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Opinión - El problema de los tres gorros. Por Elisa Beni

Mi gran noche electoral (contiene spoilers)

El PP gana las elecciones pero le costará gobernar en numerosas ciudades

Isaac Rosa

Como no podía aguantarme las ganas de saber qué pasará el 20D, he viajado al futuro. Nada, un saltito en el tiempo de un par de días, hasta la noche del domingo, para ver cómo pinta. Y aquí estoy, de vuelta al presente, para contarles lo que he visto.

Pero como suele decirse al hablar de pelis y series, aquí debe figurar un gran luminoso que diga:

OJO, CONTIENE SPOILERS

Así que ya saben: quien quiera vivir la gran noche del 20D, la madre de todas las noches electorales, con toda su emoción, intriga y dolor de barriga, deténgase aquí, no siga leyendo. Pero si prefieren calmarse la ansiedad demoscópica y disfrutar una noche sin sobresaltos, ahí va mi relato del 20D:

El día transcurrirá con normalidad. Ya sé que suena tópico, pero a la hora de cierre de los colegios habremos escuchado unas trescientas veces eso de “la jornada transcurre con normalidad”. Sin incidentes, no faltarán las habituales anécdotas que los medios 'copypastean' de unas elecciones a otras: el presidente de mesa que llegó borracho, el primer pueblito que terminó de votar por la mañana, y todas esas fotos curiosas que deja la “fiesta de la democracia” (sí, esta también se repetirá en cada boletín informativo), además del momento en que cada líder vota y hace un llamamiento a la participación. Lo de todas las elecciones, vaya.

Ah, la participación. Esperaremos los puntuales avances de datos, y nos dará un vuelco el corazón al ver que aumenta mucho respecto a 2011, aunque nos tranquilizaremos al ver que está en la línea de otras elecciones que también fueron muy disputadas.

Mención aparte las redes sociales. Les daré un consejo de amigo: si quieren pasar un día tranquilo, desconecten el Twitter y demás, porque ese día “arderán” a lo loco. Unos y otros difundirán que las papeletas de tal o cual partido se están acabando, mientras circulan encuestas clandestinas a pie de urna y bulos de todo tipo.

Por fin, llegarán las ocho. Todos clavados ante el televisor, o dándole compulsivamente al F5 para ver los sondeos a pie de urna. Ahí tendremos el primer sobresalto, alegría para unos, susto gordo para otros. Las redes entrarán en ebullición, mientras los comentaristas y portavoces políticos repiten eso de “hay que esperar a los resultados oficiales”.

Por fin, el ministerio de Interior empezará a difundir datos. Serán porcentajes muy bajos y con resultados absurdos, pero alguno se agarrará ya a ellos como tendencia, mientras por redes y mensajería nos llegan recuentos de mesas de barrio.

En poco tiempo el recuento oficial llegará ya a un porcentaje aceptable. Algunos se precipitarán a celebrarlo, y hasta un portavoz político dirá palabras que acabará tragándose horas después ya que, como recordarán los enterados, primero se cuentan las grandes ciudades y luego los pueblos (¿o era al revés?). En efecto, según avancen los minutos, los resultados se irán alejando cada vez más de las “israelitas”. El entusiasmo de unos se enfriará al mismo ritmo que llega el alivio a otras casas.

La noche será muy larga, con escaños bailando por pocos votos. Yo empecé a dar cabezadas cuando el partido vencedor había ya salido al balcón y en otra sede había gente llorando. Me perdí los discursos de los líderes, porque tenía que estar de vuelta en el presente antes de la una, para no entrar en paradojas cuánticas que luego no hay quien arregle.

En fin, que así será la gran noche electoral, ya lo saben. ¿Qué? ¿El resultado? ¿Quieren saber quién gana y cuántos escaños saca cada uno? Venga ya, y qué van a dejar para el domingo. Ah, ya, ustedes son unos listos que quieren ganar la porra de la oficina. No, no les voy a contar el resultado exacto, porque entonces podrían votar diferente, y cambiaríamos el futuro iniciando una serie de estropicios espacio-temporales de esos que al final matas sin querer a tu madre y te quedas sin nacer.

Pero sí les doy algunas pistas, para calmar la ansiedad. El PP ganará las elecciones. Sacará más votos de lo que dicen las encuestas, y además se beneficiará de la fragmentación de sus perseguidores, consiguiendo más escaños de los previstos. El PSOE recuperará algo del voto oculto que hoy llamamos indecisos, y aunque sacará el peor resultado de su historia reciente, querrá venderlo como un éxito. Detrás irá Podemos, con un resultado buenísimo, como para sacar pecho, pero que sabrá a poco por haberse creído las encuestas de última hora. Sus números serán espectaculares allí donde hay confluencia, y más discretos en el resto de provincias. Y luego, bastante más atrás y muy perjudicado por el reparto de escaños, Ciudadanos, que esa noche entregará al PP buena parte de los votos que durante meses ha conservado calentitos. Ah, y Unidad Popular-IU, que conseguirá sobrevivir con dignidad, lo que ya es mucho viendo cómo estos días echa humo la centrifugadora (o “centripetadora” más bien) del voto útil.

Ea, pues ya está todo dicho. Que disfruten la gran noche electoral.'

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