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“Pedí un libro de Marx por mi primera comunión”: así llegó al PSOE la andaluza más joven de la ejecutiva de Pedro Sánchez

María Márquez, diputada socialista por Huelva, levanta el puño tras ser elegida responsable de Formación en la nueva ejecutiva federal del PSOE.

Daniel Cela

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María Márquez (Huelva, 1990) no había nacido cuando estrenaron en los cines Pretty Woman. “¿A cuántas mujeres que sufren explotación sexual conoces como ella?”, responde cuando le preguntan si le gusta la película. Es difícil encontrar en esta diputada andaluza un tema de conversación que no esté irremediablemente atravesado por la política.

En su vida, la política se solapa con el trabajo, la diversión, el ocio, los amigos, las relaciones sentimentales, la lectura... “A los diez años, por el día de mi primera comunión, le pedí a mi padre un libro de Marx”. ¿Karl Marx? ¿Y qué hay de La isla del tesoro, Los tres mosqueteros...? Sonríe y menea la cabeza: “Soy una friki de la política. Lo que más me ha inspirado en mi posición ideológica es leer a Alfonso Guerra. Cuando el tiempo nos alcanza es mi libro de cabecera”, dice, sobre las memorias del ex vicepresidente del Gobierno. A los 12 años “veía una y otra vez” las cintas de VHS donde su padre tenía grabados los debates entre Felipe González y José María Aznar (1993).

A los 14 años, el día de su cumpleaños, se afilió a las Juventudes Socialistas de Andalucía, cantera de políticos de profesión como la ex presidenta de la Junta, Susana Díaz. Con 31 años, la semana pasada entró en la ejecutiva federal del PSOE, elegida por Pedro Sánchez para ocupar la Secretaría de Formación, a propuesta del secretario general de su federación, Juan Espadas. “Yo no me enteré hasta ese momento, después de que Juan se reuniera con el presidente”, dice.

Márquez es la segunda dirigente más joven en la nueva dirección de Ferraz, “de las más chicas” entre los 109 diputados del Parlamento andaluz [formó parte de la Mesa de Edad de la Cámara en 2015, cuando estrenó su escaño, y más tarde en 2018]. Pertenece a un partido que ha gobernado ininterrumpidamente 37 años en Andalucía -más de los que ella lleva en este mundo-, sin embargo, su vida parlamentaria está marcada por un cambio de ciclo histórico: los tres últimos años del último Gobierno socialista y los tres primeros del primer Gobierno de PP y Ciudadanos. Quizá por eso se adaptó con más agilidad que muchos de sus compañeros de bancada al ejercicio de oposición, un músculo que el PSOE andaluz tenía atrofiado porque no había necesitado usarlo en casi cuatro décadas. “Estábamos deprimidos, pero yo no quería perder tiempo, estaba impaciente por trabajar y hacer oposición”, recuerda.

Desde hace unas semanas, la diputada onubense forma parte del círculo de confianza del nuevo secretario general del PSOE andaluz, Juan Espadas, y del Comité Organizador del XIV Congreso Regional del PSOE-A, que se celebrará los días 6 y 7 de noviembre en Torremolinos (Málaga). Ahora ocupa un despacho noble del grupo parlamentario socialista, que apenas ha tocado: “Sólo he sacado unos puros y un cenicero que se habían dejado en un cajón, y he puesto en aquella ventana mis postales feministas y un tarro de caramelos de colores”, se ríe.

La juventud de Espadas

Juan Espadas ha depositado en María Márquez la interlocución con una generación de jóvenes que se ha alejado del PSOE, cuando no de la política. La primera promesa electoral que lanzó fue “convertir en un derecho la primera oportunidad laboral de los jóvenes”, en una comunidad donde el 47% de los andaluces menores de 25 años está en paro. Ella reconoce que su juventud no es homologable a la mayoría de sus contemporáneos: su vida laboral está ligada al PSOE, nunca ha tenido problemas de acceso al trabajo o para emanciparse de casa de sus padres (vive de alquiler, pero el contrato no está a su nombre).

Márquez y su amiga, la hoy portavoz parlamentaria de los socialistas, Ángeles Ferriz, han sido la avanzadilla del alcalde de Sevilla para forzar el relevo de Susana Díaz al frente de la federación más numerosa del partido. Antes de que Espadas diera el paso de presentarse -empujado por Ferraz-, estas dos diputadas ya se habían rebelado contra la anterior ejecutiva desde “el rincón de pensar”. El grupo socialista estaba partido en dos.

Quienes quedaron fuera del círculo de confianza y lealtad de Susana Díaz fueron relegados a puestos secundarios. Márquez y Ferriz zarandearon el avispero, incluso durante el paréntesis hipotenso de la pandemia, nunca dejaron que se apagase el run run interno que muchos meses después conduciría a un adelanto de las primarias socialistas y el fin del mandato de Díaz. “Debimos hacer la renovación mucho antes, en 2019, cuando perdemos la Junta. Perdimos las elecciones porque no gobernamos. Algunas dijimos entonces que estábamos ante un nuevo ciclo político, pero no nos escucharon. Es más, nos orillaron y lo pasamos muy mal”, recuerda.

