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Sergio Pascual, sindicalista y costalero que llegó a Podemos de la mano de Íñigo Errejón

El diputado de Podemos por Sevilla, Sergio Pascual.

Olga Granado

Dicen que el carácter de Sergio Pascual le impidió aceptar la propuesta del líder de Podemos, Pablo Iglesias, de tener una salida digna y dimitir como secretario de Organización porque ya no confiaba en él, con tantas fugas en el partido sin que el llamado a ser el fontanero fuera capaz de taponarlas. Por eso su salida se anunciaba este martes con un comunicado que casi de forma unánime ha concitado el calificativo de “duro”, cuando podía haber quedado en una dimisión por las recurrentes “razones personales”. Pero por encima de todo era un comunicado contradictorio porque agradecía su “trabajo” en una “deficiente gestión”.

En todo caso, con la destitución de Sergio Pascual se consumaba la potestad que tiene el líder de Podemos para quitarlo de en medio sin proponérselo previamente a ningún otro órgano, en virtud de unos estatutos que paradójicamente contaron con su cerrada defensa mientras sus compañeros de Podemos en Andalucía, por ejemplo, criticaban “tanta concentración de poder” en la secretaría general. Sergio Pascual se se convertía con ello en víctima de su propia trampa. Y era el aviso de Pablo Iglesias a su secretario Político, Íñigo Errejón, en la piel de su más fiel, tras los movimientos detectados los últimos meses por parte de éste para ejercer un contrapoder.

Pese a ello, en las últimas horas no ha dejado de recibir llamadas y mensajes de compañeros y compañeras que están indignados por el hecho de que le hayan cortado la cabeza, pero que prefieren no ser demasiado contundentes en su defensa porque no saben si la cosa va a parar con él. Por eso, la capacidad de la que Sergio Pascual ha hecho gala para no salirse nunca del guión, e incluso vender “la unidad del partido” cuando no la había, es la misma con la que se topa.

Prácticamente desde los inicios de Podemos, ha estado en el núcleo duro de Pablo Iglesias, pero en los últimos meses, en los que se ha ido gestando la posibilidad de quitarle el timón de Podemos, especialmente por la gestión que el líder ha estado haciendo de los resultados de las elecciones generales del 20 de diciembre, se había hecho inseparable de Íñigo Errejón, con quien trabó amistad en Bolivia y que fue quien lo introdujo en la formación.

Nacido en 1977 en Plasencia (Cáceres), Sergio Pascual se mudó con su familia antes de terminar de echar todos los dientes a Sevilla. De hecho, en la capital hispalense pasa todo el tiempo que puede, mínimo tres días a la semana. El tradicional programa de Semana Santa de Canal Sur, El llamador, lo entrevistaba recientemente, como el primer diputado que ha sido costalero. Nunca ha ocultado su condición de cofrade, tras una década llevando a la Virgen de las Angustias de la Hermandad de los Estudiantes de la capital hispalense. Pero también ha hablado de la necesidad de democratizar cuestiones tan intocables hasta hace poco en la Semana Santa de Sevilla como los palcos.

Tras ser el más votado en Andalucía en las primarias para configurar las listas para las elecciones generales, pudo liderar la candidatura de su ciudad y también, plaza con escaño asegurado: Sevilla. Gestionó entonces la posibilidad de meter como número 3 a Javier Pérez Royo, como fichaje estrella, pero le salió mal y tras ser anunciado, se retiró. Con todo, su lista consiguió dos escaños y entró en el Congreso de los Diputados. Pero en paralelo se abrieron importantes brechas en un territorio donde los cabezas de listas fueron casi todos afines a él y... de Sevilla, una casualidad difícil de encajar en la idiosincracia de Andalucía.

En todo caso, el hombre fuerte de Pablo Iglesias en Andalucía, quien cuando su secretaria general Teresa Rodríguez iba más por libre, era premiado después de haber sido el encargado de coser el partido en la populosa comunidad autónoma y de configurar listas y equipos que garantizaran siempre el control de la dirección nacional, con lo que a su vez provocó importantes tensiones. Eso le valió enemigos en su propio partido, y la indiferencia de la mayoría de los 15 diputados que tiene Podemos en el Parlamento de Andalucía, que con el tiempo se ha ganado Pablo Iglesias, comenzando por la propia Teresa Rodríguez. De este modo, mientras su amigo Íñigo Errejón y él se aseguraban el poder orgánico con el control de cargos, Pablo Iglesias se trabajaba el institucional merced a los grupos parlamentarios.

Sergio Pascual es duro de roer en las entrevistas y con una habilidad que le permite aguantar preguntas de la prensa sin salirse del guión de las respuestas. Hasta que termina por hartar a los periodistas, pero sin un mal gesto, porque no los provoca. Durante los actos en los que ha sido protagonista en Andalucía, se le ha visto bastante solo últimamente. En parte porque no tiene sintonía con sus dirigentes. Pero también porque nunca ha necesitado ir con un séquito de fieles a los eventos que le han tocado como secretario de Organización. Se desenvuelve bien solo. Quizá por ello estaba también solo en la presentación la pasada semana de la Ley 25 en Sevilla. Doblemente solo, porque la única prensa que estuvo fue eldiario.es/andalucia y eso que había estallado la crisis del partido en Madrid y ver cómo le gestionaba el secretario de Organización debía resultar motivador.

No está casado ni tiene hijos. De profesión es funcionario del cuerpo superior facultativo de la Junta de Andalucía. Educado, urbanita y con una seguridad para muchos típica de los ingenieros. Telecomunicaciones nada menos, y sin embargo se inició en un mundo totalmente ajeno como es el Sindicato Andaluz de los Trabajadores (SAT) como delegado cuando trabajaba en la Junta de Andalucía. Quizá más motivado por su faceta de antropólogo.

De cuidadas maneras, pese a lo precipitada que resulta en ocasiones su forma de hablar, con una barba siempre perfilada y en torno a una sonrisa. El pelo recortadísimo. No entra tampoco en el perfil de los miembros de Podemos de rastas que tanto juego han dado con su llegada a las instituciones. Si acaso, una licencia: un tatuaje en uno de sus antebrazos con un brazalete, un perro y una rana, que según ha relatado en más de una ocasión son símbolos de la “fidelidad” y el “cambio”, pese a que dice que lo de este último fue previo a que existiera Podemos y ha sido pura casualidad. Incluso cuando su obsesión ha sido poder “cambiar las cosas” y se ha creído de verdad que con Podemos era posible. Y en cuanto a lo de “fidelidad”, en estos momentos casi le sonara a cinismo. Por lo menos, le queda el consuelo de que el Domingo de Ramos está al caer.

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