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Tablets, ukeleles y neurociencia, la jugada de una maestra rural para atraer alumnos y salvar la escuela del pueblo

Los niños y niñas del colegio de Senegüé durante una actividad

Candela Canales

22 de septiembre de 2021 22:49 h

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120 kilómetros diarios para llevar a sus hijos al colegio. Este es el camino que hace todos los días Elisabeth, no por falta de un centro escolar en su localidad, Villanúa, sino porque ha decidido apostar por la escuela unitaria de Senegüé, que se mantiene abierta este curso gracias a los ocho niños y niñas de primaria que comparten aula en este colegio oscense. Virginia Blanco propuso al Departamento de Educación un proyecto para dar viabilidad al centro, que se habría tenido que cerrar por falta de menores en la localidad. 

“La escuela de Senegüé siempre ha estado temblando y parecía que se iba a cerrar del todo, una lástima porque es la escuela más antigua del valle. Yo antes fui alcaldesa de Senegüé e intentamos impulsar la escuela, venían familias pero no les encontrábamos casas y al final ese camino se acabó. Entonces planteamos un proyecto educativo para que viniese gente de fuera, lo que hacemos es aunar metodologías que se usan en muchos centros, no inventamos nada nuevo”, explica Blanco. 

Este proyecto utiliza “la educación emocional, el movimiento, las gestiones y aprender juntos tocando o viviendo. Además, trato de enseñarles a usar la tecnología como medio para aprender. Tenemos unas tablets y una pantalla interactiva, con esto es fácil usar la tecnología para el aprendizaje, hoy por ejemplo estábamos viendo las raíces y hemos buscado en internet como se llaman las partes y para qué sirven. Usamos el ukelele en las clases de lengua para la conciencia fonológica, usamos la música y todo lo que es neurociencia, entre otras cosas. Dedicamos tiempo a todo eso y yo pienso que así se hacen las personas”, explica la docente.

Estos métodos educativos son los que llevaron a Elisabeth a seguir a Virginia hasta Senegüé: “Virginia les dio clase cuando trabajaba en Villanúa y me gusta mucho su estilo de enseñanza. Mis hijos tienen que tener una adaptación curricular en lengua, tienen hiperactividad y déficit de atención, cuando lo descubrió la orientadora Virginia me los llevó fenomenal, el año pasado que ella estuvo de baja se noto un montón”, explica. Además, asegura que le interesó mucho el proyecto y quería evitar el cierre de la escuela.

“Virginia les ha enseñado mucha tecnología, han creado sus propios videojuegos basados en matemáticas, en lengua… aunque sea un centro rural están muy modernizados”. Además, no es solo una educación naturista, sino que se estudian los contenidos reglados, “no es una educación libre, siguen una adaptación curricular porque cuando acabe la primaria irán al instituto”, explica Elisabeth.

Isabel Jiménez Pellicer también escogió esta escuela para su hijo Akan “porque es una escuela rural unitaria y conviven niños y niñas de diferentes edades lo cual me parece una ventaja, las relaciones son más humanas y cercanas, hay un aprendizaje más autónomo y una mayor participación de las familias en el cole y con las personas del pueblo, es completamente diferente a lo que tenemos a las ciudades”.

Jiménez considera que el sistema educativo sigue “anclado en una metodología pasadísima no adapta a este siglo, que promueve lo mismo para todos: conseguir objetivos académicos muy estándar, pero los niños son diferentes y hay diferentes formas de aprender lo mismo, y yo creo que esto se puede aplicar mejor en una escuela rural porque además hay menos ratio en el aula. Pienso que cada niño es distinto y se debería valorar el talento de cada niño, queremos crear niños estándar pero el siglo en el que estamos requieren capacidades muy diferentes”.

Gran esfuerzo para las familias

Virginia explica que parte fundamental de este proyecto es el grupo de alumnos y alumnas “depende de cómo sea el grupo la clase va a ir de una forma u otra, tenemos de segundo, de tercero, de cuarto y de sexto. Unos no saben castellano, otro no sabe escribir… y se ayudan los unos a los otros. Vienen de Biescas, Sabiñánigo, Cartirana y Villanúa. Para las familias es un esfuerzo grande a nivel de organización y concienciación, hay muchas personas que me han dicho que estaban interesados pero no podían”.

Muchas de estas familias no podían porque, por el momento, no hay ruta de transporte, por lo que los padres tienen que llevar a sus hijos cada día, “el Departamento de Educación sí que me dijo que si se daba el proyecto de momento coste cero, esto es escuela pública pero no hay transporte”. Por eso agradece a las familias el “sacrificio” que están haciendo por sus hijos, “el creer en este tipo de escuela, la inercia muchas veces te lleva a ir al centro al lado de casa, pero priorizar la calidad de la educación a tu vida familiar dice mucho de ellos”.

Ambas madres cuentan que sus hijos van muy contentos al colegio y agradecen a Virginia Blanco su método de enseñanza: “se puede enseñar de otra manera más amable para los niños y luchar por eso, haciendo posible a estos ocho niños la maravillosa oportunidad que les brinda de formar parte de un cambio”, relata Isabel, que asegura además que su hijo “va contentísimo al cole, está encantado con los niños y con Virginia. Está muy motivado y encantado, yo le noto alegre y feliz”.

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