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2.500 millones en acuerdos comerciales “hermanan” al Gobierno andaluz de derechas con el portugués de izquierdas

El ministro de Economía de Portugal, Pedro Siza Vieira, saluda al presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, en un foro con empresarios portugueses y andaluces en Lisboa.

Daniel Cela

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La visita oficial del presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, a Portugal ha ofrecido una inusual imagen de colaboración institucional entre dos gobiernos antagónicos en lo político, pero hermanados por intereses económicos comunes. El Ejecutivo del socialista António Costa es un espejo en el que se mira el presidente Pedro Sánchez, y guarda grandes paralelismos con él. Pero el cambio imprevisto que supuso su llegada al poder, en 2015, también recuerda a la investidura contra todo pronóstico de Moreno, que justo ahora cumple un año. El foro empresarial Andalucía-Portugal que se ha celebrado este miércoles en Lisboa ha permitido ver cómo dos gobiernos defienden el “éxito” de recetas económicas antitéticas, pero complementarias.

El primer mandato de António Costa, el de 2015, nació de un pacto explosivo e inédito con otras tres formaciones de izquierdas: el Partido Comunista, los Verdes y el Bloco de Esquerda (próximo a Podemos). Es lo que en España llaman, desde el frente más crítico y escéptico, “un Gobierno Frankenstein” (en Portugal lo bautizaron la geringonça, jerigonza en español). Es una fórmula similar a la que acaba de formar el PSOE junto a Unidas Podemos, tan experimental e inédita en España como lo fue en Portugal. Moreno ha recibido con críticas duras al Gobierno de Sánchez, “apoyado en comunistas, independentistas y herederos de ETA”. Este miércoles, el presidente andaluz se ha paseado por una Lisboa que aún mantiene en sus calles los carteles electorales del Partido Comunista de Portugal de los comicios del pasado otoño.

El primer Gobierno de Costa nació rodeado de nubarrones, porque se formó contra pronóstico [perdió las elecciones] y porque interrumpía un largo periodo de mandatos conservadores. En el principio, no le acompañó ni la Bolsa ni los inversores. Se dibujó un escenario tan apocalíptico como el que ahora vive España, augurando que Portugal entraría en recesión, la economía se estancaría, y el paro y la deuda pública se dispararían. Pocos auguraron que la fórmula aguantaría los cuatro años de legislatura, como finalmente ha ocurrido. Hubo elecciones legislativas el año pasado y Costa renovó mandato, esta vez con un Gobierno estable en minoría, sin reeditar el pacto que firmó con sus socios en 2015.

Las medidas de Costa

Desde aquel año hasta ahora, el Ejecutivo Frankenstein luso desarrolló una agenda socialdemócrata que parecía ir a contracorriente del resto de Estados de la Unión Europea. Costa revirtió los recortes más duros que aplicó el anterior Gobierno conservador, instigado por las políticas de austeridad que marcaba Bruselas; subió el salario mínimo; mejoró las pensiones; extendió la gratuidad de los libros de texto; bajó las tasas universitarias y, sobre todo, abarató los precios del transporte público, una de las medidas que más impacto inmediato tuvo en la población. Las fórmulas funcionaron.

Hace un lustro Portugal sufría una tasa de paro del 14% -el rating soberano del país estaba al nivel del bono basura- y hoy se sitúa en el 6,5%. La nación vecina ha reducido el déficit y su deuda pública, ha cuadrado sus cuentas aumentando sólo los impuestos a las rentas más altas, y así, ha recuperado la confianza de los inversores. Portugal financia su deuda en los mercados en mejores condiciones que España, según datos del Ministerio de Economía. El rendimiento del bono portugués a una década comenzó a ser inferior al español el pasado octubre, coincidiendo con las elecciones generales de Portugal. Ahora cotiza en el 0,37% frente al 0,44% español.

La llegada de la izquierda portuguesa al poder también guarda paralelismos con el cambio de Gobierno en Andalucía, después de 37 años de socialismo. Portugal sí era una economía intervenida en 2011, y fue rescatada por la troika europea a costa de una factura altísima para la población. Los partidos de izquierdas, que estaban en la oposición, supieron sumar fuerzas para derribar al Gobierno de centro derecha que había gestionado esos recortes.

Tres ministros

Tres ministros del Gobierno de Antonio Costa -Pedro Siza (Economía); Ana Abrunhosa (Cohesión Territorial) y Ricardo Serrao (Mar)- han recibido este miércoles en Lisboa al presidente andaluz, precursor del primer gran acuerdo de PP, Ciudadanos y Vox en España, que dio lugar al primer Gobierno de coalición de centro derecha de Andalucía, sustentado por la extrema derecha.

