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“¿Por qué no puedo ir al parque y los mayores están en el bar?”: un año de Covid-19 desde miradas adolescentes

Imagen cedida por Unicef Andalucía

Javier Ramajo

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Si a la sociedad mundial le cogió desprevenida la pandemia, imaginen qué sintieron los niños y niñas que, de un día para otro, ya no podían ir al parque a jugar, ya no podían compartir clases y recreo con sus compañeros del 'cole', o ya no podían abrazar a sus abuelos ni congeniar con los suyos por las tardes. La crisis del coronavirus está teniendo graves consecuencias para la infancia y la adolescencia, eso ya lo han dicho muchos informes pero, ¿qué piensan ellos? ¿cómo creen que les ha tratado la pandemia? ¿han pensado en ellos los gobernantes a la hora de tomar las difíciles decisiones durante todos estos meses?

Los hombres y mujeres del futuro de Andalucía también viven día a día está compleja situación, más allá de haberse tenido que acostumbrar a llevar mascarilla, como los mayores, o más allá de sacar brillo a sus manos de tanto lavárselas. Conscientes del impacto directo, Unicef Comité Andalucía ha querido hacer visible la opinión de niñas, niños y adolescentes acerca de cómo les ha afectado la respuesta a la crisis de la Covid-19. Con este trabajo retrospectivo, desde el inicio de la crisis hasta diciembre de 2020, se ha querido contribuir a tener claras cuáles están siendo las consecuencias sobre la infancia de las decisiones políticas tomadas en relación a la pandemia y poner de relieve la importancia de que su bienestar sea una de las prioridades a la hora de tomar nuevas medidas. “Me parece un poco mal que nosotros no podemos ir a hacer deporte o al parque, y los adultos pueden ir a los bares o muchas más cosas”, apunta con su testimonio una niña de doce años de Fuentes de Andalucía (Sevilla).

El confinamiento, el cierre de centros escolares, la paralización y ralentización de la actividad económica también afectan a las oportunidades de futuro de nuestros hijos e hijas. Aumento de la pobreza infantil, problemas de salud física y mental, aumento de las desigualdades, tanto socioeconómicas como educativas, son sinónimos de una pandemia en la que los más vulnerables los que están sufriendo más gravemente estas consecuencias. Ahora, la infancia ha tenido la posibilidad de pronunciarse y aportar evidencias sobre las principales cuestiones que centran el análisis de impacto en la infancia que viene desarrollando Unicef, a saber: el agravamiento de la vulnerabilidad en aquellos perfiles ya de por sí vulnerables, especialmente por causas socioeconómicas; los problemas de salud mental derivados en gran parte de las situaciones de estrés y ansiedad originados por el contexto de pandemia: la brecha digital, que se ha hecho patente bien por falta de recursos técnicos o bien por falta de competencias y habilidades.

Se trata de cuestiones que ya se indicaron en los primeros meses de pandemia pero que siguen marcando la vida de nuestras niñas y niños. Con el paso de los meses, el proceso de desescalada, tras un confinamiento estricto y la prolongación de la situación de emergencia sanitaria, ha surgido un perfil de vulnerabilidad marcado por el miedo al contagio, lo cual está impactando gravemente sobre la infacia, la adolescencia y sus familias, algo que, además de afectar a su salud mental, está limitando sus posibilidades de ocio y formación, según recoge el informe 'Impacto de la Covid-19 sobre niños y niñas a nivel local en Andalucía 2020', al que ha tenido acceso este periódico.

