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Inlayapas, diez años de trabajo por la integración de mujeres inmigrantes en Granada

Excursión a Sierra Nevada entre miembros de la asociación y voluntarios

Álvaro López

El silencio, el olvido y la lejanía son los peores compañeros de viaje para una persona que ha tenido que dejarlo todo atrás y empezar una nueva vida. Quienes emigran saben bien de qué se trata sentir la desazón de un nuevo comienzo. Un sentimiento que aflora aún más cuando al decir adiós a sus raíces lo hacen prácticamente con lo puesto. Solo en 2017, según datos del Ministerio del Interior, cerca de 30.000 personas llegaron de manera ilegal a España tanto por mar como por tierra. Aunque no todas han logrado quedarse en el país. Quienes sí lo han hecho, saben lo duro que es comenzar sin nada en la maleta.

Para tratar de ayudarles en esa travesía, Granada cuenta con varias asociaciones que dan asistencia y cobertura legal a inmigrantes que por distintas razones necesitan del amparo social. Una de esas asociaciones es Inlayapas (acrónimo de Inserción laboral y acompañamiento pastoral). Una organización sin ánimo de lucro formada por miembros de la Sociedad del Sagrado Corazón, Compañía de María, Apostólicas del Corazón de Jesús, Hijas de Jesús, Misioneras Combonianas, Congregación Jesús-María y laicos. Ubicada en el corazón de Granada capital, esta asociación cumple ahora una década ayudando a mujeres que llegan a nuestro país necesitadas de ayuda. En los últimos meses, los hombres inmigrantes también empiezan a tener su hueco en ella aunque son una clara minoría.

El Hotel de la Solidaridad

Inlayapas es un proyecto que surgió en 2005 cuando varias religiosas de Granada que trabajaban con inmigrantes para su integración detectaron la necesidad de muchas mujeres que acudían a sus servicios de recibir apoyo religioso que completara sus enseñanzas más básicas. Pues en un principio Inlayapas surgió como una asociación que basaba su actividad en la ayuda de mujeres inmigrantes que en su mayoría eran de origen latinoamericano dado el elevado flujo de migraciones que tuvo lugar a principios de siglo entre Latinoamérica y España. Y dado el carácter más religioso de estas mujeres, las voluntarias de la asociación entendieron que había una necesidad de hacer catequesis. Por lo que se decidieron a dar un paso más y constituir una asociación que diera respuesta a esas demandas. Sin descuidar la inserción laboral como objetivo principal ya que desde el comienzo se empezaron a impartir talleres relacionados con el hogar. Así es como constituye de manera oficial Inlayapas en 2008.

Pese a su carácter religioso inicial, desde el primer momento Inlayapas se configura como una organización aconfesional abierta a cualquier persona que pudiera estar desamparada. Así, tras varios años llevando a cabo su actividad entre las sedes del Sagrado Corazón en el barrio del Zaidín y la de Compañía de María en Caleta, Inlayapas se muda al 'Hotel de la Solidaridad'. Un edificio que se encuentra a pocos metros de la Catedral de Granada y que recibe su merecido apodo gracias a la cantidad de actividades y asociaciones que tienen su trabajo en él. Desde Granada Acoge pasando por Proyecto Hombre hasta Inlayapas, todas ellas son asociaciones solidarias con personas en riesgo de exclusión social.

Lo primero que llama la atención al llegar allí es la modestia de las instalaciones. No hay nada que resalte por encima del resto y casi todo el material con el que cuentan las voluntarias lleva ya más de una década a sus espaldas. Poco más pueden hacer cuando su presupuesto anual apenas alcanza los 15.000 euros. No reciben ningún tipo de subvención pública y se financian a través de las propias asociaciones religiosas que conforman Inlayapas. “Tenemos que aprender a vivir con lo que tenemos y a usar la imaginación para tener herramientas para ayudar a quienes vienen a nosotros” apunta María Dolores Álvarez, presidenta de la asociación y una mujer que desde su laicidad aporta otra visión diferente pero complementaria de la ayuda que prestan.

“Aquí les enseñamos a hacer de todo” asegura Álvarez. En ese listado de enseñanzas destaca por encima de todas las que van relacionadas con la cocina, o el hogar. Aunque pueda sonar a relato literario de otro tiempo, lo cierto es que las mujeres que acuden a Inlayapas lo hacen conscientes de que, tristemente, el mercado laboral en España les reserva principalmente trabajos como asistentas en domicilios privados o residencias. “La realidad es que, de momento, son los trabajos que más les demandan, por eso tratamos de enseñarles a desenvolverse con soltura” explica la presidenta.

