A la Agricultura y la Industria

El Banco de Huesca, creado en Graus en 1880, fue comprado por el Banco de Bilbao en 1979 y desapareció con su primer siglo, pero dejó plantada en 1981 esta alegoría en la avenida que enfila al sur, por donde ha crecido el vasto barrio oscense de Zaragoza. El escultor y pintor Iñaki, nacido en Bilbao en 1940, falleció en 2018 en Zaragoza, donde deja muchas esculturas en espacios públicos.

El monumento a la agricultura y la industria, cuando ya casi no queda nada de una ni de la otra, pasa inadvertido en una zona de tránsito. La avenida baja y sube hasta el hospital San Jorge, núcleo y alma del AltoAragón, donde se encuentran tarde o temprano las gentes de la provincia. Mejor tarde, por eso.

Esa avenida acaba en el edificio del antiguo Banco de España, también desaparecido, al menos en Huesca: el mausoleo del BdE fue forrado con plástico o cristal y hoy lo utiliza el IASS. Por allí cruzan las vías del tren y el paso a nivel, que ya no están en materia pero permanecen en la memoria de las gentes, en forma de bits neuronales, pues la vía de un tren es difícil de erradicar: el Canfranero sigue subiendo con más presencia que la anodina semafórica realidad.

En esa década postraumática de 1980 y ss se llevaban mucho, al menos hasta el CRACK del 2008 y ss, las esculturas horribles de acero, una especie de monstruos o replicantes que repoblaron las regiones devastadas y que, al final, a fuerza de verlas de bislay durante lustros, ya resultan familiares, o sea, entrañables, bonitas, sin llegar a kitch. El Joaquín Costa de Ángel Orensanz, apodado Mazinger Z, es un icono imponente de esta pandemia de chapa (véase el blog España Bizarra, espanabizarra.tumblr.com).

Vista con calma, si eso fuera posible, la escultura de Iñaki y sus colaboradores P.Prat y N. Floria es un cigüeñal tripudo muy dinámico coronado por una especie de grulla o cigüeña, todo ensartado en unas varillas de hierro y sobre un cilindro de cemento... pero también podría ser un signo de interrogación, mucho más apropiado, incluso profético, o una tapa de gamba que ya trae de origen su estrella Michelín.

Aparte de las vías y sus harineras recicladas en pisos la escultura alegórica abre paso al polígono de los concesionarios de coches, auténtico distrito del deseo o (por cómo tiran los precios los autos de ese país) barrio chino del automóvil.