Es el segundo viaje que hace Moreno al extranjero -después de Marruecos- acompañado de un nutrido grupo de empresarios andaluces. Son los vínculos comerciales entre Portugal y Andalucía los que difuminan las diferencias políticas que separan a sus mandatarios. “Las relaciones institucionales trascienden las diferencias políticas de los partidos de izquierdas y derechas. La prioridad de estrechar el vínculo con nuestros vecinos y hermanos es más importante. Si las cosas van bien en España, irán bien en Portugal”, ha explicado el ministro luso de Economía y Transición Digital, Pedro Siza.

Y lo que está en juego no es baladí. Andalucía fue el tercer destino de la inversión portuguesa en España el año pasado, con 18,9 millones de euros entre enero y septiembre, 12 veces más que en el mismo periodo de 2018, convirtiendo a Portugal en el quinto inversor mundial en esta comunidad. Los intercambios comerciales entre Andalucía y Portugal alcanzaron los 2.589 millones de euros entre enero y octubre, con 1.674 millones exportados (casi el doble de lo importado). El luso es el cuarto destino de las exportaciones andaluzas (1.600 empresas, casi el 25% del sector agroindustrial), es el noveno proveedor mundial y cuarto proveedor europeo de Andalucía.

El foro empresarial Andalucía-Portugal, que ha congregado en Lisboa a 140 profesionales de 119 empresas de ambos lados de la frontera, ha permitido ver cómo se “hermanaban” gobiernos de muy distinto signo ideológico -socialistas y conservadores- cada uno sacando pecho por sus recetas económicas, y ambos destacando de ellas las mismas conclusiones: “estabilidad política, social y fiscal, generación de confianza y atracción de inversiones”. Son palabras que ha usado el presidente de la Junta, pero también el ministro de finanzas portugués.

Moreno ha asegurado que “hay un paralelismo” entre las políticas del Gobierno de izquierdas de Portugal y las que su gabinete ha impulsado en Andalucía: “bajada fiscal y desregulación burocrática”. En efecto, el Ejecutivo luso bajó los impuestos durante su primer mandato, pero sobre todo a las empresas (una decisión muy discutida por sus socios de izquierdas). Los portugueses, sin embargo, cerraron el año pasado asumiendo la mayor carga fiscal de la historia: de cada 100 euros producidos, 35,4 van para pagar impuestos. El Gobierno andaluz de Moreno se estrenó con una rebaja fiscal moderada en el IRPF, que empezó beneficiando a las rentas superiores a 60.000 euros, y eliminó de facto el impuesto de sucesiones y donaciones (que ha tenido un impacto menor en las finanzas andaluzas).

El problema es “la incertidumbre”

A Moreno este foro le ha coincidido con el primer aniversario de su investidura, de ahí que haya hecho un discurso autoreferencial, vendiendo el crecimiento de la economía andaluza del último año como una consecuencia más de su primer año de Gobierno. En estos 12 meses la inversión extranjera en Andalucía ha crecido un 61%, mientras en el resto de España caía un 30%, según sus datos. Confianza frente a incertidumbre, otra de los lemas que más se ha escuchado en este encuentro empresarial. “Portugal no es otro país, es una extensión de España. Tiene un mercado muy asentado y eso le ha servido para acoger a empresas españolas que se mudaron huyendo de la incertidumbre política que hemos vivido en nuestro país. No tiene nada que ver que Portugal tenga un Gobierno de izquierdas, lo que echa para atrás es la incertidumbre”, explicaba Agustín Fernández, director comercial de Acquajet, una empresa andaluza que factura 36 millones de euros al año, y que lleva nueve años trabajando en sistemas de suministros de agua de calidad en Portugal.

El año pasado, Andalucía se convirtió en la segunda comunidad autónoma de España en número de exportaciones a Portugal, por detrás de Madrid, y adelantando a Cataluña. Es un dato que ha aportado el presidente de la patronal andaluza, Javier González de Lara, que también ha aplaudido a la Junta por continuar la política de “internacionalización” de las empresas andaluzas. El objetivo es “reforzar el vínculo ibérico”, ligar universidades y firmas comerciales de ambos lados de la frontera para “conquistar terceros mercados”, para aspirar juntos a captar más fondos europeos, para expandirse en países de América Latina o de África, como Angola, Mozambique y Cabo Verde, con los que comparten idioma.

Pese a todo, los intereses comerciales no es lo único que hermana al Gobierno de Costa con el de Moreno. Ambos formaron y presiden coaliciones frágiles, sustentadas en acuerdos paralelos, negociados por un lado con unos socios y por otro lado con otros. Funcionó en Portugal y parece estar funcionando en Andalucía. El presidente de la Junta, objetando toda la agenda socialdemócrata del primer ministro luso, también se mira en el espejo de Costa. Moreno espera haber capitalizado su papel en el Gobierno, por encima de sus aliados, para que dentro de tres años la posición del PP sea más firme, tenga mayor reconocimiento del electorado, y pueda permitirse un segundo mandato, pero esta vez en minoría, con sus socios fuera del gabinete. Como ha conseguido el socialista António Costa.

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