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Los padres adoptivos de Maloma viajaron al Sáhara para negociar la liberación de su hija

Fotografía tomada durante el viaje de la familia adoptiva al Sáhara a ver a Maloma

Alejandro Ávila

El uno de octubre, José Morales y Mª Carmen de Matos tomaron un vuelo con destino a Tinduf. Habían conseguido por fin el visado y el visto bueno de las autoridades argelinas y saharauis, para encontrarse con su hija adoptiva: Maloma Morales, la ciudadana española de origen saharaui secuestrada en el Sáhara hace justo un año.

Desde hace dos meses, el matrimonio Morales de Matos ha guardado silencio. Fue el pacto acordado entre el gobierno español, el saharaui, las familias y la tribu de Maloma para que ésta pudiera regresar a España. 45 días de silencio, que Pepe y Mari Carmen decidieron ampliar a 60.

El 5 de diciembre terminó el plazo. Maloma no ha vuelto y Pepe ha decidido romper su silencio en una fecha clave, el 5 de diciembre, justo cuando, un año atrás, voló con Maloma al Sáhara para visitar a su familia biológica.

Así fue el viaje

En su bar de Mairena, a escasos metros de la piscina donde Maloma pasaba las horas, Pepe Morales atiende a eldiario.es/andalucia, mientras clientes, familiares y empleados se solidarizan casi invisiblemente con un padre que lleva un año luchando por la libertad de su hija y trata de mantener la claridad mental con largas rutas en bicicleta.

Pepe narra así aquellos días de otoño en los que regresó al desierto para intentar poner fin al secuestro de su hija adoptiva. “La reunión con la familia biológica de Maloma tuvo lugar el domingo 2 de octubre a mediodía. Estaban ella, sus hermanos, su madre biológica y sus tías. Maloma vestía una melfa verde. Tanto ella como mi mujer se echaron al llorar al verse, yo contuve las lágrimas. Nos dio muchísima alegría volver a vernos, pero Maloma siempre nos pedía que hubiese alguien (de su familia biológica) a su lado. En ningún momento, pudimos estar a solas o mantener una conversación en profundidad con ella”.

Desde los campamentos y las autoridades saharauis, se ha insistido en que Maloma es libre y no está secuestrada. La propia Maloma lo desmintió este verano en una sede de la ONU: quiere volver a España. Pepe la vio “cambiada, sumisa y cautiva. Ni es libre ni es la Maloma de hace un año. Físicamente la vi más delgada y psicológicamente la vi fuerte... creo que simplemente está superviviendo”.

Justificación de la violencia

El lunes 3 de octubre, segundo día en tierras saharauis, se produjo una reunión con representantes de ambos gobiernos y ambas familias. Según el relato de Morales, el jefe de la tribu agradeció la educación que el matrimonio le había dispensado a Maloma desde los ocho años hasta la mayoría de edad y se disculpó por la situación. El imán, cuenta Morales, llegó a justificar la violencia empleada contra Maloma durante el secuestro como parte de sus costumbres. “Cuando pregunté cuándo podría volver Maloma, no me contestaron”, alega.

Como les han advertido expertos en secuestros, Maloma transmite las palabras de sus captores cuando habla con ellos por teléfono o en situaciones como ésta (rodeada por una veintena de miembros de su tribu), donde no puede hablar con libertad.

Es así como explican sus padres adoptivos que la joven vecina de Mairena del Aljarafe asegurara, carta en mano, que no está secuestrada, que su familia biológica no la maltrata y que “quiere volver, cuando todo se tranquilice”, contradiciendo lo dicho en la sede de la ONU.

Aunque les aseguraron que Maloma tendría su propio móvil para comunicarse con ellos, nadie le ha entregado aún un teléfono propio. Todas las comunicaciones se han producido hasta el momento mediante móviles ajenos y rodeada de familiares que vigilan sus palabras. “Al principio (en estos sesenta días) hablábamos dos veces a la semana, pero luego hemos estado hasta 12 días sin hablar con ella. Ahora lo hacemos una vez a la semana”, cuenta Morales con pesar.

Maloma les manifestó aquel 4 de octubre que volvería “dándonos una sorpresa”. En su última llamada, en cambio, les manifestó “que no podría volver a España hasta que no recuperara su reputación. Hemos esperado dos meses, que me parece un tiempo prudencial, y creo que Maloma no va a volver, porque la familia no la va a dejar salir nunca”.

Un año del secuestro de Maloma

El próximo lunes 12 de diciembre se cumplirá un año de la fecha en la que su hermano mayor, Mohamed Lamin, la secuestró e introdujo a golpes en un coche, según el relato de Morales. Desde entonces, la joven española de origen saharaui se encuentra privada de libertad a manos de sus propios familiares en el campo de refugiados saharauis de Tinduf (Argelia). Durante el año de secuestro, se han sucedido las negociaciones diplomáticas, las recogidas de firmas, las manifestaciones, las declaraciones, el citado encuentro en tierras saharauis y hasta una liberación fallida.

De momento, las esperanzas están puestas tanto en los movimientos que haga el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, como en el Congreso de los Diputados, que dio su primer apoyo a los Morales de Matos y a otras familias de mujeres saharauis secuestradas.

Al Frente Polisario se le ha pedido una intermediación como autoridad competente en la zona. Sin embargo, la propia delegada saharaui en España, Jira Bulahi en eldiario.es/andalucía, afirma que el secuestro de Maloma es “algo puntual entre dos familias” y que “yo no decido por otros en su casa pero sí puedo opinar, contribuir, aportar, intercambiar”. La familia adoptiva asegura que el Polisario les ha exigido silencio desde un primer momento. Aún así, el Frente Polisario ha autorizado el viaje al Sáhara de los Morales.

Libertad de circulación

Human Rights Watch se opone a dicha postura y ha manifestado en varias ocasiones que el Frente Polisario, como autoridad gubernamental en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, es responsable de que se cumplan la ley y los derechos humanos.

Así, han manifestado que “retener a un adulto contra su voluntad equivale a privación ilegal de la libertad, independientemente de si los captores son familiares que sienten un profundo afecto por esa persona. El Polisario debería asegurar que estas mujeres puedan ejercer su libertad de circulación y que los actos pasados y futuros de privación ilegal de la libertad sean castigados como delitos”.

Apoyo de la ONU

Por su parte, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha intercedido no sólo por Maloma, sino por otras jóvenes saharauis con permiso de residencia en España como Darya o Nadjiba, quien califica los suyos como “los casos de tres jóvenes mujeres retenidas contra su voluntad por sus familias en los campamentos de refugiados a lo largo de diferentes períodos. El Sr. Abdelaziz (el fallecido expresidente saharaui) prometió prestar especial atención a la resolución de dichos casos, y me recordó que ya se habían puesto en marcha los procesos correspondientes”.

Las asociaciones prosaharauis, que en este momento se encuentran en los campamentos, no han respaldado con claridad el regreso de Maloma y el resto de mujeres retenidas contra su voluntad. El pronunciamiento más importante ha sido el de la asociación de Córdoba, Acansa, que ha alzado la voz para criticar “el silencio cómplice” del resto de agrupaciones.

Mientras tanto, Pepe Morales sigue pedaleando para no caer de esta otra bicicleta, cuya meta es el regreso de su hija. Maloma ha recibido, entre tanto, un juego de cartas, un dominó, un parchís y una caja de bombones para pasar los días que aún, parece, le quedan en el desierto.

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