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ENTREVISTA Sergio Fernández-Artamendi, experto en adicciones

Sergio Fernández- Artamendi: “Con las apuestas y el juego online hemos creado a los jóvenes un problema nuevo como pasó con el alcohol”

Sergio Fernández-Artamendi

Javier Ramajo

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La preocupación social por el aumento del juego de casas de apuestas y juego online en el día a día de los más jóvenes como forma de ocio no es algo que se le escape a los gobernantes. El Ministerio de Consumo, tras la experiencia del estado de alarma, acaba de endurecer su propuesta de regulación de la publicidad de las casas de apuestas. Aún así, los riesgos que implica la sobreexposición a la publicidad y juegos de azar por internet tampoco se les escapa a las mentes en formación, que 'pican' en un peligroso juego que, físicamente, tampoco muchas veces les pilla demasiado lejos al tener una sala de juegos en cualquier esquina, incluso cerca de colegios o institutos. Sergio Fernández-Artamendi, doctor en Psicología y director del Máster en Intervención Psicológica en Adicciones de la Universidad Loyola, lo sabe bien. Hablamos con este experto en prevención y tratamiento de adicciones, que nos explica el comportamiento de jóvenes frente a los reclamos constantes que aparecen y, precisamente, se quieren regular.

¿Qué le parece el nuevo borrador de publicidad del juego online remitido por el Gobierno a la Comisión Europea?

La primera reflexión sobre el nuevo nuevo Real Decreto creo que es positiva. En líneas generales, cuando salió el primero borrador, allá por febrero, nos pareció que estuvo muy corto, que se quedaban sin regular muchas cosas. Fue un poco decepcionante para los que trabajamos en el área y este de ahora ha resuelto muchas de esas cosas. Es un paso bastante positivo, aunque algunas cosillas quedan pendientes.

¿Qué cuestiones han mejorado y qué otras cosas quedan pendientes?

Hay un poco de confusión a nivel legal, porque algunas competencias son autonómicas, pero bueno, creo que los avances positivos residen en el hecho del control total de la publicidad. Es un poco extraño que lo dejen de madrugada, aunque eso quizás a los menores les afecta menos. También a nivel deportivo se han hecho muchos cambios, pero todavía se puede hacer publicidad dentro de los estadios. Lo que nos falta, desde el punto de vista profesional, es una actitud más preventiva, una visión más comunitaria del problema. Es ahí donde creo que las comunidades autónomas tienen más rol en cuanto al número de casas de apuestas e incluso el control del acceso a las casas de apuestas, cuestiones a las que sería conveniente que se les echara un vistazo también. En todo caso, el Real Decreto satisface la mayoría de las cuestiones que había pendientes.

¿Cómo se podría compaginar de mejor manera los intereses empresariales con la protección de las personas ante los riesgos de la adicción juego?

Las adicciones son un fenómeno bastante complejo. Hay aspectos biológicos que tienen que ver con que surja una adicción, con neurotransmisores y reforzadores psicológicos como la pérdida de control; y sociales, que tienen que ver con la disponibilidad, la publicidad, la regulación, el acceso, etc. El problema que tiene la adicción es que precisamente se caracteriza por esa pérdida de control. Y a nivel social hay muchas cuestiones que podemos hacer que tienen que ver con la regulación de publicidad, incluso con estrategias de prevención comunitaria que dificulten o que reduzcan el riesgo de que, sobre todos los menores, y también los adultos, recurran al juego, y que en caso de que recurran no derive en un problema adictivo.

¿Por qué cree que ha habido en los últimos años un aumento del juego y de las adicciones?

Al ser una adicción, es un poco traicionera la libertad de elección porque, como hemos visto con la regulación de los últimos años, completamente libre, lo que ha sucedido es que ha habido un incremento brutal de práctica de juego en menores, de juego problemático en menores, de problemas adictivos en menores. Una cosa es que existan ciertas actividades, pero desde luego que no estuvieran al acceso de menores, que estuviera bien controlada la entrada, que las informaciones incluso fueran más adecuadas, ... Es decir, controlar que pueda haber un lícito beneficio empresarial, pero otra cosa es aprovecharse de un patrón o de un tipo de actividad que, evidentemente, las empresas aprovechan. Lo veíamos en la publicidad reciente de “juega, juega, juega”, “apuesta, apuesta, apuesta”. Eso lo que está haciendo es forzar a la impulsividad, forzar al juego sin planificación e incitar a la excitación de asociarlo a juegos deportivos, etc. Usan todas las trampas. La adicción al juego siempre solemos decir que es una combinación del diseño de la máquina y el diseño de la persona. La persona no está diseñada para engancharse a ciertos patrones reforzantes, incluso el ser humano es muy malo estimando probabilidades y tendemos a creer que es mucho más probable que ganemos de lo que luego lo es, mientras que la máquina está diseñada para usar todo eso: cómo te engaño con las probabilidades, cómo me aprovecho de las debilidades, cómo fuerzo tu impulsividad, cómo pongo luces para hacértelo más atractivo, cómo cierro las salas de juegos para que no tengan vistas al exterior y pierdas la noción del tiempo... Todo eso es lo que hay que regular para evitar que una actividad lleve la gente a un patrón adictivo.