A mí el tema de las restricciones y todo eso (…) algunas me han parecido inútiles, me parecían un castigo

Como verdaderos protagonistas de su cotidianidad, participantes y observadores de las estrategias que se llevan a cabo en sus familias para la gestión de las tareas en el día a día (alimentación, educación, cuidados, trabajo, relaciones sociales, salud, etc.), la población infantil y adolescente ha estado representada para este estudio por seis niños y niñas de cinco municipios diferentes en entrevista grupal. Unicef ha considerado pertinente dar voz a los niños y niñas que ya venían participando en sus municipios a través de la iniciativa Ciudades Amigas de la Infancia, liderada por Unicef España, y que, desde marzo, habían visto mermadas sus posibilidades de participación fruto de las limitaciones del contexto Covid-19, precisamente para medir el impacto de la situación en esta dimensión de sus derechos. Porque “la crisis de la Covid-19 es también una crisis de los derechos de los niños y las niñas. Mientras la pobreza y la desigualdad aumentan, la pandemia ha trastocado los servicios esenciales que garantizan su salud, su educación y su protección”, resalta el informe.

Lo que leían en redes sociales

A modo general, en la interpretación de las medidas, han pesado mucho las restricciones que impedían estar en la calle, ir al colegio y mantener las relaciones con familia y amigos como siempre, según se desprende del estudio de Unicef Comité Andalucía. Manifiestan que no han recibido una información clara sobre qué estaba pasando, porqué se tomaban esas medidas y qué podrían esperar. Según declaran, la información que han manejado ha sido confeccionada a partir de lo que leían o escuchaban en redes sociales y una charla que, solo en algunos casos, el profesorado tuvo con ellos y ellas antes de finalizar las clases en marzo. Quizás la falta de canales concretos de información, puede derivar en la sensación que muchas niñas y niños comparten: “A mí el tema de las restricciones y todo eso (…) algunas me han parecido inútiles, me parecían un castigo”, dice un niño de doce años de Lepe (Huelva).

Se cierran los comercios y los bares a las 18h y puedes estar en la calle hasta las 22h, entonces, de 18h a 22h ¿no se transmite el virus?

De sus discursos se obtiene que ellos y ellas consideran que no se ha adaptado la situación y el contexto a su lenguaje, ni se ha tenido en cuenta los efectos que tendrían en su cotidianidad. Por ejemplo, mencionaban la incongruencia que era para ellos y ellas que no pudieran estar en un parque con amigos o practicar deporte en determinadas condiciones, pero sí que permitieran a las personas adultas estar en bares y restaurantes: “A mí las medidas me parecen un poco absurdas (…) yo estoy en una escuela de triatlón y con las nuevas restricciones ahora tenemos que entrenar antes de las 18h (…) tenemos que tener 16 años y estar federados en algún lugar (…) se cierran los comercios y los bares a las 18h y puedes estar en la calle hasta las 22h, entonces, de 18h a 22h ¿no se transmite el virus?”, reflexionó un niño de 14 años de Úbeda (Jaén).

Según se relata en el infome, ha existido una sensación entre la infacia y adolescencia de que “nadie les preguntó sobre cómo les podrían afectar las medidas de restricción y confinamiento y qué ideas podían aportar para paliar, en lo posible, los efectos de las mismas”. En sus discursos también se evidencia la idea de que la pandemia nos ha afectado a todos, pero no por igual. En cuanto a la aplicación de las medidas, los niños y niñas de zonas rurale han encontrado menos problemas que los de ciudad para seguir utilizando algunos espacios al aire libre, por disponer de ellos con más facilidad: “Por una parte, no lo pasé tan mal porque tengo una casa en medio del campo (…) podía salir porque hay una explanada y no hay nadie en medio del campo”, expuso una niña de 15 años de Huércal-Overa (Almería).

Pese a esa visión positiva, “el ámbito rural ha experimentado con más fuerza las limitaciones de la cobertura de internet”, recoge el informe. En un periodo donde las medidas nos han llevado a hacerlo todo online, no contar con los recursos suficientes para conectarse a internet ha marcado la diferencia. La infancia de entornos rurales ha encontrado “más dificultades para seguir su formación de manera online y poder mantener el contacto con personas fuera del núcleo familiar”. Esta situación se ha hecho extensible en la ciudad a aquellas familias que no contaban con medios suficientes para poder pagar un servicio de internet o disponer de equipos para conectarse. En algunos casos, las familias con hijos e hijas han contado solo con un teléfono móvil para seguir las clases.

