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Ocupan en Sevilla un edificio del 'Banco malo' para su uso como centro social y cultural

Momento en el que despliegan una pancarta anunciando la ocupación del inmueble.

Ramiro Navarro

Durante la tarde de este pasado sábado, unas 60 personas, algunas de ellas miembros de varios colectivos sociales, activistas y residentes de la zona norte del casco histórico de Sevilla, anunciaron la ocupación de un céntrico edificio conocido hace años como Espacio Endanza. La entrada en el inmueble tuvo lugar días atrás, aunque ha sido ahora cuando la iniciativa se ha hecho pública. Se celebró una concentración frente al inmueble y se descolgó una pancarta en la puerta, rebautizando el lugar como Centro Social Ocupado Autogestionado Endanza.

El último uso que tuvo este sitio fue como sala de actividades culturales, el Espacio Endanza, que finalizó su andadura en el año 2007. Desde entonces “ha sido dejado al abandono de ratas y jaramagos, y ahora estamos aquí para limpiarlo y darle uso entre todos, para que el barrio y la ciudadanía lo recupere y lo disfrute”, indica uno de los portavoces, megáfono en mano, durante la concentración.

Según puso de manifiesto Mariluz, que realizó la lectura de un escrito para “dar apoyo a los compañeros que están dentro”, la propiedad del edificio era de la Caja de Extremadura y luego paso a manos de la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria (Sareb). Esta sociedad, conocida como el 'banco malo', se creó en 2012 para hacerse cargo de los activos de cuatro entidades 'rescatadas' y de aquellas que estaban en proceso de reestructuración. Sareb está formado en un 55% por capital privado y en un 45% por capital público a través del FROB, el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria que recibió 9.674 millones de euros en ayudas públicas.

“El edificio será de ahora en adelante un espacio para el barrio, para actividades culturales, sociales y políticas que no tienen cabida en otros lugares”, explicaron en la lectura de un comunicado. Además, también desearon que “se convierta en un punto de encuentro para los colectivos y movimientos sociales que luchan contra las políticas de austeridad y recortes sociales”. Según se puso de manifiesto en la concentración, “los centros cívicos gestionados por las instituciones no cubren las necesidades del vecindario y otros espacios existentes, como el Centro Vecinal el Pumarejo, auténtico y exitoso ejemplo de autogestión vecinal, no dan abasto a la ingente propuesta de actividades que general el barrio; por eso hemos decidido ocupar este edificio”.

“¿Qué fue de los proyectos para el barrio que anunciaban los políticos?”

Todos los espacios que se ocuparon en Sevilla en la última década con similar intención fueron desalojados por orden judicial y siguen a día de hoy abandonados. El Centro Social Casa Viejas, en el cercano barrio de la Macarena, fue desalojado en 2007 (con un juicio pendiente que se celebrará en poco tiempo) y continua siendo un solar vacío coronado por un cartel que anuncia desde hace 5 años un proyecto de obra que nunca ha llegado a iniciarse. El Centro Social La Fábrica de Sombreros, en la calle Castelar, fue desalojado en 2009 y también continua sucio, abandonado y en desuso.

El último de esta índole fue el Centro Social La Huelga, en la calle Muro de los Navarros, un antiguo taller mecánico que de igual modo sigue cerrado, tapiado y sin ser utilizado. Recordando estos lugares, en la lectura de un escrito MariLuz hacía estas preguntas: “¿Porqué las autoridades se empeñan en privarnos de espacios rescatados del abandono para volver a abandonarlos?, ¿qué fue de aquellas promesas?, ¿qué fue de aquellos proyectos para el barrio que anunciaban en esos lugares?

Durante la concentración celebrada en la tarde del sábado, un reducido grupo de agentes de la Policía Nacional se presentó en el lugar, recabaron algo de información de algunas de las portavoces de la iniciativa y solo pidieron que la concentración no alterara el paso de vehículos por la calle San Luis. Algunos vecinos y vecinas próximos al inmueble se acercaron a curiosear o a preguntar por lo que ocurría. Hubo reacciones positivas animando a “recuperar todo lo que los bancos nos han quitado” y otras más despectivas como “no os podíais ir todos a ocupar a Los Pajaritos, os teníais que venir al centro”, aludiendo con desdén a uno de los barrios obreros de Sevilla más castigados por la crisis.

De momento las personas que han impulsado esta acción convocaban a la ciudadanía a acercarse al lugar en los próximos días, para ayudar, limpiar e ir programando las actividades que los participantes quieran llevar a cabo.

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