con ella. En toda esta matanza hay algo más que una venganza sangrienta, aunque también es importante. Los Kinahan tienen más de una razón para continuar con esta guerra hasta ganarla”.

Traducido por Cristina Armunia Berges

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