Días raros
Abren los comercios, se llenan las terrazas, el martes fue un supersábado de fiestas hasta la madrugada y las chocolaterías y puestos de castañas asadas hierven de gentío con los ojos tiznados de negro y las caras de monstruos.
Halloween (Hall) se ha consagrado ya como gran fiesta tradicional, si tienes hijos, sobrinos o nietos, o una mezcla de todos, Hall ha triunfado. Es común entre gentes maduras protestar y refunfuñar por la colonización cultural de la metrópoli que impone esta fiesta de máscaras y figuras tétricas, pero llega el momento de admitir que es divertido, como siempre, disfrazarse y mutar, olvidarse de los rigores de un culto que ya pocos siguen y menos entienden; olvidarse o al menos relativizarlo un poco y darle un hueco a la fiesta absurda –como debe ser–, al disfraz truculento y al jolgorio infantil rebozado en chucherías.
Es un anticipo glorioso de la navidad, que llega también en estas fechas de la confusión con la instalación de las luces, los anuncios y las colas para comprar lotería.
La velocidad y su aceleración han puesto la navidad en Hall-Todos Santos y se remixean los disfraces con el cambio de hora, que llega con el tiempo aun cálido cuando ya hemos asumido que tampoco quizá este año habrá invierno y los cucos y las moscas sobrevivirán sin agobios.
Todos los Santos era un día de estreno de ropa y confitería, una ocasión especial para honrar a los difuntos y desfilar en familia ante sus tumbas con la ropa de estreno para que vieran que la vida siguió pero que no les olvidamos, etc.
Ahora estrenamos perro y la familia es el perro.
Este año el habitual barullo de fechas se ha acelerado, la navidad se ha adelantado quince días más, el gobierno, siempre en funciones, se apresura a renovar sus poltronas firmando a diestro y siniestro y la rutina del sistema trae la jura de la nueva princesa mientras que los bancos publican sus beneficios de veinte mil millones y protestan por los impuestos en el apogeo de los tipos y la inflación que no cede.
El caos es normal.
La entropía se estudia en la guarde.
Adoramos la materia oscura y olvidamos a los santos, que eran demasiados. Las mitologías cambian por semanas.
El bitcoin va a entrar en la cesta de la compra como un básico más, las criptomonedas ya están casi bendecidas por la SEC en USA en el año que puso la IA en cada casa y en cada móvil.
Hay que seguir a ver qué es lo próximo porque la rutina ha sido abolida y esta es la mejor/peor noticia del 23 que se acaba. La democracia aguanta en su agonía y hasta los más rebeldes comprenden que han de ceder algo y avenirse al condumio si quieren sobrevivir y que el sistema, cada día más fuerte y más amenazado, siga rulando con ellos dentro.
Todos vamos en patera o cayuco a ninguna parte.
La gran nubarra de esta temporada buza el cielo que por suerte no trae aviones ni bombas de momento (tampoco habría producción para todos).
La fiesta importada que fue nuestra en origen ha sido readmitida y es un hito familiar y vecinal; la fiesta importada entra en el santoral como todo lo demás por el paso fugaz de los días y las generaciones.
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