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ENTREVISTA Jesús Alberto Pérez Castaños, pintor y comisario de arte

“Hay mucho tramposo en el mundo del arte, pero sobre todo hay mucho inculto”

Jesús Álberto Pérez Castaños, en su estudio de Santander.

Javier Fernández Rubio

Santander —

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“Estoy alarmado. Nunca estoy en el sitio adecuado. La única manera que tengo de actuar cuando me inquietan las cosas es ponerme a pintar, ponerme a dibujar”, afirma cambiando luego de tema como una ardilla salta de rama en rama. Lienzos táctiles con el chorro de acrílico brillante y serpenteante sobre el lienzo y sobre pastillas cuadradas de maderas adheridas proliferan por el taller del pintor santanderino Jesús Alberto Pérez Castaños en el barrio de Peñacastillo, el cual es una fuerza de la naturaleza fuera del marco, a contracorriente o, como él mismo dice, desde la marginalidad. Hiperactivo, expresivo, verborreico, habla con naturalidad, pero no sin filtro. Cuando se embala, llega el momento en que sujeta el caballo y salta a otra rama, cambia de tema.

Jesús Alberto Pérez Castaños (JAPC, como le gusta llamarse) nació en Santander, en 1950. Es licenciado en Historia Antigua por la Universidad de Valladolid, y ha sido profesor durante 20 años en la Escuela Universitaria de Relaciones Laborales de la Universidad de Cantabria. Se dedica básicamente a la pintura y ha expuesto en más de un centenar de exposiciones individuales y colectivas. Tiene obras en diversos museos y colecciones (Fundación Botín, Museo de Arte de Santander, Fundación Caja Cantabria, Parlamento de Cantabria, Colección Norte del Gobierno de Cantabria). Ha participado en ferias como Arte Santander, FIG de Bilbao y ARCO de Madrid. Su faceta artística es doble, triple o cuádruple porque ejerce habitualmente el comisariado de exposiciones. También escribe poesía, también se reconoce como fotógrafo.

Pura energía, un explorador del lienzo perdido en una manigua de color. Ahora está exponiendo, junto a Vicky Kylander, en la galería La Gran de Madrid hasta el 20 de marzo. Acaba de publicar el libro 'Cartas a un editor' (Pedro Tabernero, editor). Tiene entre manos, como comisario, un proyecto en Torrelavega, 'Nuevos y raros'. “En Cantabria hay un nivel creativo magnífico y hay culpables de que estén subyugados, postergados. En Santoña hay un señor que ha sido ilustrador de The New York Times y de El Mundo; y he encontrado a otro en Colindres, que es tan bueno... y aquí no lo conoce nadie. ¿Por qué el artista tiene que permanecer oculto?”, se pregunta.

¿Y por qué tiene que ser obligatorio salir a la palestra?

Siempre hay una idea comunicativa para decir a los demás estoy vivo. Pero además el cerebro quiere novedades, quiere aprender cosas nuevas, y eso está en el acervo genético. Es un acto evolutivo querer cosas nuevas.

¿Qué le pide a quien vea sus cuadros?

Yo lo único que le pido es atención.

Usa letras impactantes como en las películas de serie B norteamericanas y el cómic clásico -“Mi educación sentimental está compuesta de películas de serie B, de cómics, de revistas pulp...”-. Son lemas enfáticos, “como de autoayuda, que me fastidia tanto que la tengo que poner”. También usa expresiones onomatopéyicas. “Más que pop, mi pintura es de expresionismo psicológico y sobre todo, de los estados alterados de conciencia. Me interesan mucho los flujos de conciencia de los escritores Beat. Algo provoca que nuestras neuronas se disparen...”

¿Sin ninguna sustancia química de por medio?

En absoluto. No hace falta. Eso es hacer trampa [protesta riendo]. Todo con los pinceles.

¿Qué busca usted en un cuadro o con un cuadro?

Quiero que los cuadros aparezcan como un estímulo. Hay una clave en todos ellos que hay que descifrar. Nuestros ojos tienen hambre de ver. A mí me ponen muy nervioso los artistas que quieren que respire el cuadro. No, no, quien tiene que respirar es uno, no el cuadro. Los ojos tienen mucho hambre, quieren ver continuamente, y a mí eso me interesa muchísimo.

