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El segundo puente de Cádiz, un proyecto faraónico anclado en el Atlántico

Segundo puente de Cádiz

Francisco J. Jiménez

Entrar en Cádiz es un placer, pero a la vez puede ser un martirio. Son muchos los visitantes que se replantean el hecho de acudir a la capital por la incomodidad de cruzar el puente Carranza y, después, por lo complejo de encontrar aparcamiento. Para paliar parte de este problema se proyectó hace ya siete años la creación de un segundo puente que está siendo una pesadilla a todos los niveles.

El conocido como puente de La Pepa no termina de ver la luz. Desde que en 2006 la entonces ministra de Fomento Magdalena Álvarez lo anunciara a bombo platillo, se han sucedido los parones y las molestias para los gaditanos. Además, los 288 millones presupuestados en un primer momento se han multiplicado llamativamente hasta llegar a los 506 después de lo asignado en los Presupuestos Generales del Estado. En la obra ya se han invertido 470 y habrá 60 más en 2015.

Números que marean y la sensación de fondo de que el final aún está muy lejos. En octubre se han reactivado los trabajos en una batalla política en la que la alcaldesa de la ciudad, Teófila Martínez, ha cargado en distintos momentos contra el PSOE y también contra Dragados, la empresa adjudicataria. La regidora critica que la empresa ha ralentizado la obra a pesar de haber recibido las cantidades pactadas por parte del Ministerio de Fomento. Su promesa es que el segundo acceso estará finalizado en 2015, pero son pocos los que se lo creen.

En 2007 no se adivinaba con facilidad que llegaría una crisis tan grave como la que ha azotado a todo el país, pero sucedió y el puente de la Constitución de 1812 sufrió las consecuencias. El ritmo no fue el esperado y por eso siete años más tarde sigue coleando, con muchas dudas además sobre la necesidad de llegar tan lejos con una obra faraónica de este calado.

Silencio generalizado

La empresa se encargó al estudio de Carlos Fernández Casado S.L., con el ingeniero Javier Manterola a la cabeza. El proyecto tenía las ideas muy claras. El acceso a Cádiz desde el puente de Carranza o desde la autovía del Sur producía la necesidad de atravesar toda la ciudad por la Avenida de Andalucía hasta llegar al puerto y la ciudad vieja. El tráfico viario se congestionaba en dicha avenida, cuando se podía circular por el puente de José León de Carranza, atascado a su vez por el excesivo tráfico. Por esta razón las autoridades del Ministerio de Fomento quisieron cumplir la vieja pretensión de la ciudad de realizar un nuevo acceso que desde Puerto Real llegase a Cádiz de una manera directa, desembocando al otro lado de la Ciudad en la Avenida de la Bahía, junto al puerto y la parte vieja de la ciudad.

Ésa era la meta del segundo puente que, con una longitud total de 3.082 metros, es con mucha diferencia el mayor de España y uno de los mayores del mundo. Cifras grandilocuentes que en su momento servían para que todas las partes implicadas sacaran pecho. Ahora sólo la alcaldesa se atreve a hablar abiertamente de fechas y de cifras. Los demás no quieren saber nada del proyecto.

Es el caso de Javier Manterola, que no quiere hacer ninguna declaración al respecto. “Pregunten a las administraciones”, se limita a comentar desde su despacho de Madrid. El ingeniero pamplonica, curtido en mil batallas, ya había avisado que este proyecto, que dio sus primeros pasos en los años noventa, se iría a un presupuesto mucho mayor del previsto oficialmente. Eran muchos los técnicos que defendían en Cádiz la teoría de que Dragados, con tal de conseguir la adjudicación de la obra, había presentado números a la baja tanto en el precio como en el tiempo de realización. En Dragados también dan la callada por respuesta cuando se les presenta la ocasión de valorar el supuesto tramo final de la obra. “No queremos decir nada al respecto”, comenta una responsable de comunicación.

Ahora es lógico que la oposición al Partido Popular en Cádiz pida una auditoría para saber por qué se han producido tantos parones y el coste de los mismos. El PSOE quiere conocer los detalles y desde Diputación, controlada ahora por los populares, se vuelve la mirada al génesis de todo, con Magdalena Álvarez y los socialistas al frente del proyecto. Mientras, Teófila Martínez, celebra el gran año que será 2015, donde no sólo se acabará el segundo puente. También será el de la llegada del AVE a la ciudad. Todo eso sobre el papel.

“No me creo ya nada”

Pero la realidad a día de hoy es otra. El puente sigue sin terminarse y los vecinos del barrio de Astilleros padecen estos retrasos directamente en sus bolsillos. Gabriel Grimaldi, propietario del Café Grimaldi, tiene muy claro que hay que esperar sentado. “A nosotros la obra del puente nos ha empezado a afectar cuando han cortado tráfico en la rotonda en julio. Ahí es cuando lo hemos notado mucho porque El Corte Inglés es nuestra fuente principal. En porcentaje podemos haber perdido un 30% de ventas. Ya perdimos en la crisis, no hemos subido los precios y esto es como cuando toreaba Rafael de Paula y le daban siete puntillazos al toro para matarlo”.

Respecto a los plazos, incredulidad: “Que se vaya a terminar en 2015 es mentira. No me creo ya nada. Los propios capataces de la obra me lo dicen cuando desayunan aquí y yo no creo al político, pero sí al trabajador que viene con las botas de barro. En 2016 acabará el acceso y hasta el 2017 no estará el puente. Hemos constituido una asociación de comerciantes del barrio de astilleros, que incluye zonas aledañas, y queremos tener una reunión con la alcaldesa porque estamos olvidados. Esta zona se queda muerta. El Ayuntamiento debe hacer algo que haga que el barrio tenga vida. Que no seamos el parásito de El Corte Inglés. A Cádiz la gente no entra por gasto de parking”.

La paciencia se acaba y el gasto se dispara en un proyecto que parece no tener fin.

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