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Tras dos elecciones, que a la postre se han demostrado fallidas, más de siete meses de desencuentros entre los cuatro principales partidos y sin gobierno; creo que casi nadie esperaba que fuéramos a repetir otros cuatro años con el Partido Popular gobernando este país.
Los sueños e ilusiones de millones de españoles, -no los de esos ocho millones que votaron a Rajoy y Rivera-, se han roto en añicos tras ver como los compadreos y las votaciones imposibles hasta hace nada entre el binomio PP/Cs, han permitido la composición de una Mesa del Congreso que prima favores, chalaneos y votos de últimisima hora frente a resultados electorales.
Un acuerdo firmado por el Partido Popular y Ciudadanos, ¿se acuerdan de Albert Rivera jurando que no permitiría un presidente de las Cortes que fuera del partido ganador? La suma de sus votos y los de partidos nacionalistas e independentistas como CiU y PNV, ¡que flaca es la memoria señores Rivera y Rajoy! Ha permitido que Ana Pastor, hasta el último minuto ministra de Fomento, fuera investida Presidenta de la Cortes.
La conformación de la Mesa y ese hipotético gobierno que se vislumbra en el horizonte con Mariano Rajoy nuevamente presidiendo este país, gracias a la previsible abstención de aquellos partidos que verán cumplido sus deseos de grupo propio o cargos, da como resultado un preocupante panorama para los ciudadanos y ciudadanas de este país.
Que Rajoy vaya a ser investido nuevamente como Presidente ha sido propiciado por unas negociaciones propias de trileros. Dicen que es así como se hace política, no se yo, parece más bien el chalaneo propio de viles tramposos jugando al juego de ver quien engaña más y mejor.
A la postre lo único cierto es que ningún partido “pierde cacho”, e incluso alguno como Ciudadanos, sale muy reforzado a pesar de sus malos resultados.
Han sido esos trileros los que han permitido que Mariano Rajoy, un político prácticamente moribundo y con pocas posibilidades de volver a ganar unas elecciones, una vez más vuelva a tener todas las bazas para gobernar este país.
Repetir un gobierno con los mismo actores que durante los últimos años nos han llevado a estar instalados en una permanente crisis, una creciente pobreza, a la pérdida de derechos y libertades y a que millones de españoles vivan en la más absoluta precariedad en sus trabajos, no hacen sino confirmar los peores augurios: que los únicos perjudicados vamos a ser una vez más los de siempre.
En estos cuatro últimos años se han roto los sueños, vidas y futuro de muchos ciudadanos. Pensar en otros tantos sufriendo más recortes, más privatizaciones, bajada de pensiones por haber esquilmado la “hucha de las pensiones”, miles de jóvenes teniéndose que exiliar en el extranjero y el oprobio de saber que esos políticos que nos vuelven a gobernar perviven envueltos como sus partidos en una ciénaga de corrupción, pone los pelos de punta.
Un amigo mio, francés por más señas, dice que tanto ellos como nosotros, tenemos lo que nos merecemos y hemos votado. Cuatro años más de Rajoy y sus insufribles decisiones, cuatro de ministros como Fernández Diaz y su ominosa Brigada Político-Social, cuatro de pagar a Rita Barberá rascándose la barriga en el Senado y sin pasar por los juzgados, cuatro de un nuevo memorándum de la Troika que nos obligue a otra vuelta de tuerca en ese dogal que nos asfixia, se me antojan imposibles de soportar.
Tal vez el único rayo de esperanza lo haya visto hoy, cuando he oído decir en el Congreso de los Diputados a los integrantes de Unidos Podemos, afirmando alto y claro al tomar posesión de sus cargos que “NO NOS RESIGNAMOS, OTRO GOBIERNO DEBERÍA SER POSIBLE”
Tomemos nota para no tener que dar la bienvenida una vez más y como en aquella canción de Joaquín Sabina al país de los sueños rotos y a la doliente frustración de constatar que nada ni nadie ha cambiado.
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