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Sobre este blog

Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.

Estamos presentes en casi todos los países del mundo, y somos independientes de todo Gobierno, ideología política, interés económico o credo religioso.

Pekín 2022, o cómo pasarse la libertad de expresión por los aros

Una mujer uigur en la región noroccidental china de Xinjiang. En la región de Xinjiang la minoría uigur está acosada por la vigilancia y las detenciones masivas

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El gobierno chino se ha quitado los guantes y los complejos quizá. Lo que permanece inalterable son las violaciones de derechos humanos, no solo de las personas que viven en China sino ahora incluso también de los y las deportistas olímpicos extranjeros que compiten. Han hecho una pirueta a la Carta Olímpica, que defiende “el respeto por los principios éticos fundamentales universales”, que bien podría competir en los saltos de esquí que se celebrarán en Zhangjiakou.

Así, durante las próximas semanas, la capital China acogerá a atletas, personal diplomático y funcionariado de todo el mundo. Los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín que comienzan hoy prometen ser un espectáculo deportivo memorable, que se espera funcione con gran precisión y belleza como lo fueron los primeros. Pero el telón de fondo será el oscuro historial de abusos, y eso no lo borran ni los coloridos aros olímpicos. Es imposible blanquear el encarcelamiento injusto de periodistas y activistas, desaparición de abogados, represión e intento de sometimiento contra las etnias tibetana y uigur, miles de ejecuciones cada año y la tortura y los malos tratos.

Con lo fácil que sería hacer las cosas diferente y que el gobierno chino pudiera relajarse y no estar pendiente de todas las conversaciones, casos judiciales, construyendo centros de reeducación para minorías musulmanes (con el esfuerzo económico y el sufrimiento humano que hay detrás de esto), esquivando críticas de prensa internacional, personal diplomático (pocos) y organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional.

¿Que una deportista de élite conocida a nivel internacional denuncia un caso de acoso sexual? El gobierno chino podría aparentar, y tirar por lo fácil: hacer que se investigue su denuncia, se tomen cartas en el asunto, ponerse la bandera de defensor de las mujeres, apuntarse el tanto del MeToo... La tenista Peng Shuai se lo agradecería, las mujeres chinas se lo agradecerían. Pero no, las autoridades chinas comenzaron negándolo todo, borraron las publicaciones en redes sociales de una reconocida deportista y montaron el paripé de una reunión por videollamada con el presidente del Comité Olímpico Internacional sobre la que siempre va a recaer la sospecha. Qué farragoso, cuánto trabajo y qué poca rentabilidad le da este comportamiento. No compensa.

¿Que te fastidia que una periodista dé al traste con tu versión oficial del COVID? No hay que ponerse así. Todos los países del mundo se las han visto y deseado para controlar el virus y no por eso encarcelan, aislan y condenan a las personas que sacan a luz la información. La periodista Zhang Zhan está muy mal de salud pero su determinación crece con el mal trato que le dan en la cárcel. Es lo que tiene saberse con la verdad, se sacan fuerzas de donde no las hay. El oscurantismo de su detención, que aparezca a 600 kilómetros de donde desapareció, su juicio manifiestamente injusto, una condena a cuatro años es realmente llevar la intolerancia hacia cualquier crítica hasta un punto muy extremo.

¿Qué decir sobre su trato hacia las personas tibetanas o uigures? La represión en el Tíbet siempre fue mas mediática –tenían hasta actores de Hollywood como Richard Gere que llevaban su lucha a foros internacionales- pero la de la minoría musulmana en esa zona extrema de China es un trabalenguas hasta para cualquier periodista al que quieras vender la noticia. Uigures se confundía con yogures y da lugar a situaciones bastante surrealistas, como todavía cuenta algún veterano de Amnistía Internacional. Ahora ya no hay tanto problema con el nombre porque el gobierno chino se puso a construir centros para recluir allí para hacerles “más chinos” a las personas de esta etnia. Allí se les tortura, maltrata, sometiendo a adoctrinamiento masivo y forzado a decenas de miles de personas. La descripción recuerda inevitablemente a otros centros en los tiempos más oscuros de la historia europea. ¿Es tan grave dejar a unas personas disfrutar de su diferencia cultural, su idioma, sus costumbres, su forma de vestir, sus hábitos milenarios? ¿Es realmente necesario condenar a cadena perpetua (echando aquí el resto) contra un intelectual, profesor universitario uigur como Ilham Tohti, que incluso ha recibido un premio en Europa por sus intentos de crear puentes entre las cultura han y uigur?

La cosa tiene fácil remedio, y aquí desde Amnistía Internacional le proponemos cómo dar el primer paso. Para empezar libere a la periodista Zhang Zhan, al monje tibetano Rinchen Tsultrim, al profesor uigur Ilham Tohti y a Li Qiaochu, defensora de derechos humanos. Y luego podemos seguir hablando, que tenemos una lista bastante extensa de medidas que fácilmente podrían tomarse. Ya verá que una vez que se empieza a hacer las cosas bien es mucho mas fácil todo y les van a quedar unos juegos de verdad inolvidables, y con unos aros olímpicos aún más coloridos.

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