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La Policía imputa cuatro delitos a los activistas que se encaramaron a una central térmica en Málaga

Activistas de Greenpeace, este jueves, en la central de Campanillas (Málaga)

Néstor Cenizo

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23 activistas de Greenpeace que participaron este jueves en una acción de protesta en la central térmica de Naturgy en Málaga se enfrentan ahora a las acusaciones de la Policía, que les achaca hasta cuatro posibles delitos: daños, allanamiento, desórdenes públicos y resistencia y desobediencia a la autoridad. Cada uno de ellos participó en la acción en diferente forma, así que las acusaciones son individualizadas, según fuentes policiales. Alguno de estos delitos está penado con hasta tres años de cárcel y, sumados, podrían acarrear hasta cinco años de prisión.

“Creemos que tenemos derecho a la protesta no violenta ante actos tan flagrantes como comprar gas a un régimen autoritario que está haciendo una invasión ilegal. Es un acto legítimo contra crímenes de lesa humanidad”, analiza Paco del Pozo, coordinador de la campaña de Combustibles fósiles de la ONG. Confía en que no haya condenas, y esgrime el “derecho a la legítima protesta” y a la “defensa del planeta y de la gente”. “La mayor parte de los jueces son razonables. Sobre todo, porque hasta ahora Naturgy no nos ha denunciado”.

Del Pozo estuvo presente en la acción, que tuvo momentos de tensión sin llegar nunca a ser violenta. Varios activistas se encargaron de una especie de mediación con la Policía, que finalmente desalojó a alguno de ellos “a rastras”. “Tenemos que mostrar determinación en las reivindicaciones, pero es una resistencia no violenta”, dice Del Pozo.

Los activistas llegaron a la instalación a primera hora de la mañana y desplegaron varias pancartas. Dos de ellas, en la chimenea y la torre de refrigeración de la central, en las que se leía: “El gas financia la guerra” y “Naturgy financia la guerra”. Varios activistas estuvieron encaramados a las estructuras de la central, a 50 metros de altura, hasta bien entrada la tarde.

Todos los detenidos fueron puestos en libertad en la noche del jueves, después de prestar declaración ante la Policía, que ha remitido el asunto a la autoridad judicial. Se dio entonces por concluido el operativo para desalojar a los activistas de una central que Naturgy tiene en el barrio de Campanillas (Málaga).

“Esta central quema gas ruso”

Según Greenpeace, Naturgy vende electricidad “cara, sucia y cruel”. “Esta central quema gas ruso para vender electricidad, pero causando pobreza energética, cambio climático y financiando al régimen de Putin”, escribieron en Twitter. La ONG acusó a la compañía eléctrica de haber importado seis buques con gas procedente de Rusia con un valor estimado de 690 millones de euros desde que ese país invadió Ucrania a finales de febrero.

Greenpeace ha puesto a la antigua Gas Natural Fenosa bajo el foco. La acusa de ser la empresa que más gas compra a Rusia, el 10% del total que se consume en España, y ha realizado acciones en la planta regasificadora del puerto de Bilbao, la sede central de la compañía en Madrid y trece oficinas comerciales de toda España.

Según Greenpeace, Naturgy compra el gas a Yamal LNG, un consorcio propiedad al 80% de Novatec, una empresa pública rusa controlada por dos oligarcas cercanos a Putin, Gennady Timchenko y Leonid Mikhelson. El contrato le permite importar anualmente unos 37 buques de gas de Siberia, según la ONG, que pide que el embargo al petróleo ruso que se debate actualmente en la Unión Europea se amplíe al gas.

Naturgy no los ha denunciado por ninguna de sus acciones anteriores, dice Del Pozo. “Lo que no quiere es mala prensa. Gastan una millonada en lavado verde y en posicionarse en la lucha contra la crisis climática”. Por eso, le convendría dejar que amaine la tempestad y no agitarla con denuncias. “Saben que nuestras demandas no son cumplibles con su modelo de negocio actual”.

Naturgy no responde a las acusaciones de Greenpeace, ni aclara si denunciará la acción. “No tenemos ninguna valoración que hacer”, responde.

“Es momento de parar la importación de combustibles fósiles rusos”

“Es el momento de parar inmediatamente la importación de combustibles fósiles rusos y exigir cambios estructurales que nos permitan diseñar y participar en un mercado energético dominado históricamente por Naturgy y otras cuatro empresas del oligopolio energético, que han especulado, abusado de beneficios políticos y legales y que se han enriquecido a costa de empobrecer a la sociedad y contaminar el planeta”, señaló ayer Del Pozo.

En declaraciones a este medio, el activista dice que Greenpeace se opone al gas “venga de donde venga”, y pone como ejemplo el bloqueo de un barco que transportaba 138.000 metros cúbicos de gas licuado extraído en Texas, en octubre del año pasado en Sagunto (Valencia). “Nos preocupa que los acuerdos de la UE que busca gas de otros lados nos va a atar a otros regímenes autoritarios, como el de Azerbayán o el de Catar. Lo que queremos una descarbonización y el desarrollo de las renovables mediante la autogeneración energética en manos de las personas”. 

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