El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon.
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Las mujeres rurales representan una cuarta parte del conjunto de la población mundial. En los países en desarrollo, suponen aproximadamente el 43 % de la mano de obra agrícola y producen, procesan y preparan cerca del 70 % de los alimentos disponibles, por lo que sobre ellas recae la gran responsabilidad de la seguridad alimentaria de sus familias y la soberanía alimentaria de sus pueblos.
En España son unas 7 millones de mujeres las que viven en el medio rural y en Aragón, la media de mujeres es del 47 % de la población en municipios de menos de 2.000 habitantes y rondando el 49 % en municipios entre 2.000 y 10.000 habitantes.
Las cifras no llevan a pensar que el mundo rural esté masculinizado pero la realidad es que todas esas mujeres viven invisibilizadas y de ahí que se vea el mundo rural como cosa de hombres cuando la realidad no es así.
La despoblación es la gran amenaza del siglo XXI en el medio rural y el éxodo femenino es una de sus causas principales. La discriminación, las asimetrías en las relaciones de poder, la losa de la tradición, las cargas familiares y domésticas, las dificultades para el reconocimiento del trabajo y por tanto para su remuneración adecuada, los inconvenientes para desarrollar un proyecto de vida y la desconsideración hacia las iniciativas empresariales de las mujeres cuestionando su profesionalidad, dejándolas sin voz o ignorando sus aportaciones son las principales causas de la migración a las ciudades de gran parte de las mujeres que viven en entorno rural.
Las mujeres que viven en el medio rural son clave en el desarrollo sostenible de nuestros pueblos y de nuestra sociedad en su conjunto. Por ello, para garantizar dicha sostenibilidad es preciso afrontar las desigualdades que todavía sufren las mujeres en el medio rural aún en mayor medida, en muchos casos, que las mujeres urbanas.
Frenar el éxodo de las mujeres es posible en la medida en la que se trabaje en frenar la desigualdad.
La falta de reconocimiento social y económico adquiere tintes muy graves justo en la generación de mujeres que hoy tienen entre 50 y 65 años y también en la generación de las que han superado esta edad. Las primeras llevan trabajando toda la vida, cuidando del entorno y de los familiares, trabajando en la explotación o el negocio familiar o como eventuales cuando sale trabajo, pero nunca conseguirán los años de cotización que se necesitan para una jubilación digna. Son la generación que sostiene toda la cadena de cuidados en el mundo rural cuando este ya casi está despoblado.
Las mujeres agricultoras o ganaderas son pocas en Aragón y además sufren en sus carnes una invisibilización terrible y un machismo exasperante. Se enfrentan a miradas y actitudes de desprecio, además de poco reconocimiento de su trabajo. Esforzarse en superar esta situación es una obligación de la sociedad ya que las mujeres rurales encuentran en estas actividades una oportunidad para quedarse en el medio rural ya que les permite cierta conciliación familiar que otro tipo de trabajos como la hostelería (un sector feminizado en el mundo rural especialmente) no les otorga.
Pero es que, además, hay alternativas económicas a la agricultura y ganadería en las que las mujeres pueden encontrar motivos para quedarse en el medio rural.
Fomentar las iniciativas empresariales, reconocer el trabajo de cuidados, la aplicación efectiva de la ley de dependencia, las apuestas por modelos productivos basados en energías alternativas y equiparar salarios entre hombres y mujeres son algunas de las medidas básicas para frenar la migración de mujeres a las ciudades.
El reto al que nos enfrentamos en el mundo rural es dar voz a las mujeres, casi el 50 % de la población rural en Aragón. Conseguir que ellas puedan desarrollarse como personas y vean en el medio rural la seguridad suficiente como para garantizarles un bienestar personal, laboral y familiar es la principal misión.
Conforme las mujeres obtengan un reconocimiento a su trabajo y encuentren garantías para el desarrollo de una vida digna se podrá frenar la despoblación.
De todas estas circunstancias que vive la mujer en el mundo rural y los retos a los que nos enfrentamos debatiremos el sábado 17 de marzo de 19 a 20.30h con una proyección de cortos.
El debate lo moderará Miriam Ferrer, veterinaria en explotaciones ganaderas y funcionaria del Departamento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad del Gobierno de Aragón.
Las participantes en el debate serán también mujeres que viven y trabajan en el mundo rural:
El debate que se plantea no puede ser más interesante.
Las mujeres son parte esencial de la lucha contra la despoblación y A plantar Fuerte apuesta por el empoderamiento de la mujer para asegurar el futuro del medio rural.
No te lo pierdas.