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“Se intenta hacer las cosas lo mejor posible, pero se pone mucho betún”

Beatriz González recibió un doble trasplante, de páncreas y riñón, en 2008

Ramiro Navarro

Beatriz González está trasplantada de riñón y páncreas. Diabética, madre de una chica de 15 años, usuaria y defensora del sistema sanitario, ha perdido la cuenta de las veces que ha ingresado en el hospital. Tiene que tomar unas treintena de pastillas cada día, en lo que gasta unos 80 euros mensuales. Antes podía ser algo más de la mitad pero el panorama ha cambiado. Beatriz defiende la sostenibilidad del modelo, es una persona agradecida con los profesionales, con la asistencia y sus virtudes, con especial mención obviamente al sistema de trasplantes. Pero es crítica con la gestión. Sabe lo que cuestan las cosas. “Cada trasplantado renal supone un ahorro medio de 54.000 euros porque es lo que cuesta la hemodiálisis. Pero tras el trasplante, hay que cuidar la atención”.

En su opinión, en Atención Primaria (AP) “están, los pobres, sobresaturados”. En general, cree que “desde la Consejería se está intentando hacer las cosas lo mejor posible, pero se pone mucho betún”. Beatriz percibe que en los centros de salud se nota la saturación, “pero no te das cuenta porque a fin de cuentas lo que tienen para atenderte son cuatro minutos”. En los hospitales -subraya- “están soportando mucha presión y en los pasillos notas ese malestar de los trabajadores”.

Respecto al coste de los tratamientos, aclara que “hay fármacos habituales, como antidiarreicos, que ya no están financiados”. Algunas carencias las cubre con tisanas y otros remedios pero “me las tengo que pagar yo”. Además, “han subido el precio de algunos de los medicamentos que tenía subvencionados; por ejemplo, por los inmunosupresores pagaba algo más de dos euros y ahora pago el doble”. Sus cifras son fruto de las medidas del Gobierno central del pasado verano para la modificación de la financiación de la sanidad, que retiró de la financiacion pública 425 medicamentos y condicionaba el coste de otros al nivel de renta.

La serenidad que transmite y su voz amable, hacen que las historias que Beatriz conoce a través de la Asociación de Trasplantados de Páncreas parezcan suaves, sencillas, pero no es así. Todo pesa cuando el desequilibrio social se ensancha. “En una familia con una persona trasplantada o cualquier enfermo crónico, la factura se te va por las nubes. Sé de diabéticos que dicen que no van a estar midiéndose tanto el azúcar porque no tienen para pagar las tiras reactivas”, esas cintas que se utilizan para medir el nivel de azúcar en sangre en un glucómetro. Esos aparatos no se dan a todo el mundo. Generalmente hay que pagarlos, aunque se pueden conseguir a través de asociaciones de pacientes. “Las tiras tienes que pagarlas a no ser que te lo indique un endocrino. Pero hay muchos diabéticos, los tipo 2, que no pasan por el endocrino, los atiende el médico de Primaria. Y ya está en manos del médico de AP, si lo tiene a bien, que te prescriba las tiras”, añade.

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