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La falsa censura de 'Los girasoles ciegos' en las escuelas andaluzas agita a intelectuales y políticos de izquierda

'Los girasoles ciegos', de Alberto Méndez, y un artículo periodístico de Pepa Bueno, en el primer examen de Selectividad

Daniel Cela

La sustitución de un libro de Alberto Méndez -Los girasoles ciegos- por otro de Carmen Martín Gaite -El cuarto de atrás- de la lista de lecturas obligatorias para la Selectividad del próximo curso ha desatado un encendido debate sobre los porqués de tal decisión. No es un debate nuevo. Ni siquiera quienes han argumentado que retirar la novela de Méndez sobre la represión franquista es una decisión “política” están innovando.

La novedad de este debate viejo, lo que ha contribuido a encender las redes sociales y lo que ha empujado a intelectuales de izquierdas, escritores consagrados, editores, políticos del PSOE, de Podemos y de Izquierda Unida a participar activamente en la polémica es la aparición de titulares como éste: “El Gobierno andaluz de PP, Ciudadanos y Vox censura de las lecturas de Bachillerato 'Los girasoles ciegos', libro sobre la represión franquista”. Pero la selección de las lecturas obligatorias de Selectividad no depende de la Junta de Andalucía, sino de una comisión mixta de profesores de Bachillerato y de Universidad, que rota cada curso, y en la que está presente como secretario un miembro de la Dirección General de Universidades de la Junta. Las decisiones que se adoptan en esas reuniones deben ser ratificadas posteriormente por una Comisión Interuniversitaria, representada por los mismos actores, y presidida cada año por un rector [este año fue la rectora de Granada, Pilar Aranda].

Cada año, las nueve universidades andaluzas conforman comisiones mixtas coordinadas con docentes de Bachillerato (llamadas ponencias) para elegir los contenidos de los exámenes de Selectividad en cada materia (en total son 30 asignaturas). En cada ponencia participan 18 docentes -nueve universitarios (elegidos por los nueve rectores) y nueve profesores de instituto o inspectores educativos (designados por las delegaciones provinciales de Educación de la Junta). Se reúnen dos veces al año, en marzo y en junio, para discutir el peso de los contenidos académicos que recibirán los alumnos de Bachillerato y para diseñar los exámenes de Selectividad del presente curso y del curso siguiente. La Comisión Interuniversitaria se enteró de los cambios propuestos por la ponencia de Literatura para el curso 19/20 el pasado 5 de mayo, y dio el visto bueno. Manuel Titos, catedrático de Historia en la Universidad de Granada, lleva 12 años participando en la ponencia de su especialidad, y sostiene que el debate interno entre los 18 profesores se basa en “conocimientos técnicos, pedagógicos y conceptuales”. “Luego se eleva la propuesta a la Consejería de Educación, que tiene margen de influencia, porque nuestra decisión debe ajustarse a la normativa estatal y autonómica, pero en 12 años nunca ha corregido nuestro criterio. No se meten en contenidos”, advierte Titos. La Universidad de Granada denegó a este periódico el acceso a los profesores de la ponencia de Literatura que decidieron retirar Los girasoles ciegos.

En cada ponencia, los profesores tratan de tomar decisiones basadas en criterios pedagógicos, pero siempre hay alguien que protesta -un docente de instituto, un catedrático de Universidad, un sindicato de alumnos-, siempre hay alguien que cree entrever motivaciones políticas. “Sacar a Nietzsche del examen de Filosofía en Selectividad es una decisión pedagógica, pero también política. Y ya ni te cuento si se trata de sacar a Marx”, advierte un profesor de la Universidad de Sevilla que participó en el diseño del examen hace tres años. El gabinete de comunicación de la Hispalense ha denegado a este medio el acceso a otros docentes que hayan participado en las ponencias, incluso de años anteriores. El profesor de Filosofía que ha accedido a explicar el funcionamiento de estas comisiones -bajo anonimato- cree que sobre contenidos educativos “influyen más las editoriales de libros de texto que los gobiernos, porque les va el negocio en ello”.

Datos obviados

Para calificar de “censura” del Gobierno de derechas la retirada de un libro que denuncia el franquismo se han obviado varios datos. Por ejemplo, que la sustitución de Los girasoles ciegos para el curso que viene se adoptó en el marco de una ponencia de profesores constituida antes de la entrada del nuevo Ejecutivo de PP y Ciudadanos (las ponencias se nombran entre el 15 de septiembre y el 15 de octubre, y en esas fechas del año pasado aún gobernaba el PSOE en Andalucía); que no es la primera vez que el libro de Méndez entra y sale de la lista de lecturas obligatorias (como les ha ocurrido en el pasado a obras de Gabriel García Márquez, Antonio Machado, Rafael Alberti o Juan Ramón Jiménez); que la novela salió en el examen de junio (la obra de Méndez continuará en el temario para el examen de septiembre) y la comisión de Literatura aprovechó para renovar la lista de lecturas, incluyendo a una mujer (Martín Gaite) en una lista de escritores hombres.

