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ENTREVISTA – Teólogo congoleño y sacerdote en España

Agustín Kalamba: “Explotar la Amazonia es dañar no sólo a los árboles, sino a Dios”

Agustín Kalamba, autor de “Una ecología teo-lógica para la salvaguarda de la creación”.

María Iglesias

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Ha tenido que venir del corazón de África, la República Democrática del Congo, quien defienda la primera tesis doctoral de la Facultad de Teología san Isidoro de Sevilla hace poco emancipada de la Universidad de Granada. Es Agustín Kalamba Mupoyi, vicario parroquial en la Inmaculada Concepción y capellán de las Clarisas en Alcalá de Guadaíra (Sevilla), quien llegó cinco años atrás a Andalucía sin saber una palabra de español y este 6 de junio logró sobresaliente cum laude, por un trabajo académico calificado de “magistral y brillante” y que afronta la urgencia de reaccionar ante el deterioro medioambiental.

¿Qué aporta frente a las emisiones de CO2, a la ola de calor con 500 muertos en Canadá y EEUU, a las inundaciones mortales en Europa central y China o al deshielo de los polos la investigación Una ecología teo-lógica para la salva-guarda de la creación? La propuesta –a partir de la comparación de la obra en siete tomos Dios para pensar del teólogo belga Adolphe Gesché y de la encíclica Laudato si’ (2015) del Papa Francisco– de que los creyentes abandonen el antropocentrismo heredero de la Edad Media y se asuman una criatura entre todas, la encargada de cuidar el mundo donado por un Dios que al tiempo lo habita y que, por tanto, sufre el ecocidio.

Una tesis “que conecta con la Teología de la Liberación”, según su co-director, Luis María Salazar de la Universidad de Granada, “en el sentido de que no basta conocer el mundo, sino que hay que promover su cambio”. Y en cuya defensa, ante un tribunal presidido por Juan José Asenjo en el último acto de su etapa como arzobispo de Sevilla, se expuso que Dios vive en la tierra porque ésta es, además de casa común de los seres vivos, morada del logos, el Verbo divino y el lugar donde el humano se salva.

¿Cuándo y por qué llega a Sevilla?

Mi obispo de Kananga decidió mandarme a cursar el máster en Teología en 2016. Llegué aquel agosto sin saber nada de español para estudiar en el que entonces era Centro de Estudios de Teología afiliado a la Facultad de Granada.

¿Traía ya el tema de la tesis? ¿Por qué lo eligió?

Yo, en Congo, hice mi grado de Teología muy interesado por el pluralismo religioso. Mi TFG fue: La relatividad del cristianismo en el concierto de las religiones, según Claude Geffré. Aquí quería seguir investigando la cuestión, pero enseguida noté que era muy polémica para la escuela teológica española donde los puntos de vista son todavía muy conservadores, el pluralismo religioso es poco asumido y algunos profesores sostienen puntos de vista antiguos, teológicamente indefendibles. Así volví mi atención a la poco conocida Teología de la Creación de Adolphe Gesché sobre la que hice mi tesina en 2018. En la tesis, hago dialogar a Gesché con la encíclica Laudato si’ (2015) del papa Francisco, la primera dedicada en exclusiva a la ecología.

¿Por qué su respuesta a la crisis climática es hacer el mundo más teo-lógico?

La crisis ecológica es multidimensional pero, para mí, en cierta medida viene del ateísmo en el sentido de que “muerto Dios” el hombre ve la naturaleza como mero almacén de bienes que puede usar como quiera al ser él su dueño supremo. Pasa de la libertad al libertinaje, al creer que puede hacer con ella lo le dé la gana. Pero también discrepo de quienes quieren conservarla como patrimonio para generaciones venideras. Frente a ello yo propongo reteologizar el mundo, entenderlo como creación de Dios, casa común de todas sus criaturas, el ser humano entre ellas, con un papel de cuidador, no de propietario.

