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Del deseo a la realidad

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Javier Aroca

Dicen los científicos de la demoscopia, que los debe tener a pesar de que Pierre Bordieu afirme que es una ciencia sin científico, que una encuesta es una foto de un instante, del momento preciso en el que hace, nada más. Sin embargo, ni ellos mismos, sobre todo cuando tienen que trabajar para vivir, como todo el mundo, le suelen dar ese valor. Te lo advierten pero, al final, se dejan masajear por las interpretaciones más convenientes a los que les

encargan sus trabajos. Dicen los expertos en comunicación política, por su parte, que una encuesta es un acto de comunicación del pueblo hacia los políticos; bueno, ni una cosa ni la otra, más bien creo que se trata de un deseo, proactivo, un intento de intervenir en la política, pero por otros medios, al servicio de los propios intereses de los que las promueven.

Veremos hasta qué punto la encuestas conforman la voluntad de los electores, según esos intereses ajenos; esa es la gran incógnita de la nueva política. Las últimas encuestas afirman que viajamos hacia el centro, como siempre, nada nuevo al respecto sobre lo dicho. La novedad ahora es que a su centro ya le han puesto nombre y apellido: Ciudadanos. Naturalmente, la calificación alcanzará al que los necesite para gobernar. El centro son ellos y los que con ellos se alíen.

El PP navega hacia la pérdida de su mayoría absoluta; el PSOE, un caballo por el que se apuesta según qué casas de ídem, en función de quién sea su jinete o amazona, apenas se mueve. Podemos baja y baja, e Izquierda Unida

no se hunde. Y Ciudadanos, el más de todo. Me recuerda en parte a aquel momento dulce de UPyD, cuando su lideresa era la preferida demoscópica de los cenáculos de Madrid. Resulta al menos sorprendente que un líder, una lideresa emergente desde hace días en la Catalunya sedicente y un buen economista sean considerados como el fulminante central del viaje al centro. No hay mucho más.

Dicen los despachos, no sé si la calle, que los dos mayoritarios, hasta ahora, se igualarán, y que a ellos su sumará en igual consideración Ciudadanos; y que los seguirán a cierta distancia, primero, Podemos y, luego, IU- sumados los

dos no dejan de ser los cuartos-. Multipartito, nuevo reparto del poder, nuevo escenario para mantener lo mismo. El panorama del deseo es bastante lampedusiano, nuevo cóctel pero para beber lo mismo. Nada se moverá, en definitiva.

Ese es el deseo de los hacedores del decir del pueblo demoscópicamente consultado. Eso, que nada cambie, nada de alarmas de cambio del status quo del poder. Sin embargo, no es eso lo que dice mi calle. La mía dice que está hasta el

moño de lo que hay, que hace falta un vuelco, que la primera transición ya ha terminado, por eso es la primera, y que hace falta una segunda. El poder repartido desde la transición ha hecho crack, no genera confianza, ha sido el continente cómplice de la corrupción, las instituciones están igualmente corrompidas, y que dicho colapso del reparto del poder, se dice en mi vecindario, afecta también al territorial, uno de los grandes retos de las próximas legislaturas; lo digo en plural porque me da que la venidera será corta.

El deseo tiene un líder, Albert; dos víctimas, Mariano y Pablo, los menos valorados y los que caen más antipáticos; un resistente, Alberto; y Pedro, estacionado en la provisionalidad. Y una triste constatación, me parece que los que mueven los hilos quieren esto, un panorama político de extrema debilidad para tenerlo más entregado al verdadero poder, cada día más alejado de la política , aunque la colonice, y de la gente. Da la impresión de que ese verdadero poder no quiere políticos que conduzcan a la gente hacia la felicidad sino que la controlen.

De todas maneras no se descartan nuevos avenates demoscópicos en los despachos, ni empresas demoscópicas dispuestas a que sus deseos sean realidad. Aunque una cosa les queda clara a estos agentes políticos no elegibles, el fin del bipartidismo es ya una realidad y esto ni ellos lo pueden ya ocultar.

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