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Un grupo cristiano reprocha al Obispado de Cádiz los despidos realizados en los últimos meses

Fachada del Obispado de Cádiz y Ceuta.

Francisco J. Jiménez

El Grupo Cristiano de Reflexión y Acción de Cádiz mandó hace un mes una carta al Obispado de Cádiz y Ceuta en la que se pide la readmisión de los trabajadores despedidos desde hace un año en la Diócesis. Era sólo uno de los puntos de la misiva, pero no ha encontrado respuesta y el colectivo ha decidido hacerla pública.

“Nos parece un escándalo que nuestra Iglesia no respete los derechos laborales y no trate dignamente a sus trabajadores. Esto no debería suceder en la Iglesia Diocesana que es la Comunidad de los seguidores de Jesús. Estas formas de actuar no se corresponden con el mensaje de fraternidad del Evangelio, contradicen la Doctrina Social de la Iglesia y el mensaje del Santo Padre Francisco de una economía de rostro humano y respeto a la dignidad de la persona, en sus derechos laborales”, señala el Grupo Cristiano de Reflexión y Acción en la carta.

Se habla del despido de trabajadores que llevaban muchos años haciendo una labor para la Diócesis y que, de una manera inesperada y sin explicación en algunos casos, se han quedado en la calle. “Son gente de iglesia que no están ahí sólo por su trabajo sino por dedicación a la institución. La iglesia de Cádiz actúa como una empresa neoliberal de las malas. Siempre puede haber una mala conducta puntual o alguna anomalía, pero estas personas están trabajando bien. En cierta ocasión hablamos con el obispo, Rafael Zornoza, y nos dijo que la diócesis estaba en bancarrota, pero se echa a una persona y se mete a otra. Está claro que hay dinero y no tenemos idea de por qué se lleva esta política”, se pregunta Francisco José González, portavoz del colectivo.

Uno de los damnificados en la ola de despidos es José Carlos Bravo, despedido por la Comunidad Carmelita, propietaria del Colegio Liceo del Sagrado Corazón de San Fernando, que ha prescindido del cocinero por motivos no probados tras 17 años de actividad laboral ininterrumpida.

“Entré en el 2001 de manera indefinida después de estar tres años sin contrato. Nunca tuve una baja sin justificar e incluso fui a trabajar algún verano que me lo pidieron porque la relación era muy buena. Todo cambió cuando entró el nuevo prior porque empezaron a cambiarme los horarios para que yo no estuviera presente mientras ellos conversaban después de las comidas. Adujeron que era despido disciplinario porque gastaba mucho y me llegaron a poner una cámara para controlarme”, explica José Carlos.

“Nunca me llegaron a dar un explicación muy clara. Querían abaratar costes y meter a alguien que hiciera más cosas cobrando menos, pero me culparon de unos gastos que no dependían de mí. A mí me encargaban comprar jamón de 36 euros el cuarto y había muchas comidas que hacían fuera que se cargaban a la cocina para culparme. Todos los gastos de comunidad los pusieron como que yo hacía muchos gastos en comida. Eso lo vi cuando nos dieron los libros de contabilidad en el juicio, pero incluso así se declaró despido procedente y no me dieron ni un euro, aunque lo tengo recurrido al TSJA”, explica. Ahora José Carlos ha montado un obrador y ha tenido que pedir un crédito porque, aparte de no recibir ninguna indemnización, no puede cobrar el paro al haber presentado un recurso.

Otro caso es el de Aarón Troncoso, despedido de la Parroquia de San José de Cádiz. “Los despidos son injustos, nos han hecho un daño moral y humano muy grande. Son pastores que dicen que sigamos una línea que Dios nos marca y que ellos mismos no cumplen”, denuncia.

Aarón tenía contrato fijo como conserje dominical desde 2010 y hace unos meses empezó a notar “una persecución, un acoso laboral. No me dejaban ni ir a desayunar, siempre con cuidado, con miedo.  Fue despido improcedente y me han pagado hasta el último céntimo, pero a la semana siguiente de mi despido mi puesto lo cubrieron y eso que fue por supresión del puesto de trabajo. Si con mi testimonio se frenan los despidos y se readmiten a los demás, lo doy por bueno”.

“En la iglesia española hay una involución. Hay una gran diferencia entre lo que se hace a nivel local y lo que predica el papa Francisco. Él dice que el trabajo es fundamental, pero vemos que la iglesia a niveles diocesanos, no sólo en Cádiz, despide en racimo a sus trabajadores sin decir nada”, afirma Francisco José González.

El Grupo Cristiano de Reflexión y Acción de Cádiz ya pidió hace unos meses al Obispado la cesión de pisos a las personas sin techo y desahuciados de la ciudad, pero se encontró con una respuesta negativa. “Se ha hecho un censo y hay casi 100 personas sin hogar y desde 2013 le pedimos a Rafael Zornoza si podía poner al servicio de la ciudad unas viviendas, pero nos dijeron que no por estar bajo el patronazgo de unas fundaciones, aunque sabemos que algunas se han vendido y que otras se alquilan”, denuncia el portavoz del colectivo.

Este medio de comunicación intentó conocer la versión de los hechos del Obispado de Cádiz y Ceuta, pero no encontró respuesta.

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