Una nueva forma de recibir clase

La mayoría de ellos han percibido las dificultades para seguir las clases online de algunos niños y niñas. Ellos y ellas no se ven a sí mismos como personas que hayan tenido problemas, es más, se describen como personas afortunadas. Es decir, no parece que hayan percibido las dificultades en su núcleo familiar, pero si han sido sensibles a lo que pasaban algunos compañeros y compañeras. En concreto, los testimonios han hablado de aquellos que no podían seguir las clases porque no tenían ordenador propio o espacio para trabajar: “En mi colegio algunos niños no tenían ordenadores y repartieron algunos ordenadores y cosas para que puedan los niños que no tienen ordenadores hacer trabajos y clase online”, dijo la niña de doce años de Fuentes de Andalucía (Sevilla). “Yo, afortunadamente, tengo herramientas para trabajar online, pero compañeros míos han tenido que trabajar en espacios relativamente pequeños (…) te hace pensar que para ellos ha tenido que ser difícil esta cuarentena”, indicó el niño de Lepe (Huelva).

Yo, la verdad, que prefiero estar en casa que estar en el instituto porque no es lo mismo estar en clase una hora entera con el profesor explicándote cosas que a lo mejor tú ya las entiendes y el profesor explicando

“En media España ha habido gente que no han tenido recursos como ordenadores, como wifi en su casa, entonces yo creo que para ellos ha sido muy difícil (…)”, comentó un niño de 14 años de Úbeda (Jaén). Según explican, el profesorado les informó del motivo por el que se pasaba a formación online y lo entendieron, pero creen que no todo el profesorado ha sabido implementar bien el cambio y el resultado ha sido que, en muchas ocasiones, se han visto saturados por los deberes: “Yo tengo una prima de seis años (…) y le he tenido que hacer tareas a ella por la cantidad de tareas que mandan a un niño de seis años…. Hay profesores que se pasan y no han sabido controlarse y otros que muy bien”, añadió. “Sí, también un poquito estresado por el tema de las clases online y todo eso porque nos bombardeaban a tareas o cosas así… Eso era un punto negativo”, dijo el niño de Lepe.

Algunas de las participantes estaban realizando modalidad semipresencial cuando se realizó el estudio y comentaban que se encontraban muy contentas con el sistema porque piensan que están aprovechando mejor la información que les facilita el personal docente, ya que la ratio en clase es más pequeña y pueden ver una y otra vez los vídeos de las explicaciones que les mandan. Ls gusta estar más tiempo en casa y pueden establecer sus propios horarios de estudio: “Yo, la verdad, que prefiero estar en casa que estar en el instituto porque no es lo mismo estar en clase una hora entera con el profesor explicándote cosas que a lo mejor tú ya las entiendes y el profesor explicando (...) También puedes ayudar más en casa porque yo por ejemplo salgo a comprar con mi madre…”, expuso una niña de 15 años de Huércal-Overa (Almería). En general, “encuentran una incongruencia entre las medidas realizadas en clase para minimizar el contacto entre el alumnado y las escasas medidas que observan en los espacios compartidos como el momento del recreo”, señala el informe.

Ocio y miedo al contagio

Un aspecto que también resalta Unicef es el ocio. En la infancia y la adolescencia “es vital” y “es en este aspecto dónde más han notado el cambio de su cotidianidad”. Las actividades de ocio han fluctuado mucho desde que se iniciara la pandemia, recuerdan. Durante el periodo de confinamiento las niñas y niños han demostrado tener mucha imaginación para seguir manteniendo relación con sus amistades: “Yo lo que podía hacer era llamar a mis amigos por videollamada o llamada normal, jugar online y tenemos una ventaja y es que en mi vecindario las terrazas de los vecinos están entre sí conectadas (…) hacíamos deporte fuera, nos divertíamos, jugábamos a algo, proyectamos una película”, indicó el niño de Lepe. “Videollamadas con amigos (…), el parchís (…) hay un patio que comunicamos con todo el edificio (…) casi dos o tres días a la semana hacíamos un bingo con los vecinos”, apuntaba el niño de 14 años de Úbeda. “Mi amiga vive enfrente mía (…) y salíamos ella a su balcón y yo al mío y hablábamos”, apuntó la niña de doce años de Fuentes de Andalucía.

