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El acebuche de Zalamea, donde los vecinos abrazan a la naturaleza

El acebuche de Zalamea, donde los vecinos abrazan a la naturaleza

Fermín Cabanillas / Fermín Cabanillas

Zalamea la Real (Huelva) —

Si miramos a nuestro alrededor, no encontraremos ningún ser vivo que tenga un milenio de vida; que haya conocido la España de la dominación árabe, el paso de los Reyes Católicos o a la pérdida de las colonias. No hay nadie que testifique haber visto los cambios vividos en los últimos 1.000 años, o mejor dicho, casi nadie. En Zalamea la Real, en el centro de la provincia de Huelva, un ser vivo puede presumir de ser testigo de tan inmenso devenir del tiempo, y lo hace en forma de un impresionante acebuche.

Las dimensiones del árbol en cuestión, según se recoge en el catálogo de árboles y arboledas singulares de Andalucía, ya dan una idea de su importancia. Tiene más de 6 metros de perímetro de tronco medidos a 1,30 del suelo. Su interior se halla hueco y el paso de los años ha provocado que el fuste se divida en dos hasta llegar a la peana, hecho que le confiere un aspecto aún más anciano, según el mismo catálogo, que cita que el punto de ramificación puede aproximarse a los 1,9 metros de altura.

En el entorno de las inmediaciones de la denominada Sierra del Águila es donde habita el conocido como Acebuche de El Espinillo, rodeado de otros árboles de la misma especie que han nacido de sus semillas, así como de eucaliptos que tienen un origen relativamente cercano en el tiempo.

“Ha sobrevivido a todo”

Para poder disfrutar de la plenitud de este árbol solo hay que tomar un desvío por un paraje cerca de la carretera de Zalamea la Real a Berrocal, en la finca del Espinillo. Antes de llegar a la aldea de Marigenta, cerca del Membrillo Bajo, el árbol aparece majestuoso, con sus más de doce metros de altura, y su primera visión ya da una idea de la fuerza con la que se aferra a la vida.

Juan Romero, portavoz de Ecologistas en Acción y vecino de Berrocal, relata las curiosidades que rodean a este árbol. “Hay cosas muy interesantes, como que sobrevivió a los años más nefastos de la política forestal, cuando se primaban las plantaciones de especies como los eucaliptos. Una empresa maderera hizo una gran repoblación de la zona donde se encuentra el acebuche, tiraron los grandes encinares del entorno de Las Delgadas, pero no se atrevieron con este árbol”.

Además, pudo más que la actividad minera que hizo que Huelva fuese un referente mundial hasta principios del siglo XX, “cuando para tratar el mineral usaban leña de encinas, alcornoques y todos los árboles que cogían, pero nunca talaron este árbol”, recuerda.

Juan Romero llama la atención sobre el hecho de que el acebuche es el olivo originario, y que todas las variedades parten de este patrón común. “Este árbol, concretamente, ha dado semillas para que los pájaros que consumen la aceituna silvestre la hayan ido soltando en sus heces y repoblando un perímetro de un kilómetro, todos esos ejemplares son hijos de este acebuche”.

Tal es la admiración de los vecinos de la zona por este árbol, que cada año es objeto de un homenaje, sobre todo después de que se salvase por metros del incendio que en 2004 arrasó 27.000 hectáreas entre las provincias de Huelva y Sevilla, con inicio en la localidad de Minas de Riotinto.

Un año después, los vecinos celebraron de forma espontánea una fiesta homenaje en torno a él, y nació así una festividad en la que el Acebuche Milenario se ha convertido en un símbolo del patrimonio natural para reclamar una mayor conservación del entorno natural y en la actualidad. La cita está organizada por el área de Cultura del Ayuntamiento de Zalamea la Real, la asociación 'Amigos del Árbol', la Diputación Provincial de Huelva y la Hermandad de San Pedro y la Cruz de Marigenta, con actividades como exposiciones fotográficas, actuaciones musicales o convivencias gastronómicas. Todo, para no perder de vista nunca la importancia de este árbol, “una auténtica catedral, y debería tener esa misma protección”, apostilla el portavoz ecologista.

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