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Así se gestó el 'pacto del WhatsApp' que enfrenta a las tres derechas tras echar al PSOE de la Alcaldía de Granada

El equipo negociador de Ciudadanos con Luis Salvador a la cabeza | Leo Rama

Álvaro López

Dicen los politólogos que la llamada “nueva política” no es tal y que lo único que la distingue de la “clásica” es que han acabado las mayorías y son necesarios los pactos para gobernar. Granada, como la mayoría de municipios de España, no ha escapado a ella y desde 2015 forma parte de su realidad. Sin embargo, hasta las últimas elecciones locales del 26 de mayo no se había dejado notar tanto su peso. Desde los comicios, la ciudad parece ingobernable. Hay pactos pero no se enseñan, y los partidos esgrimen acuerdos contrarios. El último, entre Partido Popular, Ciudadanos y Vox, que ha aupado por sorpresa a Cs a la Alcaldía con solo cuatro concejales, es el más controvertido de cuantos se hayan conocido recientemente la capital granadina. Desde la investidura y hasta hoy, el acuerdo ha sido puesto en entredicho por todos sus protagonistas.

Nada es seguro ahora mismo. Ni siquiera que Luis Salvador, de Ciudadanos, vaya a seguir siendo el alcalde de Granada. Porque aunque el entendimiento entre los tres partidos de derecha en el Consistorio permitió que 14 concejales le otorgaran al edil la mayoría absoluta, las declaraciones de unos y otros no están ayudando a que el acuerdo avance para conformar un Gobierno municipal. Lo único que es seguro es que el PSOE no tiene voz ni voto en esta historia pese a haber ganado sus primeras elecciones en la capital granadina en 30 años.

El gato y el ratón

Desde el 27 de mayo, día después de las elecciones, socialistas y populares estuvieron soñando con alcanzar la Alcaldía. Se presuponía que ambos partidos serían quienes se disputarían el sillón de mando ya que habían sido primera y segunda fuerza en número de votos y concejales en los comicios. De hecho, se daba por sentado que Ciudadanos sería la llave de la gobernabilidad en función de a qué partido decidiera dar su apoyo. La duda que quedaba era si la dirección granadina de los partidos tendría poder de decisión sobre Madrid. Duda que no quedó disipada hasta apenas 48 horas antes del pleno de investidura y que tras el mismo no para de quedar en evidencia.

Desde algún distrito de Madrid, Partido Popular, Ciudadanos y Vox han estado -y permanecen- negociando el futuro de Granada a más de 400 kilómetros de distancia. Solo las direcciones locales de PSOE y Podemos-IU han mostrado mayor poder de negociación, aunque su palabra no contase para nada si las tres derechas acababan entendiéndose como así fue.

Con esa pretensión, fuentes socialistas aseguran a este medio que “solo tuvimos esperanzas de poder gobernar al día siguiente de las elecciones cuando Ciudadanos no descartaba nada, pero rápidamente nos dimos cuenta de que todo estaba pactado”. Y lo cierto es que sí. Semanas antes de las elecciones, el líder del PP, Sebastián Pérez, y el de Cs, Luis Salvador, habían llegado a un acuerdo para facilitar la Alcaldía del primero en virtud de la buena relación personal que les unía. Con lo que no se contaba entonces era con que el mapa nacional tras los comicios estuviese tan atomizado que los aparatos nacionales de cada partido decidieran tomar el peso de las negociaciones para repartirse alcaldías y diputaciones.

48 horas frenéticas

El orden cronológico de cómo sucedieron los últimos acontecimientos que dieron pie al pacto de investidura entre las tres derechas es difícil de precisar porque tuvieron lugar muchas situaciones de manera simultánea. No obstante, el primer hecho clave se produjo a última hora del miércoles 12 de junio. Aquel día, una circular interna del PSOE anunciaba a sus afiliados granadinos que tras una reunión entre socialistas y Ciudadanos en Madrid, no se había llegado a ningún acuerdo y que todo quedaba expensas de las eventuales reuniones previas al pleno de investidura.

Sin entendimiento entre PSOE y los naranjas, el “pacto a la andaluza” para que gobernara el PP como en la Junta de Andalucía, parecía ser la fórmula más plausible. En ese tablero se jugaría las 48 horas siguientes por parte de los dirigentes de los partidos granadinos, sin saber que en Madrid ya se estaba decidiendo su futuro a cambio de otros municipios. Entre llamadas y mensajes de WhatsApp, el jueves las posturas entre los partidos de derechas se fueron acercando sin llegar a ningún acuerdo definitivo.

Hasta que llegó el viernes 14 de junio y el grueso de las negociaciones se precipitó. El PSOE hizo un último intento por retener la alcaldía ofreciendo un Gobierno de coalición a Ciudadanos que este no rechazó de pleno. De hecho, los socialistas pusieron de límite las seis de la tarde para que hubiese respuesta de la formación naranja al ofrecimiento, pero nunca llegó. Lo que sí estaba sucediendo eran las conversaciones en persona entre los líderes locales. Según confirman fuentes de los partidos, el candidato de Vox, Onofre Miralles, y Luis Salvador, de Ciudadanos, se vieron y entendieron ese mismo viernes.

