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La vida novelada de Manolita Chen, según un paisano de Arcos: “La ficción tiene más capacidad para engrandecer y emocionar”

Chen, durante el Pregón del Orgullo 2023 en la Plaza Pedro Zerolo de Madrid.

Alejandro Luque

Cádiz —

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En España, el nombre de Manolita Chen remite a dos figuras diferentes: una fue una empresaria y vedette que recorrió las ferias de España con su famoso Teatro Chino portátil, mientras que la otra fue una artista y activista que pasó a la historia como la primera persona trans en nuestro país que consiguió cambiar su nombre y su sexo en su DNI, y adoptar hijos. Esta última y su peripecia vital acaban de ser transformadas en novela de la mano del escritor gaditano Abraham Guerrero Tenorio (Arcos de la Frontera, 1987), que obtuvo con La pared de enfrente el premio Valencia de narrativa en castellano.

Una vida, la de Manolita, que habla de tiempos de pobreza y maltrato, de una operación en Casablanca que supuso el despegue de una carrera de cantante de copla que la llevó a actuar por todo el mundo y compartir escenario con estrellas como Lola Flores y Juanito Valderrama, pero también de aquella Ley de vagos y maleantes que cayó hasta tres veces sobre ella y de una tardía condena por un confuso caso de tráfico de estupefacientes…

Guerrero recuerda que su interés inicial por el personaje respondía a la mera curiosidad. “Manolita, para mi generación, cuando éramos adolescentes, era un personaje con connotaciones negativas en el pueblo”, recuerda. “Y digo personaje porque en el imaginario nos resultaba eso precisamente. Cuando yo tenía dieciséis o diecisiete años, entra en prisión. Es el punto de partida de la novela. Esa es la imagen que siempre he tenido de ella, la de un travesti que entra en la cárcel. Pero ya luego, conociendo a algunas amigas poetas que escriben lo que hoy en día se denomina literatura queer, comenzó a fraguarse en mi pensamiento que quizás esa mujer escondía una historia que pudiese interesarme”.

Muchas Manolitas

Esa sospecha se confirmó cuando Guerrero vio el filme Manolita, la Chen de Arcos, de Valeria Vegas. “Fue un documental en el que descubrí anécdotas que eran muy novelescas, pero que me ofrecía una imagen un poco lineal, y ahí me sonó el click de la estructura, una amalgama de voces que arrojaran las luces y las sombras de Manolita. Y lo confié todo a la literatura, porque su voz de mujer andaluza, rebelde y sin pelos en la lengua me parecía poderosísima, y porque la ficción tiene más capacidad para engrandecer a un personaje y para emocionar”.

Pero, ¿quién fue realmente aquella Manolita Chen nacida con el nombre de Manuel Saborido Muñoz? Para el escritor, una figura que va más allá de su registro legal como mujer. “Fue alguien que creció en un pueblo del sur de España en el tardofranquismo, y desde muy pequeña fue considerada el mariquita del pueblo, con lo que eso suponía en aquella época”, apunta. “No sólo iban a señalarla por su condición, sino que iban a encarcelarla y apalizarla cuando había alguna fiesta local en el pueblo. Aun así, ella nunca abandonó su lucha, en un ejercicio de enorme resistencia, y se embarcó en una aventura que considero épica y que la llevaría a alcanzar cierto éxito en las salas nocturnas durante el franquismo y los inicios de la democracia. Esa resistencia, esa lucha, ejemplifica muy bien la disidencia sexual de esos años. Manolitas ha habido muchas en España, pero sus acciones y la visibilidad que alcanzó, sobre todo cuando adoptó a María, su primera hija, la hacen una figura imprescindible hoy día para hacer un ejercicio de memoria y entender cómo se fraguaron ciertos derechos alcanzados en la actualidad”.

El escritor Abraham Guerrero, en imagen de archivo.

No obstante, el autor subraya que su obra es pura ficción, por muy basada en la realidad que esté. “Licencias hay todas las del mundo”, admite. “Cuando ideé la novela comencé a entrevistarla, y aunque me conmovía lo que me decía, siempre me imaginaba a quienes la acompañaban en la escena que me relataba. Desde esa perspectiva, ya la ficción entra de lleno. Por ejemplo, en la segunda parte de la novela, la sitúo en Barcelona. Allí ella conoce el barrio chino barcelonés, trabaja amontonando periódicos de La Vanguardia y poniéndoles la cuerda para llevarlos a los kioskos, actúa en el Barcelona de Noche, empieza a hormonarse… Todo eso es cierto. Pero luego hablan quienes trabajaban con ella en La Vanguardia, o quienes iban a clase de canto junto a ella o la acompañaban a comprar los botes de hormonas. Lo he pasado en grande escribiendo. Eso sí, el contexto en el que sucede cada parte de la novela, está, creo, muy documentado. He acudido, en primer lugar, a ella, entrevistándola personalmente. Aparte he hecho muchas más entrevistas, desde Carla Antonelli al vicepresidente de su fundación, Jorge M. Pérez. He acudido a archivos históricos, a ensayos, a leyes franquistas… Monté en mi escritorio todo un arsenal de documentos que me ayudasen a hacer verosímil la historia”.

Reparación y reconocimiento

Sobre las lecturas de esta historia que puedan resultar válidas para el presente, donde el debate sobre la diferencia sigue encendido en foros y redes, Guerrero defiende que “Manolita vive su momento de más actualidad, mucha más que cuando se me ocurrió la novela. Cuando en 2023 entra en vigor la conocida como Ley Trans, creo que pasa a convertirse en una figura esencial en el colectivo LGTBI+. De hecho, es a partir de ese año cuando se convierte en pregonera del Orgullo de Madrid o de Torremolinos, cuando el presidente del Gobierno le entrega la declaración de reparación y reconocimiento personal, la máxima distinción como referente de la memoria histórica LGTBI+ como víctima de los abusos de la dictadura franquista, y cuando el ministro del Interior le concede la Gran Cruz al Mérito Social de la Guardia Civil”.

“Con todo esto”, concluye, “siempre se corre el peligro de que historias como la de ella caigan en el olvido, y espero que la novela ayude a que eso no ocurra. Es necesario conocer qué pasó para entender lo que ocurre hoy en día, para que no se vuelva a repetir tanto daño a quien en cuestión de sexo y de género no entra dentro de lo considerado como normativo. Se ha conseguido mucho, pero aún queda. Esto suena a tópico, pero nunca está de más recordarlo, más aún en la actualidad, donde la extrema derecha ha conseguido instalarse en el pensamiento de una numerosa parte de la población”.

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