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La economía de la sumisión de la mujer y los fetos deformes

Rosa María Artal

Por fin conocemos el proyecto de país que tiene en mente el PP. Si las sociedades civilizadas y prósperas apuestan por la investigación y la ciencia, el Gobierno ha destrozado ese futuro con los drásticos recortes aplicados a cuanto huela a conocimiento. Eurovegas se les ha hundido, y por más que insisten en inflar de nuevo la burbuja inmobiliaria –madre de nuestros quebrantos–, la sociedad exhausta no da más de sí.

Los fondos buitre y las familias china, rusa y venezolana a las que están vendiendo los inmuebles, empresas y espacios públicos son armas de doble filo, y toda subasta tiene un final. Nos preguntábamos sin cesar –dado que la esclavitud laboral no es fuente de auténtica prosperidad– en qué basaba el Partido Popular la pretendida recuperación de España. Ya lo sabemos: el PP apuesta por la economía de la sumisión femenina y los fetos deformes.

El Ministerio de Justicia ha redactado una memoria de impactos de la ley del aborto, según informa Dos aspectos fundamentales destacan en ella: vuelve a considerar a la mujer un envase o útero para desarrollar embarazos –propio del franquismo– y aporta la gran novedad de asegurar que la reforma del aborto tendrá un efecto positivo en la economía –el enganche neoliberal–. De este modo, Alberto Ruiz-Gallardón resume lo que es toda la ideología del PP.

Muy flagrante es obligar a la mujer a un vía crucis de médicos para decidir qué quiere hacer con su vida –ha motivado hasta protestas internacionales–, pero es imprescindible atender también a la otra vertiente del gancho: traer al mundo niños, incluso con graves malformaciones, da dinero. Y, junto al dios castrador de los beatos de esta cuerda, el dinero lo es todo. El dinero sentado a la derecha del Padre. Todo vale, someter a las mujeres, recortar derechos, causar sufrimientos innecesarios, condenar para siempre a seres humanos a una infravida, si la economía prospera.

Quienes proponen y quienes aceptan este planteamiento muestran su calaña. Es estar dispuestos a originar cualquier daño con tal de lucrarse. No dejamos de insistir: destruir para luego construir genera actividad económica, pero las sociedades humanas –incluso muchas animales– se rigen por otros valores. Suelo citar el artículo que en 1729 escribió Jonathan Swift, titulado “Una modesta proposición”, para acabar con el hambre en Irlanda. Ésta era la base de su argumentación:

“Me ha asegurado un americano muy entendido que conozco en Londres que un tierno niño sano y bien criado [por supuesto pobre, hijo de mendigos] constituye al año de edad el alimento más delicioso, nutritivo y saludable, ya sea estofado, asado, al horno o hervido; y no dudo de que servirá igualmente en un fricasé o un ragout”.

El artículo fue un auténtico revulsivo en su época, operó cambios. Ahora habría quien incluso dudaría de la bondad de la “modesta proposición”.

No es cierto que la reforma del aborto mejore la economía. ¿Cómo? De seguir el Gobierno del PP o similares en el poder, al bebé con malformaciones congénitas lo dejarían tirado en cuando ya fuese realmente un ser humano que abre los ojos al mundo. ¿Cómo, entonces? ¿Creando puestos de trabajo como cuidadores de dependientes? Si también han dado el tajo a ese subsidio que implantó Zapatero y nunca quisieron. Cómo gustan en la vieja derecha española las dependientes niñas chicas de Los Santos Inocentes.

En toda transacción entre poder y subordinados hay que estar atento a sus fundamentos: prohibir cosas a A beneficia a la economía de B. Nunca son los mismos A y B. El PP vela por los intereses de B.

El Gobierno, en su borrachera de poder, está dando muestras de algo que se parece a la enajenación mental. Una de sus ministras confía la política de empleo a la Virgen del Rocío; otro, la recuperación económica a Santa Teresa. Los insultos de su plana mayor a la inteligencia y a la decencia han asistido a una aceleración. El presidente de Madrid, Ignacio González, ante su derrota frente a la #mareablanca, afirmando sin pudor que él ha cosechado un éxito porque así los ciudadanos nos hemos concienciado de la importancia de la sanidad pública. Y el inefable Gallardón, con una ley que costará entre en vigor tal como está (por puro interés electoral, podrían modificarla), contando que la degradación de la mujer y el sufrimiento de muchas personas es bueno para la economía.

Hay otra pregunta clave: ¿planifica el PP todas sus actuaciones económicas con el mismo rigor que ha exhibido en su memoria de los impactos de la reforma del aborto? No falta, pues, un detalle para explicar este caos.

Hoy, la #mareablanca, precisamente, al parar la privatización de nuestros hospitales en Madrid, ha demostrado que #sísepuede y que el empeño y la valentía logran cambios. En ese pulso estamos.

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