Ahora Márquez es portavoz adjunta del PSOE en el Parlamento y, desde este despacho sin puros ni ceniceros, coordina a esos veteranos diputados que formaron el último núcleo duro de Susana Díaz. Hombres que le doblan la edad, y que farfullan en los pasillos sobre la nueva hoja de ruta de Espadas -muchos recelan de su plan de pactar los Presupuestos con el PP-, pero aún no han expresado sus quejas en público en las reuniones del grupo parlamentario. A la diputada onubense, la propuesta de diálogo con la derecha no le parece “una marcianada”, tiene una “poderosa razón para creérmelo profundamente”.

En la pasada legislatura, Márquez fue ponente en la comisión que diseñó la actual Ley andaluza de Memoria Histórica, que fue aprobada sin ningún voto en contra. “Pactamos con el PP y con Cs hasta el límite de lo posible, que fue esa abstención inédita en la derecha, porque venían de votar en contra de le ley estatal de Zapatero. Con diálogo se puede hacer todo. Pactar una Ley de Memoria con la derecha es más difícil que pactar unos Presupuestos”, asegura.

Renovación tardía

Al preguntarle si la renovación en la dirección del PSOE-A ha llegado tarde, si la designación de Espadas bajo la sombra de un adelanto electoral mina las posibilidades de los socialistas de recuperar el poder, Márquez pega un respingo en el asiento y le brota como una cascada el argumentario del partido: “El partido está más activo y tensionado que nunca. Nuestra baza es que los 400.000 votantes que nos abandonaron en 2018 no se fueron a otro partido, se quedaron en casa, y vamos a convencerles para que vuelvan. Las próximas elecciones sólo plantean una disyuntiva: o gobierna Juan Manuel Moreno (PP), probablemente con Macarena Olona (Vox), o gobierna Juan [Espadas]”.

La diputada onubense está convencida de que si Moreno gana las andaluzas en 2022, “la derecha se va a consolidar en Andalucía y con ella los pasos atrás en materia de igualdad y derechos sociales”. El presidente de la Junta, uno de los perfiles moderados con más proyección nacional en el PP, replica a diario que “ese cuento ya no cuela”, que la gente ha perdido el miedo a que la derecha gobierne esta tierra. La portavoz socialista niega con la cabeza. Admite que su partido necesitaba “una curita de humildad”, que en los últimos años de gobierno “el PSOE-A perdió oído en la calle”, pero “ya está”. “¿Qué es la herencia recibida? ¿Yo soy herencia recibida? Que tengo 31 años y estoy en el núcleo de confianza de la persona que dirige ahora el PSOE-A? ¿La sanidad pública que nos ha salvado de la pandemia no es herencia recibida? ¡Ya está! Nos vamos a reafirmar en lo que hicimos bien, cuando Moreno nos achaque la herencia recibida, no le diremos que no es nuestra, le diremos que se la está cargando, que Andalucía está más derechizada que nunca, sin duda”.

Familia de izquierdas

María Márquez dice que, por su historia familiar, “sólo podía ser de izquierdas”. Su abuela era “sirvienta” desde los seis años en la casa de un terrateniente andaluz, su abuelo “se quitaba la gorra delante del señorito”. “A veces sólo comían un huevo duro al día”, dice. De izquierdas, sí, ¿pero por qué del PSOE? Márquez tenía 21 años cuando en España irrumpe el movimiento 15M, un descontento social contra la clase política y las instituciones del que nacerá Podemos, que canaliza toda la indignación y protesta de un sector de la izquierda decepcionado con el PSOE e IU. “¿Por qué el PSOE? Porque tiene ideología, pero también tiene utilidad. El PSOE es el que materializa mis ideas, la izquierda tiene que ser útil para la gente”, advierte.

Se licenció en Psicología Social -su padre es psicólogo clínico y su madre ama de casa- y está estudiando a distancia el Grado de Educación Infantil y Primaria. No ha desempeñado nunca un trabajo profesional fuera de la política. Fue directora del Instituto Andaluz de la Juventud. A los 19 años cobró su primer salario público: 120 euros al mes como concejala en el Ayuntamiento de su pueblo, San Juan del Puerto.

Ese mismo año, en 2009, el PSOE de Euskadi pidió ayuda a otras federaciones para afrontar la campaña electoral de Patxi López, y Márquez se ofrece voluntaria, se sube a un autobús y cruza el país para “arrimar el hombro”. “Para mí era más divertido que ir de acampada”, recuerda. “Me he perdido cumpleaños y fiestas con amigos por ir a actos de partido, por ser voluntaria para el Banco de Alimentos o para Amigos del Pueblo Saharaui”.

Durante un acto electoral en Azcoitia (Guipuzkoa), un grupo de radicales rodea en la calle a la comitiva socialista, les lanza a la cara papeletas del PSOE, gritos y amenazas. Tienen que salir escoltados. Aquel 2009, ETA atentó seis veces y asesinó al policía nacional Eduardo Antonio Puelles con un coche bomba en el municipio vizcaíno de Arrigorriaga. La semana pasada, cuando se cumplía el décimo aniversario del fin de ETA en España, un periodista preguntó a Márquez en el Parlamento si como miembro del PSOE andaluz “no se avergüenza” de que Pedro Sánchez haya pactado “con los herederos de ETA”. La portavoz socialista respondió con estas palabras: “Como el PSOE de Andalucía, me enorgullece que el fin del terrorismo en nuestro país estuviera con un presidente socialista y con un Lehendakari socialista en el País Vasco. Hoy se cumplen 10 años del fin de ETA y me siento orgullosa de la contribución histórica que ha hecho mi partido al fin del terrorismo en España. El PSOE nunca va a utilizar este tema para confrontar políticamente”.

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