La naturaleza no es un mero almacén de bienes que podemos gastar o conservar para que otras generaciones los hereden. Es obra y morada de Dios y, como tal, debe ser protegida de forma activa por los creyentes

¿Qué aspectos destaca de su investigación?

Adolphe Gesché establece que la tierra es morada de todas las criaturas, pero también hogar de Dios pues vive en todas ellas y sufre cuando son dañadas. Y además es el lugar de la salvación humana. Así que la salvaguardia de la creación es salvaguardia de la salvación. La encíclica de Francisco, por su parte, no es sólo social, sino también dogmática sobre cómo Dios está en su creación y por eso, desde la perspectiva del creyente, es fundamental protegerla. Yo, a la luz de todo ello, propongo una ecología teo-lógica que ofrece como alternativa al antropocentrismo, una concepción del mundo como un don, una casa común que hay que salva-guardar con tres virtudes eco-teológicas.

¿Cuáles?

La gratitud ante lo recibido, el reconocimiento de que como animales distintos al resto en nuestra consciencia somos los responsables de cuidar la naturaleza y, en tercer lugar, la serenidad. Ojo, no en el sentido desmotivador de pensar: “como creo en Dios y él no va a abandonarnos, sigamos de brazos cruzados”. No, hay que actuar. Pero con la fe y confianza de que, aunque el calentamiento global del planeta hiciera que todas las especies vegetales y animales desaparecieran, el ser del mundo no se aniquilaría, es algo ontológico que no depende de actores externos sino del Creador. Él está en la creación. En formas que algunos llamarían “energías positivas” y a las que la tradición designa como “el Verbo”.

¿Por eso dice que hay que actuar con “urgencia” pero “sin ser apocalíptico”?

Sí. No hay que ser apocalíptico en el sentido del lenguaje ordinario, de temer que todo va a desaparecer. Primero, porque la evolución ya está llena de extinciones seguidas de adaptaciones y surgimiento de especies nuevas, pero además, porque los que creemos en Dios confiamos en que el ser del mundo no acabará. Sin embargo, en la Biblia el concepto de lo apocalíptico no alude al fin total del mundo, sino al contrario, a la salvación en el sentido de que el lenguaje apocalíptico es una llamada de atención sobre un desastre a evitar. Eso sí, digámoslo: “Cuidado, vamos en el rumbo equivocado y podemos cambiar la manera de actuar.”

La Iglesia católica ante el desafío climático

¿Quién necesita más a quién: el planeta que los católicos sean locomotora ecologista o la Iglesia modernizarse con discursos que conecten?

Aunque parezca que la Iglesia defiende ahora la naturaleza para intentar conectar porque el ecologismo está en auge, papas previos como Benedicto XVI y Juan Pablo II, en gran medida Pablo VI y Juan XXIII, incluso la encíclica Rerum Novarum (León XIII, 1891) trataron el tema. Si, como apuntó en mi tribunal Vicente Tur, hay una “carencia de finura ecológica en la cristiandad” es por desconocimiento del esfuerzo previo. Por eso mi propuesta es, creo, pertinente.

Tenemos que denunciar toda actitud irresponsable del hombre frente a la naturaleza

Dice: “es necesario no sobre-responsabilizar al hombre”, “no perderse en explicaciones de la crisis ecológica” y “no buscar al culpable, sino atender a la víctima, el planeta”. ¿Se puede resolver un problema sin analizar sus causas?

Me guío por la parábola del buen samaritano. Ante quien ha sido víctima de violencia pasan un sacerdote y un levita y, en vez de ayudar, se preguntan quién y por qué lo habrá atacado, mientras el buen samaritano auxilia al herido. Yo no digo que no responsabilicemos a nadie. Tenemos que denunciar toda actitud irresponsable del hombre frente a la naturaleza. Pero, para mí, el ecologismo como ideología verde es mera reivindicación sin propuestas. Y frente a ello lo urgente y que yo defiendo, siguiendo al papa Francisco, es actuar con eco-gestos diarios.