¿De qué modo se podría regular mejor?

La regulación va en la buena dirección, que es el control publicitario. Es decir, igual que no se anuncia tabaco, pues no anunciemos juego tampoco. ¿El acceso a salas de juego? Pues un control estricto, con DNI, porque incluso hay casos de personas que están inscritas en registros para que no se les deje acceder y pueden acceder. Se puede plantear una edad más alta también para la entrada o la distribución de las salas de juego, porque hay zonas de Madrid, por ejemplo, que en un cruce de cuatro calles tienes seis o siete salas de juegos, con publicidad completamente llamativa.

Pero hace unos meses, en el Parlamento andaluz, PP, Ciudadanos y Vox tumbaron una propuesta del PSOE para vetar las casas de apuestas a 500 metros de colegios de Andalucía.

Ese tipo de decisiones va en la mala dirección. Lo ideal sería, por supuesto, que estén alejadas completamente de los colegios. Es complicado porque, efectivamente, hay una cosa que llamamos prevención comunitaria que es que no sólo hay que regular. La trampa del juego responsable es poner todo el peso en el individuo en esa parte del juego. Y sabemos que, a nivel social comunitario, también hay un peso: si te pongo salas de juego al lado del colegio, pongo publicidad atractiva para los menores, doy descuentos de 50 euros para que empiecen a jugar, pues sabemos que lo más probable es que más chavales jueguen. Hay que reducir el riesgo de que esos jóvenes se involucren.

¿Cómo se suelen comportar los jóvenes ante esos reclamos?

Sabemos que el incremento que ha habido los últimos años de problemas de juego menores ha sido importante. No sólo hablamos de trastorno psicológico del juego, que sería el caso más grave y que en menores es más difícil, pero la mitad de los menores afirma haber jugado alguna vez y un cuarto de ellos en el último mes. Y hay otros estudios que dicen que entre el 1% y el 10% de chavales menores tienen problemas con el juego, problemas de jugar más de la cuenta, descontrol, problemas psicosociales, discusiones asociadas con la familia, deudas, incluso pequeños robos en casa. A esa edad, eso está claro que no debería suceder. Con las apuestas y el juego online, hemos creado a los jóvenes un problema nuevo como pasó con el alcohol. Hemos metido a los jóvenes en otro patrón y con problemas también de regulación, de falta de control, de cuestiones culturales. Por lo menos en el juego parece que las últimas medidas van en una dirección más adecuada.

Durante el estado de alarma, la Junta liberó a bares y salones de juego de la tasa fiscal para máquinas recreativas, con el rechazo rotundo de las asociaciones contra las adicciones. ¿Qué le pareció?

Que la ayuda al sector hotelero y hostelero vaya por favorecer más la actividad del juego pues creo que es la dirección equivocada. Es como si, de repente, para reducir los problemas de la hostelería quitáramos los impuestos al alcohol. Pues hombre, no, habrá otras cosas que podamos hacer, porque por mucho que haya un interés económico detrás, no tendría ningún sentido. Con el juego pasa un poco parecido. Hay que prevenir y efectivamente, el interés empresarial está ahí, pero el interés empresarial siempre va a querer más beneficio, y ese beneficio viene de más usuarios que gasten más dinero. Como psicólogo y sanitario, lo primero para mí es la salud, y los intereses económicos vienen detrás.

¿Qué le gustaría enfatizar en esta materia?

Hay que destacar la importancia de la prevención comunitaria y que las comunidades autónomas también regulen, que no se acumulen casas de juego de forma tan exagerada, que incluso los diseños y las casas de juego tengan también unos límites. También habría que potenciar la prevención en escuelas, porque una buena prevención desde la psicología sabemos que es eficaz. En adicciones adolescentes necesitamos muchos profesionales. Tenemos mucho trabajo por delante.

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