Creído

A veces se nos queda cara de idiotas. A mí me pasa mucho. Me ha ocurrido recientemente. Pasa, por ejemplo, cuando vas de creído y te salen las cosas al revés. He buscado ‘creído’ en el DRAE, no fuera a ser que, además de un boomer, esté escribiendo este artículo un indocumentado. 

Podemos seguir.

Pasa cuando uno presume de ciertas cosas y, un día que se pone a hacerlas, esas ciertas cosas le salen rematadamente mal. Cara de idiota. He dicho lo de boomer porque me da a mí que lo de ‘creído’ es una cosa generacional. Generacional de mi generación, claro. Bueno, el caso es que, cuando eso te pasa, puedes –si no eres demasiado idiota– abrazar la humildad. Si no eres demasiado creído. Lecciones de humildad.

Luego hay otras personas más osadas. Son aquellas que, haciendo verdaderamente bien algo, deciden cambiar, innovar. Ponerlo al revés, pero voluntariamente. Esas apuestas tienen mucho de ruleta rusa y uno se la juega a todo o nada. 

Esto es lo que ha hecho el escritor Fernando Sanmartín en Costa oeste, un libro recién publicado en Papeles Mínimos, que recoge los poemas que escribió en Göteborg en el verano de 2023. Hay en esta actitud un rechazo de lo establecido y un compromiso con uno mismo. No hay que ser nada creído para creer que esto pueda hacerse.

Sanmartín nos lanza un reto nuevo y nos agita. Como siempre. Si nos creemos innovadores, nos muestra en un espejo la verdad de nuestra caspa. Fernando Sanmartín es el poeta más moderno de la ciudad. Cuando no sabemos si en la piscina habrá agua, él lleva ya un rato nadando a crol.

Quien podría ser un creído no se lo cree. Eso creo.