¿Por qué disocia su ecología teo-lógica del ecologismo?

Yo no digo que declararse ecologista sea malo, pero hay que tener mucho cuidado siempre con todos los “ismos” porque se convierten en ideología y pueden derivar hacia el autoritarismo.

¿Incluidos el cristianismo y el catolicismo?

Por supuesto. Hay muchos que son más papistas que el Papa, más cristianistas que Cristo y más catolicistas que la Iglesia que es humilde y debe reconocer que en el corpus de su doctrina hay cosas reveladas que son fundamentales, pero también aspectos humanos y, en esa parte, podemos equivocarnos o evolucionar.

La naturaleza, olvidada durante décadas, hoy grita auxilio. Llama nuestra atención con la crisis ecológica para salir de esta situación

¿La Iglesia del Papa Francisco debería excomulgar al presidente brasileño Jair Bolsonaro que se reclama fervoroso creyente, pero provoca el ecocidio en la Amazonia?

Yo recomendaría al presidente de Brasil leer la exhortación apostólica promulgada por el Papa tras el sínodo de 2020 titulada Querida Amazonia. Si Bolsonaro es católico practicante, como cualquiera puede equivocarse. Por ignorancia, egoísmo o soberbia. La Iglesia como “Madre y maestra” no rechaza, educa. El presidente brasileño debería escuchar a Francisco que dice que la Iglesia es de los pobres y para los pobres e incluye a la naturaleza entre esos pobres. Si Bolsonaro es católico practicante debería comprender lo que el Papa y tantos en la Iglesia exponemos: que la naturaleza ha sido olvidada por décadas está hoy, con la crisis ecológica, está gritando auxilio, llamando nuestra atención para salir de esta situación. Que la naturaleza no es propiedad del hombre que este pueda usar como le dé la gana sino un don de Dios y por eso explotar la Amazonia es faltar a una obligación cristiana no sólo por el daño a los árboles sino a la presencia de Dios en ellos como en cada criatura.

Salvar la Tierra, el lugar de salvación

En su presentación afirmó que la salvación de Jesucristo no es un cielo tras la muerte, que donde nos salvamos o sufrimos infierno es aquí, en la Tierra. Y que el humano es creado y a la vez creador de la idea de Dios. ¿Lo predica?

Por supuesto que en mis homilías hablo del cielo nuevo y la tierra nueva explicando que la salvación que predica la Iglesia no es algo que deberíamos esperar. El cielo no está en las nubes, no es un sitio, es un estado de vida consistente en vivir con Dios. Y no es cosa mía, lo que predico es doctrina de la Iglesia. Santa Teresa del niño Jesús dijo: “Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra”. Deberíamos tratar de desolidarizarnos de la teoría de la fuga del mundo: nuestro cielo está aquí actuando en favor de lo que Dios ha puesto en nuestra mano.

Dios también vive en la Tierra porque la resurrección que predica Jesús no es renacer en un cielo del más allá sino cambiar aquí, ahora, haciendo el bien a todas sus criaturas, en particular a los pobres, los miserables, los inmigrantes

¿Cómo lo encajan jerarquía y feligreses de Kananga (Congo) o de Alcalá de Guadaira y Sevilla?

La doctrina de la Iglesia emana de documentos oficiales y es la misma en todas partes. Yo no invento la luna, ni una iglesia nueva, me baso en la doctrina oficial. Si a alguien le suena novedosa es un problema de desconocimiento. Habrá que hacer pedagogía. Enseñar que ninguna tradición es inamovible, que todas evolucionan. El lenguaje de la Iglesia hoy no puede ser el de la Edad Media, de la misma manera que no se puede hablar igual a un niño de 5 años de hoy que de hace 20 años.

¿A nadie le ha chocado oír que no habrá resurrección de la carne en el más allá?