Horas más tarde, en el Hotel Meliá del centro de Granada, como ya sucediera en 2016 para decidir la gobernabilidad de la ciudad, Partido Popular y Ciudadanos se vieron las caras por última vez. Cuatro años después la reunión resultó ser bien distinta. En esta volvía a estar presente Salvador pero no el PSOE de Francisco Cuenca, sino el PP de Sebastián Pérez. Aquí no se trataba de una moción de censura apoyada por Ciudadanos sino de un órdago transmitido desde Madrid para que Cs se turnase la Alcaldía con los populares rompiendo el pacto entre Salvador y Pérez para que gobernase el popular.

El pacto del WhatsApp

La dirección nacional de Ciudadanos tenía varios ases en la manga que el viernes jugó. Ambos andaluces. Por un lado, la Diputación de Málaga y por otro, el Ayuntamiento de Jaén. Ambos serían moneda de cambio en la negociación con el Partido Popular para que en Granada se permitiera que Ciudadanos y Luis Salvador se llevaran el sillón de mando. Con esa premisa tuvo lugar el encuentro del Meliá que duró apenas una hora y en el que los rostros parecían decirlo todo.

Cuando el chivatazo de que se iba a producir la reunión se difundió, a Luis Salvador se le vio entrar al hotel con suficiencia. Cuando salió tras el encuentro con Sebastián Pérez, el rostro fue mucho más serio y menos optimista. El mismo que tenía el candidato de los populares que en un corrillo ante los pocos periodistas allí congregados llegó a deslizar que no había acuerdo porque Ciudadanos pedía una Alcaldía que no podían tener tras haber logrado solo cuatro concejales.

A partir de ese momento, a las 19.00 horas de la tarde del viernes y a menos de 24 horas de la sesión de investidura, comenzó a gestarse el 'pacto del WhatsApp' porque todo se negoció a través del móvil. Toda vez que el entendimiento entre Vox y Ciudadanos era total, Onofre Miralles, portavoz local de la formación de extrema derecha, elevó a la dirección nacional de su partido Madrid un decálogo de “regeneración democrática” con varios dardos envenenados hacia Sebastián Pérez, quien tendría que firmarlo para que hubiese pacto entre las derechas.

Entre llamadas y mensajes de WhatsApp, la noche del viernes se cerró con Pérez sosteniendo que “naturalmente” él sería el alcalde al día siguiente, pero obviando que, como confirman fuentes de su partido, el secretario nacional del PP, Teodoro García Egea, ya había firmado un pacto con Ciudadanos y Vox en Madrid para que la Alcaldía cayese en manos de los naranjas con la posibilidad de que se turnaran a los dos años con los populares.

Sebastián Pérez, arrinconado

Así se llegó al sábado del pleno de investidura. En Granada no había nada claro y en Madrid todo estaba firmado, aunque sin ningún papel que haya trascendido dada la falta de concreción sobre los detalles del acuerdo a tres bandas entre PP, Cs y Vox. Según adelantó el Ideal y confirman fuentes populares, Sebastián Pérez fue llamado desde Madrid por García Egea. A través del teléfono y de mensajes, el líder nacional de los populares intentó contactar con Pérez. No lo logró y llamó a alguno de los concejales para marcarles las directrices del voto.

García Egea emplazó a los ediles del PP a votar a Luis Salvador de Ciudadanos para la investidura porque, perdida la opción del Ayuntamiento de Jaén, en Madrid ya se había acordado que a cambio el Partido Popular retendría la Diputación de Málaga con el apoyo de Cs. Además, esa decisión supuso la confirmación de lo que en los últimos meses se ha podido ver: que Sebastián Pérez estaba cada vez más arrinconado por las presiones del partido en Sevilla y Madrid. De hecho, el PP-A, según fuentes cercanas a las negociaciones, le había presionado para que diera un paso a un lado y facilitara la investidura de otro candidato del PP.

Un nuevo alcalde y muchas contradicciones

La votación se produjo sin sorpresas, según lo acordado desde Madrid, y Luis Salvador fue elegido como alcalde de Granada en sustitución del socialista Francisco Cuenca. El 'pacto del WhatsApp' había quedado confirmado en ese sentido, pero en ninguno más. Porque desde el momento en que Salvador compareció ante los medios por primera vez como regidor, se produjo la primera contradicción.

El nuevo alcalde aseguró que Vox no entraría en el Gobierno municipal, mientras que el portavoz de la extrema derecha, Miralles, asegura desde entonces que el pacto contempla lo contrario. Porque esa es otra de las contradicciones: Ciudadanos dice que no ha acordado nada con Vox y Miralles confirma a eldiario.es/andalucia que sí hay un pacto entre ambos y que de hecho está firmado desde el viernes. Por esos motivos, Vox ya ha amenazado con llevar a cabo una moción de censura contra Salvador que devolvería la alcaldía al socialista Francisco Cuenca.

En el otro lado del acuerdo, las dudas sobre el mismo también son más que evidentes. Fuentes populares no han dejado de asegurar que el pacto suscrito con Ciudadanos incluía turnarse cada dos años el puesto de alcalde, pero Cs también lo niega y habla de que liderarán el mandato municipal los próximos cuatro años. El conflicto está servido y el entendimiento entre estos dos partidos no parece el más fluido. De modo que cinco días después de llevar a la Alcaldía a Luis Salvador, Partido Popular, Ciudadanos y Vox, evidencian no tener cerrado nada más que los votos que le dieron el bastón de mando a Salvador para evitar a toda costa que la izquierda gobernara el Ayuntamiento de Granada. 

Y es ahora cuando la verdadera negociación y sus detalles tendrán que salir a la luz.

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