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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Maratón del miedo en Jaén

Uno de los siniestros personajes que aparecen en estas visitas.

Concha Araújo

Pasarlo de miedo es mucho más que una expresión cuando se acerca el 1 de noviembre. Además de las visitas a cementerios o la repostería, en los últimos tiempos proliferan las propuestas vinculadas al terror y el esoterismo. Jaén y Úbeda son dos de las ciudades que en las vísperas de Todos los Santos y el Día de Difuntos plantean algunas interesantes alternativas para visitar las ciudades con otra perspectiva.

En la ciudad renacentista, hace tres años que el otoño arranca con ‘Ubeda del miedo y la magia’, una iniciativa que ofrece una visión alternativa de los monumentos y la historia local. Entre sus singulares propuestas está la Cena de Difuntos, un ritual que se repite dos veces durante el puente festivo y en el que los visitantes son testigos de los preparativos pero no participan del ritual que la familia que habita en Palacio Vela de los Cobos repite desde hace siglos.

Hasta la medianoche del 31 de octubre y del 1 de noviembre, el palacio situado en el corazón de la ciudad, abre sus puertas y se muestra iluminado solo con velas. En el comedor, una mesa para 40 invitados aguarda que cada uno se sitúe ante el cartel con su nombre y apellido. Solo que su presencia no es material: son los antepasados convidados a esta particular velada. También pueden curiosear en una de las bibliotecas privadas más singulares de Andalucía y ojear los libros de misterio y fantasmas que pueblan los anaqueles.

A medianoche el palacio se queda vacío, llega el momento en que la cabeza de familia invoca a los fantasmas para que acudan a la mesa, compartan el frugal refrigerio de pan y agua y se despidan de sus descendientes. “La familia lleva siglos haciéndolo, se pueden ver los preparativos, pero nada más. El ritual es privado”, explica Pablo Lozano, uno de los representantes de Semer Turismo, promotora de buena parte de las actividades turísticas con tintes sobrenaturales.

Además se celebran visitas guiadas y cuentacuentos con historias más o menos tenebrosas, en función del público al que se dirigen. Esta semana se concentran los eventos de este perfil, pero en la ciudad existen rutas misteriosas que se desarrollan a lo largo del año. Agustín Palacios actúa como guía en una de ellas, un recorrido que incorpora al circuito por la ciudad “templarios, brujas, alquimia, simbología…” que pueden encontrarse en los edificios de la ciudad histórica. Por ejemplo, los simbolos de protección en la Iglesia de San Pablo.

Señala que el hilo conductor se adapta siempre a las peticiones del público muestra interés por historias de lo más diverso. Así es como cobra fuerza la historia de la emparedada de la Casa de las Torres (sede de la Escuela de Artes y Oficios) que aparece en alguna novela de Muñoz Molina o los sucesos paranormales de los patios de Santo Tomás.

En una dirección parecida se mueven las visitas que oferta Baraka Project. La guía que trabaja con este proyecto, Eva de Dios, sigue dos itinerarios. Uno teatralizado que arranca en la plaza de Santa Luisa de Marillac, donde se encuentran los Baños Árabes, y otro sin actores que parte de la Catedral y es más corto pero abierto igualmente a experiencias paranormales. Los espacios citados, el arco de San Lorenzo, la plaza de San Bartolomé o el Convento de Santo Domingo son algunos de los escenarios en los que se mueven personajes siniestros. Incluso sensaciones. Eva de Dios explica que durante estas visitas en un espacio de los Baños Árabes “hay gente que a veces siente como si algo le absorbiera la energía”

En la teatralizada, además, un grupo de actores recrean algunos de esos misterios. Una de las más populares es la historia del Padre Canillas, el monje que le pide a un viandante que le ayude a oficiar misa. Al arrodillarse durante la ceremonia, el improvisado monaguillo descubre que los tobillos que asoman bajo los hábitos están descarnados o “como se dice popularmente, en las canillas”, señala Viviana Alcántara promotora de esta experiencia.

Alcántara subraya que el 1 de noviembre es el punto de partida, pero que se ofertan estos recorridos durante todo el año. Una apuesta en la que participan de forma directa media docena de personas para garantizar un recorrido a mitad de camino entre la historia y el espectáculo. Eso sí, en estas fechas, además de recuperar el terrorífico pasado de los lugares que habitamos las actividades se arropan con proyecciones cinematográficas, dramatizaciones radiadas o exposiciones que hacen que la imaginación vuele hacia el lado más oscuro.

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