La indignación que sintieron muchos políticos e intelectuales de izquierdas al leer la falsa noticia tenía cierta razón de ser: el nuevo Gobierno andaluz se sustenta en una formación de extrema derecha que ha dado su apoyo a la investidura de Juan Manuel Moreno Bonilla a cambio, entre otras cosas, de derogar la Ley andaluza de Memoria Histórica, aprobada por el Parlamento sin ningún voto en contra, así como de retirar las ayudas a las asociaciones memorialistas. PP y Cs lo han firmado en el acuerdo de presupuestos, aunque ese punto en realidad no tiene aplicación ahora porque ninguna asociación se autofinancia con sus ayudas.

El resto de la lista

De modo que el ruido de fondo hacía creíble, hasta cierto punto, la noticia. Más grave, sin embargo, es que los políticos e intelectuales que se hicieron eco de la misma no se detuvieran un segundo a leer el resto de autores que siguen entre las lecturas obligatorias: el propio libro de Martín Gaite, que sustituirá a Los girasoles ciegos, es un ensayo que bebe del derrotismo de la sociedad española durante el tardofranquismo. El resto de obras incluye a autores como Luis Cernuda, Juan Ramón Jiménez, Pío Baroja y obras tan significativas sobre la España de postguerra como Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo.

Pero los hechos no evitaron que el bulo se multiplicase en tertulias y artículos de opinión -por supuesto en redes sociales- y que el grupo de Adelante Andalucía haya registrado en el Parlamento dos preguntas -una en comisión y otra en pleno- dirigida al consejero de Educación, Javier Imbroda. “¿Qué criterios ha seguido la Consejería competente para llevar a cabo la eliminación de esta obra literaria?”, reza la pregunta, que firma el diputado Jesús Fernández. El alcalde de Cádiz y carismático líder de Podemos, José María González Kichi, escribió: “Ahora que quieren quemar en la hoguera obras maestras como Los girasoles ciegos, se hace más necesario que nunca arrojar luz, verdad, justicia y reparación”; el senador socialista Miguel Ángel Heredia escribió: “El trifachito censura. Aunque PP, Cs y Vox quieran tapar esa brutal etapa, nos quedarán los libros, el cine y los documentales; y no podrán callar el testimonio de las víctimas ni borrarnos la memoria”. El ex ministro socialista y ex secretario general de la OTAN, Javier Solana, retuiteó un mensaje de Manuel Morales, ex coordinador de IU en Granada: “Ya está aquí la censura. PP, Cs y Vox no quieren que la juventud sepa lo que hizo la derecha totalitaria en España”.

El fenómeno de Los girasoles ciegos tiene sentido en un contexto complejo, en el que todo es nuevo. Hasta ahora, Andalucía sólo había sido gobernada en democracia por el PSOE durante casi 37 años, y la derecha sólo había sido oposición. El nuevo panorama político está todavía muy verde, y esta transición precipita debates sobre hipotéticos giros ideológicos del Gobierno PP-Ciudadanos que todavía no se han visibilizado. Los socialistas lideran la oposición, con la ex presidenta Susana Díaz a la cabeza, pero por ahora se trata de una oposición deslavazada, desorientada y, a ratos, poco informada.

El grupo parlamentario del PSOE tiene 47 diputados y diez son ex consejeros del gabinete anterior, más duchos en los despachos que en lances parlamentarios. La dirección socialista tomó la decisión de no situar a los ex consejeros al frente de las comisiones parlamentarias de sus áreas, lo que habría permitido hacer frente a sus sustitutos del PP y Ciudadanos. Díaz rechazó esa fórmula para no dar la oportunidad a los nuevos consejeros de atacar a sus antecesores con la “herencia recibida”, algo que de todas formas está ocurriendo a todos los niveles. El fervor con el que dirigentes del PSOE han difundido el bulo sobre la censura a Los girasoles ciegos revela, una vez más, los problemas que está teniendo el equipo de Díaz para reorganizarse y reorientar sus objetivos en la pelea democrática (haciendo constantes alusiones al franquismo y el fascismo).

Cabe destacar que la indignación y el asombro por la falsa noticia trascendió fronteras. La escritora catalana Esther Busquets, en su columna de El Periódico, se hizo eco, alarmada, de “la noticia que nos llegó por whatsapp” durante una cena con el prestigioso editor, Jorge Herralde: “No viví la censura española y cuando mi madre y los demás editores de los años 60, entre ellos Jorge Herralde, se ponían a contar en alguna sobremesa lo que les había costado publicar ciertos libros, me parecían historias de un pasado remoto e improbable”. Alguien le respondió: “Pues pondremos una faja enorme en la que ponga que es el libro que PP y Ciudadanos han sacado de las lecturas recomendadas. Venderemos millones”.

Una vez que los hechos desmintieron el relato inicial sobre la censura del Gobierno andaluz a libros sobre el franquismo, algunos de los periodistas, políticos e intelectuales que se habían hecho eco del bulo rectificaron y pidieron disculpas. Otros borraron sus tuit sin rectificar. Y algunos cuantos dieron otra vuelta de tuerca al asunto y se abonaron a la teoría de la conspiración: “Vale, el Gobierno andaluz no elige los libros. Pero, ¿quién nombra a los profesores de la comisión que eligen los libros? ¿Y los rectores de las universidades? ¿Acaso no dependen del presupuesto que les da el Gobierno andaluz de derechas?”, escribía uno de los denunciantes en Twitter. Hay lecturas para todos los gustos.

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