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La victoria de Espadas ilusiona a los socialistas andaluces: “Necesitamos comernos el mundo y terminar con la ultraderecha”

El ganador de las primarias del PSOE-A, Juan Espadas, a su llegada a la sede regional

Javier Domínguez Reguero

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Sólo Luis Ángel Hierro, sin apenas posibilidades, seguía el recuento de la votación desde la sede regional del PSOE de Andalucía. La tranquilidad siempre gana cuando no hay nada que perder. Los otros dos aspirantes, la secretaria general del PSOE-A, Susana Díaz, y el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, estaban en paraderos desconocidos. “¿Dónde está Susana? ”Dicen que en un hotel“. ”¿Y Espadas?“ ”Está llegando“. Y al final llegó el último al número 37 de la calle San Vicente de Sevilla. Y como vencedor.

El runrún tenía la veda abierta. Hasta cinco opciones -sí, cinco- barajaban los corrillos de periodistas que tecleaban entre cábalas. Y los protagonistas sin aparecer. Los fotógrafos esperaban preparados. Su conjetura era sobre la hora de “entrar por la puerta de casa”. La apuesta estaba a la medianoche.

A las 21.30 apareció el secretario de Organización del PSOE andaluz, Juan Cornejo, para dar los resultados. Con el 93% de los votos la victoria de Espadas era clara. Se hizo con con el 55% de los votos. Ya no habría segunda vuelta. Poco después intervino Hierro. Era la candidatura con menos opciones y su derrota estaba cantada aunque algunos redactores escribieron unos párrafos para la sorpresa. Por si acaso. Agradeció a la familia socialista, a los presentes y se fue. El profesor de Economía y ex diputado ya está preparando su Cátedra en la Universidad de Sevilla.

A las puertas de la sede comenzaron a congregarse militantes socialistas. No había susanistas. “Estamos divinamente”, decían los seguidores de Espadas que repetían el mantra de su campaña: “ilusión”, “unidad” y sobre todo “cambio”. Esperaban pacientes como el que espera el salir de una cofradía. Pero primero venía la dolorosa.

Llegó Díaz. Fue recibida entre aplausos -los asistentes estaban avisados para no hacer más saña-. Llegaba a la que ha sido su casa durante ocho años con la derrota en la cara. Y dio un paso al lado. No se presentará al congreso regional previsto en diciembre para renovar su cargo como secretaria general. No se va ni se queda. Mientras, no va a “estorbar”. “Me pongo a disposición de Juan [Espadas], a él le toca ahora marcar la política autonómica”, dijo para terminar las especulaciones. 

A Díaz se le aguó la “fiesta de la democracia de los socialistas andaluces”. Ni “el campañón” le valió para conquistar el respaldo mayoritario de los militantes. Tampoco el “caudal de cariño” ni su “positive energy [energía positiva]”. Díaz prometió lealtad y selló su compromiso con un abrazo a Espadas. La transición se alargó más allá de los cánones pandémicos. También traían los deberes aprendidos: que si “fraternidad”, que si “remar juntos”. Se verá.

El alcalde de Sevilla venía con la boca seca y pidió “un poquito de agua” antes de su intervención. “Es un gran día para el PSOE de Andalucía. Comenzamos una nueva etapa”, comenzó. Y de nuevo los aplausos asustaron a las paredes del patio de la sede socialista que, de repente, se había llenado de militantes que habían votado a Espadas. ¿Se ha acuñado ya el término 'espadistas'? No tardará viendo la pasión de sus seguidores. “¡Que sí, que sí, que el cambio ya está aquí!”. El regidor hispalense es comedido hasta en la sonrisa. Agradeció mucho, anunció su candidatura a la secretaría general y aseguró que mantendrá su lugar al frente del Ayuntamiento de Sevilla. “La militancia ha hablado”, remató para cortar los rumores de bicefalia.

Con poco más de veinte minutos para la medianoche se fueron los compañeros gráficos. Alguno llegaría a casa antes de que se terminase el día de jornada electoral. Otros llegaron ya en el “primer día para recuperar el Gobierno de la Junta de Andalucía”.

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