Los viernes y sábados te venías a Vejer y donde se ponía la feria de abril ponían autocine (…) yo por ejemplo no fui por el tema del coronavirus porque, la verdad al principio, daba un poquito de cosa ir allí

Cuando el periodo de desescalada comenzó, los niños y niñas participantes comentaron la contraposición entre la alegría por volver a la calle y la inseguridad ante la exposición al contagio: “Los viernes y sábados te venías a Vejer y donde se ponía la feria de abril ponían autocine (…) yo por ejemplo no fui por el tema del coronavirus porque, la verdad al principio, daba un poquito de cosa ir allí”, comentó una niña de doce años de Vejer de la Frontera (Cádiz). “Quedar con tus amigos o lo que sea, yo no lo hacía mucho porque la verdad es que tenía miedo (…) pero ya empezaba a salir a la calle y la verdad que a veces me daba un poco de agobio porque cuando se podía salir, venga todo el mundo a la calle”, confesó el niño de 14 años de Úbeda.

“La conclusión definitiva en cuanto a la temática del ocio en los niños, niñas y jóvenes se resume en la importancia de empatizar con su forma de entender el ocio y las necesidades asociadas a su desarrollo evolutivo, para ello, se necesita contar con su opinión y aportar un acompañamiento técnico en el desarrollo de las actividades”, resume el informe

En general, los representantes infantiles que han participado en el estudio estarían de acuerdo en tener más protagonismo en el diseño de sus actividades de ocio, quizás con la presencia del adulto en ellas, ya fuera para cuidar que se cumplieran las normas de distancia social o dinamizando la actividad, generaría más debate en ellos. Consideran que tienen desventajas respecto a las personas adultas en todos los ámbitos, pero más especialmente en lo que se refiere al ocio.

Me meto en Instagram y lo primero que veo son grupos de gente en casas, sin mascarillas o sentados unos al lado del otro

“Yo creo que los jóvenes tenemos menos posibilidades de salir ya que, por ejemplo, e parece un poco mal que nosotros no podemos ir a hacer deporte o al parque, y los adultos pueden ir a los bares o muchas más cosas”, dijo la niña de doce años de Fuentes. “En el momento actual, existe un miedo latente y manifiesto en los niños y niñas respecto a las posibilidades de contagio, que aumenta cuando salen de nuevo a la calle y se pueden producir interacciones con otras personas ajenas a su círculo familiar más cercano”. Ellos y ellas también perciben, al igual que el personal técnico, que ha habido parte de su generación que no ha actuado de manera responsable: “Yo creo que lo está haciendo mal mucha gente, pero que los jóvenes están ayudando un montón a que los contagios sigan y sigan porque yo me meto en Instagram y lo primero que veo son grupos de gente en casas, sin mascarillas o sentados unos al lado del otro. Y lo que más me fastidia es que yo tengo amigos que hacen eso y les da exactamente igual”, lamentó una la niña de 15 años de Huércal-Overa.

Los niños y niñas participantes manifiestan no haber recibido una información clara por parte de sus referentes adultos sobre qué estaba pasando con la pandemia y consideran que, en general, las medidas tomadas han respondido a las necesidades de las personas adultas, resume el informe. “Es necesario seguir impulsando mecanismos para que niños, niñas y adolescentes puedan participar, a pesar de la pandemia. Las autoridades, tanto locales como autonómicas, deben escuchar a la infancia, pueden reunirse con las niñas y niños de manera online, para que puedan transmitir su sentir, sus opiniones y propuestas y al mismo tiempo, tengan un espacio donde recibir información adecuada a sus necesidades”, recomienda Unicef Comité Andalucía.