Una Torre de Babel

A Inlayapas llegan mujeres de todos los países. Mujeres que traen consigo la experiencia de haber vivido en otros rincones del planeta y que dependiendo de su origen tienen rasgos comunes. Por ejemplo, aquellas mujeres que provienen de América Latina lo hacen en una situación más favorable que quienes llegan desde países africanos o asiáticos. Las mujeres latinas suelen responder al perfil de personas con un cierto nivel de estudios, pertenecientes a una clase media-baja que abona su suerte a lo que su familia pueda aportarles desde sus países natales para que desarrollen una vida en España que les permita progresar a ellas y a sus núcleos familiares. Muchas llegan solas y con el tiempo aspiran a que su círculo más cercano acabe emigrando con ellas.

Llama la atención que, entre los países latinos con mayor número de mujeres, destaca sin duda Venezuela. El país sudamericano cuenta con muchas representantes en Inlayapas que coinciden en su visión: “Teníamos que salir de allí porque no veíamos futuro”. 

Lo que comparten estas mujeres, además de su punto de vista sobre la mala situación de sus países de origen, es una sonrisa de oreja a oreja y un sorprendente grado de amabilidad. Todas las mujeres que provienen de países latinos muestran una predisposición que choca al escucharles hablar. Durante la visita de eldiario.es/andalucia a la asociación, la diferencia cultural se expresaba, además de en palabras, en detalles como el lenguaje corporal.

Frente a la afabilidad latina se podía apreciar un carácter más reservado y cauto por parte de las mujeres africanas. No obstante, las historias personales de estas últimas suelen armar relatos muy duros. Preadolescentes casadas y madres de familias numerosas con apenas 20 años. Viajes en busca de una vida nueva hacia varios países. Un idioma que no les es en absoluto familiar y una cultura que choca de frente con sus orígenes. Porque si en el caso de las mujeres latinas la adaptación es relativamente fácil, las africanas reciben un choque cultural que también van aprendiendo a superar gracias a clases que tratan de enseñarles el modo de vida español.

Inlayapas es la consecuencia de la suma de varias congregaciones religiosas católicas pero no pretende impartir catequesis a nadie. Lo que sí persigue es ser un soporte vital. Porque aunque la mayoría latinoamericana sí profesa la religión católica, las mujeres africanas son en su mayoría musulmanas, habiendo personas de otras creencias religiosas menos extendidas en España e incluso ateas.

Mapamundi

Con todo, la experiencia de las personas que llegan a Inlayapas es una experiencia que ellos mismos definen como vital. Por sus modestas aulas pasan cada día decenas de personas que reciben educación en diferentes ámbitos. Todo de manera gratuita. También se forman para hablar español y han sido los propios inmigrantes quienes han pedido que les enseñen inglés. “Son conscientes de que Granada es una ciudad turística y de que pueden necesitar el idioma para trabajar aunque sea de camarero” señalan en Inlayapas. No obstante, la asociación cuenta con el apoyo del Centro de Lenguas Modernas de la Universidad de Granada para que alumnos suyos acudan voluntariamente a impartir clases. Las mismas se convierten en actividades que se reciclan cada tres meses para dar respuesta a quienes van llegando.

Pues el goteo de personas es prácticamente diario. De ello da fe un mapamundi que está colgado a pocos metros de la entrada y que señala con chinchetas los lugares de origen de cada uno. Chinchetas para señalar historias. Porque lo importante sobre todo, tal y como señalan las voluntarias, es “dejarles hablar y escuchar”. 

Inlayapas desde hace algún tiempo también recibe hombres, aunque en menor proporción. En ellos también se puede apreciar la gratitud. Moha -nombre ficticio- sirve para ilustrarlo. Durante el reportaje de este medio en la asociación, el chico de apenas 20 años se encontraba de visita simplemente para dar las gracias. Acababa de encontrar trabajo y quería agradecer a sus excompañeros y a las voluntarias el trabajo que hicieron con él. Solidaridad contra el olvido y la exclusión. Valores de integración en el corazón de Granada capital.

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