¡Es que es bíblico! Evangelio de San Mateo, versículo 25 sobre el juicio final. Cristo separa a los justos de los injustos diciéndoles:

“Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme.” Y ellos preguntan: “¿Cuándo lo hicimos?” Y Jesús responde: “Cada vez que lo hicisteis a mis hermanos.”

Dios está aquí, se ha identificado con el pobre, el miserable, el inmigrante. Hay que leer más y no confundir la doctrina de la Iglesia con la religiosidad popular. Si alguien que rechaza a la Iglesia se toma la molestia de investigar descubrirá muchas afirmaciones con las que conectará.

Visión africana

Defiende que la ecología global debe incorporar las culturas africanas con sus visiones cosmogenéticas y antropológicas y apunta al dilema de cómo los países en desarrollo se industrializarán sin causar los daños de los industrializados. ¿El occidente blanco debe ceder poder? ¿Lo hará?

Sin llevar el tema a una oposición de negros y blancos (porque aunque el racismo más extendido es de estos, hay también entre los primeros), sí que la cultura occidental debe desarrollar una mentalidad más abierta, asumir que no es la única y aprender de las propuestas de muchas otras. Sin esta apertura a lo diferente no cambiaremos nada.

¿Cree que verá el nombramiento de un Papa africano? ¿Qué aportaría?

Puede ocurrir en cualquier momento de la historia, claro. Ya hay muchos cardenales africanos influyentes, políticamente hablando. Un Papa africano tendría, como todos, su impronta porque cada cual lleva consigo su educación, cultura y experiencia. El actual viene de Argentina y se nota. Yo diría que no hace falta que el Papa sea africano o asiático, pero tampoco europeo. La Iglesia es universal y lo importante es que cualquier Papa asuma los desafíos en todo el mundo y todos nos identifiquemos con él.

Si Occidente no entiende que su visión no es la única válida, si no abre su mente y aprende del resto de culturas, como las africanas, nada cambiará

¿Ha sufrido racismo alguna vez?

Si “sufrir” es en el sentido de que algunos (minoritarios en mi estancia europea) me hayan rechazado por ser negro, claro. Si es en el sentido de que eso me halla humillado no, al contrario, porque ante los racistas siempre he sentido compasión por su pobreza y limitaciones mentales. Evito discutir, ahí todo está perdido, y pienso en cómo ayudar a que rectifiquen su error.

Adolphe Gesché hacía “una teología a la escucha del mundo”. ¿La Iglesia católica está en sintonía en temas como la igualdad de género, divorcio, aborto, eutanasia, homosexualidad, ordenación de mujeres y celibato?

La Iglesia está permanentemente a la escucha desde el Concilio Vaticano II. Pero una cosa es escuchar y otra sumarse a toda corriente que sale. De todos esos temas la Iglesia reflexiona, habla, e igual que ella en su parte humana se puede equivocar, a veces ilumina errores de los demás.

La Iglesia del Papa Francisco ha sido rotunda en su apoyo a los migrantes desde aquel Vergogna! en 2013 ante el naufragio de cientos en Lampedusa a su encíclica Fratelli tutti (2020), pero la deriva antiinmigrante sigue imparable. ¿Ha perdido influencia?

La Iglesia siempre propone, no obliga. No tiene cárcel donde meter a quien no obedezca.

Tiene el infierno…

No, no tiene cárcel. Es voz para que los sordos abran sus oídos a la realidad del mundo.

 ¿Cómo ve su futuro?

Yo, como parte de la estructura de la Iglesia, no puedo tener ningún plan personal. Mi vida está en manos de mis obispos de Kananga y Sevilla. Me encantaría, desde luego, trabajar en mi diócesis congoleña. Sería lo suyo. Pero pase lo que pase, de mi comunidad en Alcalá de Guadaira ha nacido la ONG Bulanda que promueve la solidaridad con quienes la necesitan en la región congoleña de Kasay Central con proyectos de nutrición, educación, salud y respaldo al orfanato de Mikalay. Y buscamos a cuantos quieran sumarse.

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