La visión de los técnicos y las situaciones de vulnerabilidad

En el informe también se ha recogido la visión de personal técnico municipal relacionado con los Servicios Sociales, y otras áreas como Educación y Participación Ciudadana que desarrollan tareas de intervención con la población que les permite conocer la interacción de las medidas en los contextos locales y realizar una valoración más general de cómo éstas afectan a las familias. Este público se ha dividido en dos grupos de discusión en formato online contando cada uno de ellos con seis participantes. En total, una docena de personas seleccionadas de una docena de municipios andaluces diferentes.

La idea general que surge del discurso técnico es que las medidas impulsadas por el gobierno autonómico como las tomadas por los propios gobiernos locales han sido muy generales. Respecto a la situación de las familias más vulnerables, se concluye que dichas medidas se han mostrado poco flexibles a la hora de ajustarse a sus particularidades. “Esas medidas que en un principio se tomaban, es como que ahora se han apaciguado, no se han duplicado, algunas no se han mantenido (…) algunas situaciones de las familias son las mismas que en marzo o en abril, pero sí, los recursos ya no son los que había en esos momentos”, afirmó una técnico de Vejer de la Frontera (Cádiz).

Además, según el informe, hay coincidencia entre el personal técnico municipal consultado en afirmar que los perfiles más vulnerables en esta pandemia están asociados a la limitación de recursos económicos: “El primer impacto ha sido sobre nuestras familias vulnerables, las familias pobres son más pobres… las familias que no tienen ordenadores no pueden acceder a determinados recursos (…) esto ha venido a establecer un escenario donde se desprotege todavía más a los más vulnerables”, aseguró una técnico de Málaga.

También las familias monomarentales, con una mujer como cabeza de familia, se han identificado entre las más vulnerables: “(..) en las alternativas que se ofrecen a nivel de formación, a nivel laboral, de acceso a varios recursos, no se tiene presente la realidad de las mujeres en esta situación”, denunció la técnico de Armilla (Granada). “Las mujeres que trabajaban en economía sumergida o en el régimen de empleadas del hogar han perdido sus trabajos”, señaló la informadora del Centro Municipal de Información a la Mujer de Lora del Río (Sevilla).

Según Unicef, la pandemia y sus consecuencias ha agravado también las condiciones de vulnerabilidad de otros niños que ya lo eran con anterioridad, por ejemplo, como consecuencia de las medidas restrictivas en cuanto a la movilidad y la presencialidad. Es el caso de “los menores de edad dentro del espectro autista para los que salir fuera de casa es vital o necesitan acudir a centros para recibir alguna terapia”.

Otro perfil de vulnerabilidad ha surgio asociado a las consecuencias derivadas de un mayor tiempo de convivencia de las familias en el espacio físico del hogar. Las familias que presentan disfuncionalidades en sus relaciones, desestructuradas o con diferentes problemas de relación entre sus miembros han empeorado su situación al permanecer más tiempo juntas en el mismo espacio. En general, las medidas de confinamiento han magnificado problemas que ya existían, pero quedaban diluidos en el día a día, cuando en la cotidianidad se incluían actividades fuera del hogar y con otras personas.

Así, y según explicaba el personal técnico, han aumentado los casos de violencia en el hogar, de violencia de género y hacia la infancia. Los niños y niñas LGTBI han sufrido especialmente esta situación y los casos de acoso escolar se han amplificado a través de las redes sociales, con unas familias que se han sentido desbordadas al no saber cómo actuar ante ello: “En cuanto a los niños que han sufrido bullying y que sufren violencia escolar también nos consta que se ha incentivado a través de las redes sociales. Al no tener el contacto físico y al no tener alguien cerca que pueda testificar, o que pueda un poco vigilar y ser de autoridad para frenar ese acoso o ese ataque (…) Que hay, os puedo asegurar, un montón porque los últimos estudios ponen que se ha incentivado con las redes sociales y en el proceso de pandemia”, dijo un técnico de Conil de la Frontera (Cádiz). Las nuevas situaciones de vulnerabilidad guardan especial relación con la aparición de problemas de salud mental derivados de la ansiedad y preocupación que surge en los propios menores de edad como consecuencia de la pandemia.

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