Momias, zombies, cuerpos que deambulan sin cerebro

Hace pocos días, una persona de género masculino mataba a tres personas de género femenino. Un día después, otra persona del género masculino mataba a su compañera, de género femenino. Cada semana la pasamos recibiendo noticias donde personas (casualmente de género masculino) violan, agreden o matan a otras personas (cosas de la vida que las víctimas son de género femenino).

Una de cada tres personas de género femenino del mundo ha sufrido violencia física o sexual a manos de su pareja de género masculino. La OMS, además, reitera que la violencia contra las personas de género femenino por parte del masculino, a pesar de ser de dimensiones pandémicas, es un problema prevenible.

Pero hoy, en el minuto de silencio por la última víctima del terrorismo machista, Ortega Smith (de Vox, por supuesto), ha desplegado una pancarta con el color de su partido y ha boicoteado el acto de repulsa con un mensaje que decía “la violencia no tiene género”. Les ruego que no se pierdan la “discusión” entre el alcalde de Madrid, del PP y el número dos de Vox. No somos plenamente conscientes de lo trágico que resulta que sea esta gente quienes manejan tantos ayuntamientos.

Pero volviendo a la acción de Ortega Smith: me niego a pensar que en este partido (copado casualmente por personas de género masculino) reina la ignorancia en este tema, porque lo cierto es que allí donde quieran buscar y estudiar, hay datos incontestables por la lacra que sufrimos las mujeres en todo el mundo en cuanto a violencia machista. Me niego a creer que son unos pobres indocumentados a los que han engañado con estadísticas extraídas de Forocoches. Muchos así lo creerán, que en Vox se creen lo que defienden. Pero es insostenible.

Quienes a día de hoy insisten en hablar de denuncias falsas, de “ideología de género” o despliegan pancartas que aseguran que la violencia no tiene género están, sencillamente, haciendo activismo machista, reaccionario e indecente. En Vox, no tienen la más mínima consideración, no sólo con las mujeres, sino con las mujeres víctimas de un asesinato. Ni cuando las matan merecen su respeto. Ni un minuto de respeto, ni siquiera el de silencio.

En Vox, saben que al otro lado de la cámara, el garrulismo aplaude. Ese garrulismo formado por hombres que tienen miedo, mucho miedo, al avance del feminismo y de los derechos y de la liberación de las mujeres. Aplauden con ira, porque en eso transforma el miedo el macho medio: en rabia a la que necesitan dar salida. Y cuanto menos miedo tenemos nosotras, cuanto más unidas nos ven, cuanto más hermanadas y protectoras entre nosotras, más miedo y más rabia acumulan.

Son ustedes el pasado. Momias, zombies, cuerpos sin cerebros que deambulan por las calles y que intentan hacer del mundo un lugar más inseguro, más inhabitable. Porque cuanto más inhóspita es la calle para una ciudadanía heterogénea y cívica, más cómodo es para ustedes. Y se valen de su voto para conseguirlo. Un voto que les gusta mucho usar, pero que hace tan solo unas décadas no querían ni regalado.

Son ustedes el pasado pretérito y lo saben, y ven en nosotras el futuro: un futuro que les está pasando por encima, que los está arrollando sin piedad. Mujeres que decimos ¡NO! y –oh, sorpresa– es un NO que no significa SÍ. Que gritamos ¡BASTA! y se trata de un “BASTA” que no significa el “SIGUE” que siempre han querido entender.

Son ustedes personajes que cada vez es más fácil encontrar en la ficción que en el mundo real. Y ese es su destino: la extinción. Nosotras nos encargaremos de que así sea.

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