Pese a las dudas que han suscitado, incluso en sus propias filas, el batacazo electoral del PSOE en Andalucía y la escalada de tensión verbal y callejera de los independentistas catalanes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, está decidido tanto a “echar el resto” para sacar adelante en el Congreso el proyecto de Presupuestos Generales del Estado como a no convocar por ahora elecciones generales y “agotar la legislatura”.
Hace pocas semanas, parecía que buena parte del Ejecutivo -no todos sus miembros- y hasta su presidente se resignaban a no tener Presupuestos propios y gobernar con los de Mariano Rajoy. Se anunciaba, incluso, que el proyecto de cuentas públicas pactado por Sánchez con Pablo Iglesias no se presentaría en el Congreso de los Diputados, a sabiendas de que serían rechazados no solo por PP y Ciudadanos, sino también por los nacionalistas catalanes, que vinculaban cualquier apoyo a algún gesto favorable de Sánchez con los políticos independentistas presos. Pero dos hechos recientes muy novedosos han recuperado en el seno del Ejecutivo la esperanza de conseguir los Presupuestos y en el presidente la convicción de que puede hacerlo.
Uno, las movilizaciones ciudadanas en Catalunya, hace dos semanas, contra el Govern de Quim Torra, al que se le empieza a pedir mediante movilizaciones colectivas más gestión en cuestiones básicas de la vida cotidiana de sus administrados -la sanidad, la enseñanza, la función pública, etc.- y quizás no tanta hiperventilación independentista verbal.
El segundo, la pujanza con que ha surgido en las urnas andaluzas el partido de extrema derecha Vox y la posibilidad o casi la certeza de que la Junta será dirigida en breve por un Gobierno de PP y de Ciudadanos, con Vox apoyándolos, ya se verá a qué precio. Un cambio tan radical del mapa político, en el último gran feudo del PSOE, ha hecho que entre algunos dirigentes independentistas catalanes crezca ya el temor a que se reproduzca en el conjunto de España la misma sacudida si en breve se celebraran elecciones generales. El temor cunde tanto que faltaría poco, calibran en el Gobierno, para que ERC y PDeCAT se muestren dispuestos a sentarse a negociar los Presupuestos con el Gobierno aun cuando éste apenas haya hecho gesto algunos con los líderes independentistas que esperan en prisión el juicio sobre el procés, a partir de enero próximo.
Otro nacionalista también preocupado por lo que se ha visto en Andalucía, Andoni Ortuzar, presidente del PNV, decía este domingo pasado en una entrevista en El Correo que Sánchez tiene que “intentar aguantar” hasta otoño de 2019 “por su bien y por dar la pelea democrática”. El dirigente vasco añadía una cierta autocrítica sobre los partidos –incluido el suyo– que apoyaron la moción de censura de Sánchez contra Mariano Rajoy: “No lo hemos hecho bien, cada uno ha ido a lo suyo”. Y les sugería al resto de fuerzas que formaran ahora “no un frente, sino un bloque positivo” que alargue la legislatura para “frenar a los partidarios de una España en blanco y negro”.
¿Está anticipando Ortuzar un apoyo del PNV a los Presupuestos, como esperan desde hace semanas los miembros más optimistas del Gobierno, apoyo que por efecto dominó similar al de la moción de censura acabe afectando a Esquerra y a exconvergentes? Sea o no así, a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, se le multiplica el trabajo estas navidades. Se sentará con todos los grupos “para hablar solo de Presupuestos”, no de políticos presos. Todo el Ejecutivo se está empleando también estos días en madurar algunas medidas, algunas de ellas pensadas para llevarlas y aprobarlas –por su simbolismo- en el Consejo de Ministros que se celebrará en Barcelona el viernes de la próxima semana, día 21, si la agitación callejera de los CDR y de Torra no lo impiden.
En enero, el Gobierno aprobará en Consejo el proyecto de Presupuestos y los enviará a las Cámaras, donde se seguirá negociando. La peor de las hipótesis para Pedro Sánchez, que le tumben la propuesta nada más entrar, mediante enmiendas a la totalidad, se produciría ya en febrero… lo que hace casi imposible convocar elecciones generales en marzo, pues hay que hacerlo con 54 días de antelación a la fecha de la convocatoria.
Si no hay Presupuestos, pero no da tiempo a convocar para marzo, ¿superdomingo electoral el 26 de mayo, con urnas generales, europeas, autonómicas y locales? Pedro Sánchez sigue diciendo a estas alturas de diciembre que no. Que ni marzo ni mayo. Que aunque no tenga Presupuestos, gobernará aprobando medidas concretas de impacto popular y mediático mediante decreto-ley –ya se han aprobado 16 decretos leyes en Consejo de Ministros en estos seis meses de Gobierno Sánchez, y los 15 primeros ya han sido convalidados por el Congreso- e intentará “agotar la legislatura”. La legislatura, por cierto, acaba en junio de 2020. El “bloque positivo” de Ortuzar, pero en su máxima aspiración.
Tras el probable pacto de las derechas y la extrema derecha en Andalucía, como ensayo de un pacto estatal futuro, la izquierdas y los nacionalistas catalanes y vascos quizás estén condenados a entenderse unos cuantos meses para “frenar a los partidarios de una España en blanco y negro”.
Sobre este blog
Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.
