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Se buscan políticos que traigan a los refugiados
Ya sabemos lo fácil que es sacar a 160.000 personas a la calle. Este es un país con una sociedad civil hiper-movilizada. Que reclama no sólo lo que toca a su bolsillo (sueldos, empleos, viviendas dignos, pensiones garantizadas), sino también derechos colectivos. E ideales abstractos. Por eso, que Barcelona fuera el sábado escenario de la mayor movilización de Europa a favor de la acogida de refugiados no es noticia. O sólo efímera. Casi exclusivamente gráfica. Porque sí, la marea humana desde la cabecera que llegó al Paseo Marítimo cuando aún muchos no habían salido de Plaza Urquinaona era vistosa. Pero ya está.
En 48, 72 horas la voraz actualidad ha deglutido la iniciativa de Casa Nostra, casa vostra y la digestión no ha dejado más que un fino poso mediático y político. La Generalitat de Cataluña ya ha declarado, por boca de su consejera de Presidencia y portavoz del gobierno, Neus Munté (que estuvo en la marcha), que no acogerán refugiados sin permiso del Estado, que en este tema no habrá “desobediencia”. El Ejecutivo español -si es que Rajoy, como anhelaba Évole, vio la protesta entre zapping futbolísticos-, debió limitarse a pensar que es una rabieta más de los protestones catalanes. Entre ellos la alcaldesa Ada Colau con su amplio CV manifestante. Y listo.
Los españolitos venidos al mundo en los estertores del franquismo, crecimos en los años del plomo de ETA con el mantra que oponía al terrorismo, que en nuestra democracia, con nuestra Constitución “todo podía conseguirse, si se exigía por los cauces legales y de forma pacífica”. El nacionalismo catalán de aquel Pujol, muleta del PP y PSOE en los gobiernos sin mayoría absoluta, se ponía de ejemplo. Y España presumía de los catalanes como sus ciudadanos más europeos.
Ahora sabemos que Cataluña fue tanto o más corrupta que lo fuimos el resto. Pero también estamos aprendiendo a golpe de frustración que la política es incapaz, lo está siendo, de dar cauce institucional a las reivindicaciones ciudadanas. Sean las relativas al modo de organización territorial del Estado o al cumplimiento de los compromisos internacionales que hemos asumido, como la acogida de 17.680 personas de las 160.000 que iba a reubicar la UE (de Grecia e Italia) y reasentar (de Líbano, Jordania, Turquía...)
Tanto cuando en la calle los ciudadanos se revuelven contra el aplastamiento del Estatut que fue aprobado por su parlamento y sirvió de modelo a otros hoy vigentes, como el andaluz, como cuando lo que se exige es que el Gobierno cumpla el pacto que él mismo firmó en septiembre de 2015 en esas reuniones en Bruselas que al precio que nos cuestan -vuelos, almuerzos, alojamientos- bien podrían tomarse en serio, la respuesta es la misma: ignorar la voluntad popular.
Los niños pequeños de 1 a 3 añitos, cuando juegan al esconder se tapan los ojos y creen que así desaparecen y que quienes los buscan no les ven. Nuestros representantes políticos, pequeñitos también, se tapan los ojos frente a la realidad convencidos de que así, desaparecerá.
El que tanta acción mediática esté más cerca de la postura política que de la ciudadana, evidencia en qué medida anda una mayoría de la industria informativa con la brújula perdida. Que ahora recibamos pocas imágenes de lo que hemos llamado “crisis humanitaria de los refugiados” no significa que éstos se hayan volatilizado. Sino que están en peores condiciones que cuando eran grabados.
Porque allá donde se encuentran, incluso dentro de Europa, especialmente en esa frontera de Serbia y Hungría, se violan tan impunemente los derechos humanos que ni los periodistas europeos pueden desempeñar su trabajo. Y porque por la vía marítima por la que ahora navegan los refugiados -una vez cerrado con candado el Egeo por el pacto de la UE con la dictatorial Turquía-, es un Mediterráneo central más largo y ancho donde mueren por cientos sin que rescatadores ni periodistas, por más que lo intenten, puedan verlos.
Este domingo 26 de Febrero, un año después de las marchas por el #Safepassage, la ciudadanía española está nuevamente convocada a manifestarse bajo el lema #NoEUFortaleza en 26 de las 52 capitales de provincia y todo tipo de municipios. Junto a la entidad convocante, Bienvenidos refugiados, ONGs, activistas y ciudadanos están echando el resto para lograr una movilización clamorosa. Pero se necesitan políticos a la altura de la sociedad civil. Se busca en el arco ideológico, desde los ayuntamientos y diputaciones, pasando por los parlamentos y gobiernos regionales hasta llegar al Congreso y Senado, ese puñado de mujeres y hombres que crean de verdad que están ahí para representar la voluntad popular y hacerla efectiva y cambiar la realidad. Para que #AcojamosALosRefugiadosYa.
Si quienes se sientan en los sillones, no creen en el poder de las instituciones, si no las dotan de sentido estarán actuando como anti-sistemas, desmontando el Estado del derecho en que nosotros los ciudadanos creemos. Como creen quienes saben que el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos ampara que les acojamos.