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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Democracia y patriotismo del PP

José María Aznar

Enrique Tordesillas

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Una de las claves de la estrategia del PP contra el Gobierno es aislarlo de posibles socios, ya sean estos Unidad Podemos (UP), Bildu o ERC, y en coherencia con su falta de escrúpulos, intentan desacreditarlos no por lo que dicen o hacen en este momento sino por lo que han dicho o hecho en el pasado, o por lo que el imaginario colectivo piensa de determinadas clasificaciones. A UP se les acusa de comunistas, bolivarianos… porque buena parte de la sociedad española valora, a priori, negativamente estos calificativos; a ERC y Bildu de querer romper España, y a la organización vasca se la equipara a ETA por las posibles coincidencias ideológicas, a pesar de que también la derecha dijo en numerosas ocasiones que sin violencia se podía defender cualquier posición política.

Cualquier demócrata convencido no solo estaría contento de los procesos de institucionalización de UP y Bildu sino que, al margen de las discrepancias, hubiese hecho lo posible por favorecer dichos procesos, pero la derecha española hace lo contrario, trata de marginarlos, dejarlos en la periferia de la política. La causa no es, como a veces quieren hacernos creer, el escaso apego a la Constitución, de dichas organizaciones –la lealtad constitucional de Vox deja bastante que desear y lo aceptan como socio en las CCAA- sino que pretende anularlas para dificultar las posibilidades de gobierno de la izquierda, porque sabe que nunca va a contar con su apoyo.

Esta peculiar forma de entender la democracia no es nueva, ha sido una constante en la historia del PP. José María Aznar dio su salto a la fama, a la presidencia de Castilla León, en 1986, aprovechando una denuncia falsa contra el presidente de la Comunidad, Demetrio Madrid, que dimitió y después salió absuelto. Años más tarde, a partir de 1993, Aznar contó con la colaboración de un grupo de periodistas anti PSOE comprometidos con acabar con el Gobierno, aunque para ello montasen una estrategia con la que, en palabras de uno de los más conocidos, Luis María Anson, “se rozó la estabilidad del Estado”. ¿Alguien cree que el PP fue ajeno a esta trama? Yo no.

No ha sido Aznar el único en “aprovechar las circunstancias”. Esperanza Aguirre se hizo con la presidencia de la Comunidad de Madrid en 2003 gracias al “Tamayazo”, la ausencia en la votación de dos diputados del PSOE de la Asamblea de Madrid, que impidió la elección de Rafael Simancas como presidente. Otra “casualidad” que favoreció a la derecha.

Tampoco es nueva la estrategia de llevar a las instituciones europeas la confrontación política aunque nos perjudique a la mayoría. Ya en 1993, mientras Felipe González intentaba conseguir más fondos de cohesión para España, Aznar lo calificaba de pedigüeño. Como si el objetivo de disminuir las diferencias de España con Europa fuese un capricho de González.

Ahora se vuelve a repetir la jugada y los parlamentarios europeos del PP se alían con el Gobierno holandés para condicionar las ayudas europeas, para tratar de impedir el programa económico del Gobierno, el del ingreso mínimo vital, la subida del salario mínimo o el mantenimiento del poder adquisitivo de las pensiones. ¿También creen los populares que nos las vamos a gastar en vino y mujeres?

Claro que la aportación económica de la UE tiene que ser condicionada, no se puede utilizar para seguir con la política del ladrillo, de las grandes obras faraónicas o los aeropuertos sin aviones, tiene que destinarse a compensar los gastos derivados de la pandemia, mejorar nuestro sistema sanitario o impulsar la economía verde y la transición justa, lo que no es incompatible con atender a los colectivos más necesitados.

Es evidente que una disminución de la ayuda europea supondría un incremento de la deuda que reduciría la capacidad de atender a las políticas sociales y aumentaría las desigualdades, algo de lo que ya estamos sobrados. Pero los populares parecen encantados de ver en España a los “hombres de negro” para imponer nuevos recortes a nuestro no muy boyante estado de bienestar, son tan patriotas que apuestan por recortar y condicionar la ayuda de Europa a los españoles si con ello consiguen debilitar al Gobierno. En algún caso parecido debió pensar Samuel Johnson cuando dijo que “El patriotismo es el último refugio de los canallas”.

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