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Susana Díaz ignora el cambio de ciclo en Andalucía: “Si quitas a la extrema derecha, aún hay mayoría de izquierdas”

Susana Díaz se ve con confianza para seguir "liderando" el PSOE-A: "Si hubiera perdido me habría ido"

Daniel Cela

La ejecutiva regional del PSOE andaluz, reunida este lunes en pleno, ha renovado la confianza en su líder y candidata, Susana Díaz, tras hacer un balance autocrítico de las elecciones del domingo. Díaz no se plantea dimitir y ningún dirigente andaluz se lo ha pedido, aunque a la par que comparecía la plana mayor del PSOE andaluz en su sede de San Vicente, llegaban voces autorizadas de la dirección federal, en Madrid, sugiriéndole que diera un paso atrás. “Si hubiera perdido las elecciones, me habría ido. Pero he ganado”, responde la sevillana.

Susana Díaz aún confía en formar Gobierno en Andalucía y prolongar el poder de los socialistas hasta los 40 años. Su lectura del resultado electoral reconoce la autocrítica por la abstención del votante de izquierdas (el PSOE ha perdido 400.000 apoyos), reconoce la irrupción de la extrema derecha, acorde con la ola de descontento populista con las instituciones que recorre Europa, pero no admite, bajo ningún concepto, que los andaluces hayan votado por un cambio de ciclo tras 36 años de gobiernos socialistas. “Si quita a la extrema derecha, aún hay mayoría de izquierdas en Andalucía”, ha subrayado. “Si incluye a Vox, entonces está naturalizando y normalizando a la extrema derecha en las instituciones, cosa que yo no haré”, ha remarcado.

El PSOE andaluz fue la fuerza más votada en las autonómicas del domingo, pero ahora ostenta el peor resultado de su historia: un 28% del sufragio. En las generales de 2016, Pedro Sánchez logró un resultado igual de exiguo (22,66%) y la federación socialista andaluza en bloque, con Díaz a la cabeza, lanzó de inmediato el mensaje de que era hora de “asumir responsabilidades”. La diferencia “notable”, según subraya ahora el PSOE andaluz, es que “nosotros ganamos las elecciones, y Pedro las perdió, y nosotros sacamos siete puntos de diferencia al PP y diez a Ciudadanos”.

Díaz tiene el aval de su ejecutiva -de los ocho secretarios provinciales- para pilotar las negociaciones con el resto de fuerzas “constitucionalistas” con idea de formar un Gobierno “de concentración” y presidirlo. “Lo más normal es que el tercero apoye al primero, lo contrario sería un poquito extraño”, dijo, cuando le preguntaron si estaría dispuesta a ceder la Presidencia a Ciudadanos (su antiguo socio) para parar al partido ultraderechista Vox.

PSOE-Ciudadanos-Adelante Andalucía

El primer croquis en la cabeza de Díaz, tan complejo como cualquier otra opción de ordenar el nuevo Parlamento, pasaría por un pacto a tres entre PSOE (33 diputados), Ciudadanos (21) y la coalición Adelante Andalucía (17). La idea sería renovar el pacto de Gobierno con la formación naranja, pero necesitarían un voto de la formación de Teresa Rodríguez o la abstención en segunda vuelta. En la oposición quedaría orillado el PP, con 26 escaños, junto a Vox, con 12, retratados como parte de la misma derecha “encanallada”. Díaz sacaría del “tridente” al partido de Albert Rivera, recuperando el status de “derecha moderada” que tenía antes de la ruptura del pacto con el PSOE, y alineándose a otros líderes liberales conservadores europeos, como el francés Emmanuel Macron o la alemana Angela Merkel. “Hay pocas posibilidades, porque después de tres décadas en la oposición la derecha no va a dejar pasar la oportunidad de gobernar en Andalucía, pero tenemos que intentarlo. Lo que no vamos a hacer es 'un Arrimadas'”, dice un dirigente socialista de la ejecutiva regional.

En las pasadas elecciones catalanas, Ciudadanos fue la fuerza más votada pero su líder y candidata, Inés Arrimadas, se negó a presentar su investidura a sabiendas de que la mayoría de partidos independentistas la rechazaría. El PSC y el PP le reprocharon que, al menos, no lo hubiera intentado y acusaron al líder nacional, Albert Rivera, de supeditar los intereses de los catalanes a la salvaguarda de la marca Ciudadanos.

Hay voces dentro del PSOE andaluz que, sin presentar nombres, ya contemplan buscar una salida digna para Susana Díaz, por ejemplo, ocupando un sillón en el Senado por adscripción autonómica. Pero ahora, en caliente, las filas están prietas. La preocupación en el partido por la entrada de Vox y la posibilidad de que la extrema derecha pueda articular sus políticas a través de pactos con PP y Cs es muy real. El objetivo último de la presidenta en funciones, más incluso que formar Gobierno, es evitar que eso ocurra. “Es una extrema derecha que ha llegado galopando sobre un discurso racista, xenófobo y que justifica la violencia sobre las mujeres. La primer líder europea en felicitarlos ha sido Marine Le Pen”, dice Díaz.

Su idea es presionar a sus rivales en la derecha, sobre todo a Cs, para que reconsidere su alianza con el PSOE y evite entenderse con Vox para formar un Gobierno con el PP. “No me imagino a Merkel o a Macron defendiendo y blanqueando el discurso de Vox”, insiste la andaluza. Tanto los populares como la formación de Albert Rivera tendrán que retratarse antes del ciclo electoral de 2019 -municipales, autonómicas, europeas y generales-, y Díaz esgrime con énfasis esta idea fuerza: Andalucía, España, sería el primer lugar de Europa donde los partidos constitucionales dan cobertura a una formación ultraderechista, en vez de aislarlos. “Que digan si sólo quieren el poder a cualquier precio, aun aceptando los votos de la extrema derecha”, subraya.

Susana Díaz ha hecho más autocrítica el día después de las elecciones que durante la noche electoral. “He entendido el mensaje y tomo nota”, ha dicho, aludiendo a los miles de “personas de izquierdas y con el PSOE en el corazón que se han quedado en casa”. “Tenemos que reflexionar, porque quizá no hemos recuperado la agenda social tras la crisis al ritmo que la gente demandaba o no lo explicamos bien”, dice. El PSOE ha gobernado los últimos tres años y medio de legislatura apoyado en Ciudadanos. Una legislatura que arrancó en los estertores de la crisis y que terminó en fase de “recuperación de derechos”.

En el camino, la Junta se ha enfrentado a las mayores protestas ciudadanas contra la gestión de la sanidad, la educación y los servicios públicos. Díaz asume sus errores de gestión, pero no se siente responsable del advenimiento de la ultraderecha: “Venía avisando desde hace una semana. Pero los demás, en vez de hacerles frente a ellos, me hacían frente a mí, me atacaban a mí, en lugar de atacar a la extrema derecha. Y ya la tenemos aquí”, concluye.

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