Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Un millón de amas de casa con ganas de incordiar

Juan Rosell y el expresidente José María Aznar. \ Efe

José María Calleja

Ahora resulta que son las amas de casa, y los amos de casa, los culpables de las cifras de paro. Dice el jefe de la patronal española que nada menos que un millón de amas de casa se han apuntado a las listas del paro y que, claro, así no hay quien mejore las cifras.

No nos dice Rosell si las amas de casa se apuntan al paro por incordiar, por echar la mañana haciendo unos papeles en la oficina de la esquina, o por hacer la puñeta a las encuestas y desmentir esa vibrante recuperación económica que a bombo y platillo nos dicen que vivimos. No nos dice ni siquiera que es probable que esas mujeres y hombres se apunten al paro porque necesitan trabajo, como lo necesitan seis millones de españoles.

No dice nada Rosell del medio millón de extranjeros que han tenido que irse de España por no tener trabajo y que me imagino que habrán causado, o causarán, baja en las listas del paro. Esos inmigrantes que contribuyeron a crear riqueza cuando vinieron a nuestro país y que han vuelto a su tierra de origen con un grado de frustración que no sé si las estadísticas son capaces de reflejar.

Inmigrantes que eran población joven, en edad de trabajar, en edad de tener hijos que hubieran rejuvenecido una población que envejece a pasos agigantados y en la que parir empieza a ser una decisión heroica para muchas españolas, en paro o precariedad, amas de casa o no.

Tampoco dice nada Rosell de los jóvenes españoles que se han apuntado a la “movilidad exterior” de Bañez, más conocida como emigración, y que, por tanto, tampoco se han inscrito en las listas del paro para inflarlo. Ni una palabra, oiga, de los 80.000 españoles –nacidos en España o inmigrantes nacionalizados– que han salido de España a buscarse la vida y que no son contabilizados como parados.

Por no decir, Rosell no cita a los españoles que trabajan por menos de los 645 euros del salario mínimo. Esas mujeres y hombres que cobran 250, 300, 400 euros, y que no figuran como parados, ni como precarios, ni como frustrados.

El alivio de la presión demográfica está siendo de tal nivel, la salida de gente a chorro es de tal envergadura, que no deberíamos de extrañarnos si algún día el paro se arregla por la vía de incomparecencia de los parados. Cuando todos los que no tienen trabajo hayan decidido movilizarse en el exterior, es estadísticamente probable que el paro se acabe.

Mientras, a los que se están temiendo que pronto se vayan al paro, se les anuncia que deberán pagar parte de la indemnización menguante que reciban. Mientras, ese laboratorio de ideas que es FAES nos anuncia que pronto se acabará el salario mínimo y que las prestaciones por desempleo han hecho que mucha gente se haya parado por encima de sus posibilidades. Nuevos recortes a la vista.

¡Ah!, tampoco ha dicho nada Rosell de Díaz Ferrán, su antecesor en el cargo, encarcelado por robar, entre otros, a los inmigrantes que compraron un billete de avión en su compañía aérea y que se quedaron en tierra.

Etiquetas
stats