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Un año después de uno de los mayores incendios de la Costa del Sol, sólo un particular ha recibido ayudas

Montes del municipio de Ojén calcinados tras el mayor incendio de la Costa del Sol

Néstor Cenizo

Los pinos de la Sierra Parda, en el municipio de Ojén, ardieron la noche del 30 al 31 de agosto de 2012, y de los dos pulmones forestales que tenía, el pueblo se quedó con uno. El fuego que vino del este arrasó 8.250 hectáreas entre los municipios de Coín (donde se originó por una negligencia), Alhaurín el Grande, Monda, Marbella, Mijas y Ojén. Las llamas rodearon Ojén, puerta de entrada sur a la Sierra de las Nieves, y sus cerca de 3.000 habitantes fueron evacuados. Pero se salvaron el pueblo y la Sierra de las Nieves, reserva de la biosfera. El pueblo trata de encontrar hoy un uso a las 3.800 hectáreas que se quemaron, repoblándolas de alcornoque y encina y trazando en ellas nuevos caminos, pero aún se ven más regueros de troncos chamuscados por retirar que motas verdes de árboles nacientes. Hay trabajo por hacer.

La vista desde el mirador real, que está en la carretera que lleva al municipio y lo bordea desde arriba, es un buen ejercicio para comprender por dónde llegaron las llamas. Al norte, todo es verde. Encajonado en un hoyo entre la Sierra Blanca, la Sierra Alpujata y la Sierra de las Nieves, está el municipio. Y siguiendo hacia el sur y al este, el verde da paso al ocre como si el monte hubiese mudado de piel. Esa costra naranja ha dejado desfasado el cartel indicativo del mirador: el Pecho Enebral ya no está poblado por pinos, sino que hoy es un monte pelado y escalonado que recuerda vagamente a una pirámide.

Más del 90% de la superficie quemada en Ojén es monte público. Sin embargo, también existen particulares afectados, y de ellos, tan sólo uno ha recibido ayuda pública. La Subdelegación del Gobierno (que tramita el procedimiento aunque la decisión depende de la Dirección General de Protección Civil) explica que dispone de datos actualizados a 30 de junio, y que habrá novedades durante las primeras semanas de septiembre.

Por el momento, de las 51 solicitudes de ayuda presentadas por particulares, una ha sido resuelta favorablemente, 25 han sido denegadas y otras 25 están pendientes de resolver. Las comunidades de propietarios tramitaron 13 solicitudes, y las nueve resueltas hasta ahora han sido denegadas. Y de las 15 solicitudes de establecimientos agrarios, se han resuelto siete, todas en sentido negativo. En total, 2 de las 43 solicitudes resueltas hasta el momento han sido estimatorias, incluyendo la tramitada por el propio municipio de Ojén, y quedan 38 expedientes por resolver, todos en aplicación del Decreto-ley 25/2012, de 7 de septiembre, una norma aprobada con las brasas aún vivas para “paliar los daños producidos por los incendios forestales y otras catástrofes naturales”. El Decreto-ley se remite a su vez al Decreto 307/2005 para establecer los requisitos de concesión. Y este, en su artículo 15, establece que podrá concederse subvención en caso “destrucción total” o “daños” en una vivienda habitual. Pero en este caso, no es común que los propietarios vivan en terreno forestal de manera habitual. “El hecho de que ni los afectados directos tengan una ayuda nos parece mal. Porque además, es dinero que podrían invertir en regenerar”, lamenta el alcalde de Ojén, José Antonio Gómez (PSOE).

Gómez cree que lo peor ya ha pasado. “Muchos árboles se han recuperado muy rápido”, y da como explicación la lluvia abundante caída durante la pasada primavera: “Llevamos unos 15.000 árboles plantados y los expertos dicen que si sobrevive el 15% serán buenos números”. Cuadrillas de voluntarios, coordinados por la Plataforma para la Restauración de Sierra Parda, han sembrado alcornoques y encinas en varias oleadas y ahora se afanan en regarlos para que no se sequen bajo la canícula de agosto. “Queremos hacer una reforestación que permita el aprovechamiento económico. De ahí que hayamos plantado alcornoques y encinas. El otro proyecto es crear un circuito para mountain bike haciendo nuevos caminos”, destaca el alcalde.

Sin embargo, el pasado es una amenaza y miles de troncos negros apiñados forman algo que parece un reguero de hormigas recorriendo el monte. “La madera acumulada es un combustible peligroso. Además, se puede pudrir y generar enfermedades”, dice Gómez, que concede que el proceso de licitación para los trabajos de retirada y el aprovechamiento de la madera quemada ha sido lento. Además, las lluvias también generaron un pasto que ahora se ha convertido en una mecha amarilla. Y si el agua cayera de forma torrencial, podría dañar la capa superficial de la tierra y causar problemas de regeneración.

Gómez dice que con el incendio, el pueblo perdió un bosque que representaba aproximadamente el 40% del término municipal. Pero ahí sigue la Sierra de las Nieves y el pueblo, y ambos atraen turistas al mismo ritmo que hace un año. Así que Ojén seguirá manteniendo con sentido un árbol en su escudo. Queda un pulmón, y el pueblo respira con él mientras recupera el que perdió hace un año.

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