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“Vivimos en una sociedad ecológicamente vulnerable, anímicamente desasosegada y socialmente desgarrada.” Hay frases que encierran un contenido tan profundo que conviene tomarse cada coma como una invitación a una reflexión reposada más que como una breve pausa que dé sentido a la lectura. La afirmación es de Raúl Flores, el coordinador del IX Informe FOESSA Sobre Exclusión y Desarrollo Social en España. 140 investigadores de Entidades del Tercer Sector, Centros de Investigación y Universidades han hecho una radiografía de la pobreza que tapa la prosperidad de la macroeconomía en nuestro país. Han preguntado a quien nadie mira: a los nadies de Galeano.
Que no son seres humanos,
sino recursos humanos.
Un empleo protege de la pobreza pero ya no inmuniza, sentencia el informe. El 47,5% de la población activa sufre precariedad laboral. Un tercio de quienes sufren exclusión moderada o severa trabaja. Y los jóvenes acceden a su primer empleo cobrando entre un 15% y un 30% menos que generaciones anteriores. Si los sueldos no dan para vivir el problema es de todos, hasta de los que se creen alguien.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Hay dos cosas que uno espera no perder jamás para sentirse seguro, el trabajo y el hogar. Acceder a una vivienda es hoy un problema para casi cualquiera. Los más afortunados tiran de los ahorros de los padres para ser propietarios, el resto comparte piso y los menos afortunados, habitación. En Cáritas Aragón destinan buena parte de su presupuesto a pagar alquileres y realquileres a personas que jamás hubieran pensado tener que pedir ayuda. “Vemos a gente vivir en trasteros, ya no digamos la cantidad de gente que duerme en la calle”. El 45% de quienes viven de alquiler en España se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión social.
Los nadies: los hijos de nadie,
los dueños de nada.
Sabemos que la exclusión se hereda, que las mochilas de unos y otros en el colegio no pesan lo mismo. La educación ha sido, históricamente, una buena herramienta para intentar aliviar el peso de los más desfavorecidos, para llenar las mochilas de oportunidades que no da la clase social. Pero la equidad se aleja según el último informe FOESSA, las desigualdades se acrecientan y el ascensor social parece averiado. En más de 700 páginas se dibuja una situación mala con tendencia a empeorar y, a diferencia de crisis anteriores, sin visos de revertirse a medio plazo si no hay cambios estructurales en el sistema.
Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobres
La política debe estar al servicio de los ciudadanos y a la vista está que le está fallando a muchos. Algo debe cambiar, incluso el individuo. Pero cambiar no es imaginarse a uno mismo en otra situación. Si puedes soñarlo, seguramente no puedas hacerlo. De la pobreza no se sale solo. Para frenar esta situación en la que la clase media se reduce cada vez más hace falta mirar al problema de frente. La conciencia de clase puede sonar viejuna pero saber desde dónde se parte es la primera premisa para avanzar. Proyectarse mejor de lo que se está, vale para Instagram, pero de nada sirve cuando llegan las facturas.
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