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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Abonando el terreno

Óscar Moret Raluy

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Brutal ha sido el cambio de la agricultura en este país. En tan solo una generación hemos pasado, prácticamente, de autocosumo y familiar, a una gran potencia productora y exportadora.

Ha habido dos pilares fundamentales de esta transformación en Aragón, la PAC y las explotaciones familiares.

Creo sinceramente, que el sector ha cumplido, con creces, las expectativas de alimentar a Europa a precios asequibles y con una seguridad alimentaria envidiable para el resto del mundo. Somos gente trabajadora, humilde, ruda, sin complejos, honrada para cumplir este cometido.

Tanto es así, que, en ocasiones, hemos hecho este sector no sostenible en nuestras retribuciones por producir demasiado.

Algunos proyectan sobre nosotros una imagen de cazaprimas, de subvencionados, de nuevos ricos... bien alejada de la realidad.

La realidad es que no todo el montante económico de la PAC llega al mundo rural, ni a los agricultores, en especial los fruticultores.

La realidad es que nadie cuida y ama más la tierra ejerciendo de guardián y pulmón ecológico del territorio que el agricultor. Ese que conoce su finca palmo a palmo, ese que pisa el barro, ese que camina por el terreno todos los días, solo, con su perro, con su familia, con su niño, que respeta la tierra que le da de comer...

En el caso del fruticultor, además ejerce de integrador de la inmigración en la sociedad, no solo con trabajo, sino con cariño, respeto, comprensión y cercanía.

El que puebla y da trabajo (aún a riesgo de perder dinero) en los pueblos para contener la despoblación.

Todo lo descrito es un fenómeno social que mantiene viva la Europa rural y NO está contemplado en la PAC.

Mientras tanto en las zonas rurales dedicadas a la fruticultura, tras varios años de crisis de precios, esperamos una futura y prometida reforma de la PAC. Reforma de la que todavía desconocemos si la fruticultura (con todas estas características sociales de las que hablo) estará incluida.

Algo si tenemos claro, si la reforma es entorno al 2023, como se está empezando a valorar, muchas explotaciones familiares dedicadas a la fruta del Bajo Cinca habrán desaparecido. La apuesta política para el sector habrá sido una lenta agonía de sálvese quien pueda. Inevitablemente, la despoblación y la precariedad vendrán después.

Respecto a la PAC, quizás estemos convirtiendo el pago único en un simple pago patrimonial (que en ocasiones no llega ni al agricultor ni al mundo rural), que no tardará en convertirse en un pago corporativo: nada más alejado de la ecología y la sostenibilidad.

¿Qué supone esto en la sociedad rural? Acercarnos a la edad media, unos cuantos señores y sus castillos. Abonando el terreno económicamente, para llegar electoralmente al escepticismo europeo.

Políticas erróneas, monstruos por doquier.

LA PAC PARA EL AGRICULTOR.

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