Suhail es el nombre de una estrella. “Todas nuestras unidades tienen nombres de estrellas”, explica Francisco Modet, jefe de Salvamento Marítimo de Cádiz, que nos recibe a bordo del Salvamar Suhail, una de las embarcaciones que tienen como misión rescatar vidas en el estrecho.
“Todos los días son difíciles, la mar nunca es igual”, explica Francisco Aragón, patrón del barco. Cuando le preguntan qué es lo más duro en las tareas de salvamento responde: “Lo peor es ver que son muchas personas y que la embarcación en la que van no aguanta, que se caen al agua, algunas desaparecen... Lo peor es cuando ves que hay niños, que llevan mucho tiempo en el mar… Te das cuenta de la verdadera miseria de la vida”.
Este intercambio de experiencias se enmarca en las Jornadas de Inmigración y Medios de Comunicación celebradas la semana pasada en Cádiz, organizadas por el Colegio Profesional de Periodistas de Andalucía.
“Una vez localizada la embarcación- explica Francisco-, la prioridad es identificar a las personas más vulnerables: heridos, enfermos, mujeres y niños... y ponerles a salvo. La mayor recompensa es llegar a puerto, aquí no queremos ni premios ni medallas”. Dentro del barco, frente a los mandos de control y con menos personas delante, el patrón del barco sigue compartiendo lo que vive cada día, con visible afectación: “Son situaciones muy extremas, a veces hay viento, oleaje… el mar no es como la gente piensa”.
“La tecnología ayuda- dice señalando los mandos- pero al final te tienes que guiar por tus ojos y tu instinto. Puedes pasar varias veces a cincuenta metros de una persona y no conseguir verla en la oscuridad, su voz se mezcla con el ruido de los motores, del viento. No es fácil… en ocasiones es como buscar una aguja en un pajar, lo malo es que si pasa demasiado tiempo… ya sabes que estás buscando otra cosa”.
De esta realidad hablaba también en las jornadas Eva Pérez, concejala de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Barbate: “Somos un pueblo de paso, fronterizo. Esta realidad hay que vivirla, es una pena hablar de números cuando realmente nos referimos a personas, y si algo ha demostrado la gente de esta tierra es que somos un pueblo acogedor y solidario. Los que lo han vivido sabrán de lo que hablo cuando digo que a pie de playa todos vamos a una: pedimos ayuda a los médicos de los centros de salud, a tiendas y supermercados, pedimos traductores, psicólogos…. Hay personas que ofrecen sus casas, madres que se ofrecen a amamantar a los bebés que llegan mientras sus madres son atendidas… Y los que menos tienen son los que más dan”. Y denunciaba: “Las medidas las tienen que tomar el Gobierno y Europa, no mirar para otro lado y dejar el peso en las administraciones pequeñas de pueblos que somos fronterizos. Nos sentimos muy solos”.
Y es que en la frontera sur, la llegada de personas del continente vecino no es un fenómeno nuevo: “Llevamos 30 años alertando de esta situación y ha habido tiempo de sobra para crear un recurso de emergencia humanitaria mejor”, denunciaba Juan Carlos Carvajal, de la Asociación Cardijn.
Yo misma recuerdo cuando, siendo muy pequeña, mientras me bañaba en la playa de la Puntilla con mi abuela, escuché por primera vez el terrible término “espaldas mojadas”. Y ella me explicó que a veces, andando por la orilla, decían que podías pisar la espalda de algún ahogado. Esa imagen me impactó terriblemente y se me quedó agarrada en el tacto imaginario de las plantas de mis pies hasta el día de hoy.
El Alto Comisionado de la ONU para los refugiados, Filippo Grandi, afirmaba recientemente que “Europa hoy en día ya no está en el punto decisivo de una crisis migratoria o de refugiados sino que las llegadas por mar a través del Mediterráneo están a niveles anteriores a 2014”.
En esta misma línea afirmaba Carvajal: “Desde 2014 no son ni 2 millones de personas, según Acnur, los que han llegado por mar a una Unión Europea de 500 millones de habitantes, y ¿nos estamos preocupando porque vienen muchos? Esa responsabilidad del vienen muchos es de los medios de comunicación: por el uso de palabras como invasión, avalanchas… Creamos el problema de las migraciones y las migraciones no son un problema, son una situación, el problema puede ser que nosotros no estamos gestionado bien esa situación”. Y concluía tajante: “No vienen muchos: vienen mal, en una situación lamentable y dramática. No es una crisis migratoria, es una crisis humanitaria, y tenemos que dar respuesta a esa crisis humanitaria”.
Cuando nos despedíamos, uno de los operarios de salvamento confesaba: “Ver esta realidad te cambia las prioridades. Cuando no estoy en el barco y estoy con mi familia mi mente está sólo en tres cosas: mi mujer, mi hija y el teléfono encima de la mesilla por si me avisan. Y esas tres cosas son las que necesito controlar. Esta realidad se queda contigo”.
Y es que las estrellas, según desde donde las mires, pueden parecer enormes como el sol, o motas de luz pequeñitas en la noche. Podemos cerrar los ojos y no verlas. Podemos ver problemas o salvación. Depende del ángulo del que miremos… y del lado de la orilla que nos toque.
Yolanda Rosado es responsable de Comunicación de la ONG CEAin, técnica coordinadora del proyecto Kay Pacha para la convivencia intercultural en Jerez, de Andalucía Acoge, y autora del trabajo de fotoperiodismo San Miguel Diverso.
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