No sé qué me llama más atención de su obra, si las mil y una formas o el color incendiario de la pintura acrílica.

El color produce una vibración que hace que nuestro cerebro se desconcierte. Nuestro mayor enemigo es nuestro cerebro. Ahí hay una chispa de excéntrica divinidad que nos está fastidiando continuamente [ríe].

Y Pérez Castaños invita a tocar la superficie del cuadro en la que ha adherido piezas de madera, también pintadas, o se ha solidificado el chorro de pintura tal cual ha salido del tubo. Hay momentos en que parece que sobre el cuadro deambulan larvas o que alguien haya dejado restos de comida o manchas de sangre.

Hay algo sexual en su pintura.

¡Total! La idea de que cuando hay color y barroquismo hay derroche y ¿qué es el sexo si no es más que derroche de emociones?

La idea de que cuando hay color y barroquismo hay derroche y ¿qué es el sexo si no es más que derroche de emociones?

¿Quién es su galerista?

Era Mónica Álvarez Careaga, de Exhibit Art Gallery, pero acaba de cerrar.

¿Eso le quita el sueño?

Tuve dos galerías y no, no me quita el sueño; soy un poco verso libre. Pero aquí se pintan cosas tristes.

¿Cómo ha evolucionado su pintura?

Siempre he tendido a este tipo de pintura. Me ha influido el cómic, la cartelería. Yo soy un gran aficionado a los dibujos animados.

¿Por qué no pinta al natural?

Lo mío no es el paisaje, lo mío son los paisajes interiores.

¿Y la abstracción?

En la abstracción es cuando se ve si alguien sabe pintar o no, cuando ves que hay cosas superfluas y te dices “esto no va”.

¿La pintura tiene un carácter terapéutico para usted?

Sí, sí, totalmente.

¿Produce mucho?

Yo soy muy trabajador. He estado perdiendo el tiempo toda mi vida con tres trabajos y sé lo efímero del tiempo y la importancia que tiene.

Se inspira en cuanto pierde la consciencia, como cuando duerme y le acecha el sueño. Entonces dice entrar en pánico y volver a salir (del sueño). “Mi temor obedece a que en los sueños entro en un mundo que no controlo. Me gusta la literatura gótica y Lovecraft, por su capacidad de ensoñación que tienen”, apostilla volviendo a cambiar de tema.

¿Qué piensa del mercado?

Me fastidia mucho el mercado. Walter Benjamin decía una frase importante: “Se magnifica tanto la unicidad de la obra de arte que se convierte en un fetiche”. Y no lo es.

¿Qué pintores son sus referencias?

Me interesa mucho, mucho, Basquiat, aunque él sea un artista urbano y yo, un creador más psicológico. A mí me vuelve loco la pintura de esa gente que no es capaz de discernir lo real y aun así es capaz de expresarse.

¿Y de Cantabria quién le fascina?

De Cantabria me gusta mucho la honestidad intelectual de Juan Uslé, quien no tiene un cuadro malo. No tiene nada que ver conmigo, pero le sigo de cerca. Además, medita muy bien las cosas que dice cuando se le entrevista.... Lo que más me molesta a mí es la impostura, como la de los legitimadores de la cultura.

¿Cómo es el panorama cultural de Cantabria?

El panorama cultural en Cantabria es patético, tristísimo. Nadie hace nada. Llevo 50 años pintando y siguen siempre los mismos, las mismas personas controlando la cultura e intentando desarrollarla malamente.

El panorama cultural en Cantabria es patético, tristísimo. Nadie hace nada. Llevo 50 años pintando y siguen siempre los mismos, las mismas personas controlando la cultura e intentando desarrollarla malamente

¿Quién controla la cultura?

Nombres famosos, de grandes familias y nombres muy establecidos en el ámbito de la política. El staff lo delega en gente aparentemente seria, en los legitimadores de la cultura. Ellos dicen qué vale, qué se lleva.

¿Y usted forma parte del Gotha?

No, no [ríe]. Yo habré hecho más de 200 comisariados en Cantabria. Con ironía me llaman agitador cultural, un término muy trotskista que a mí me hace mucha gracia.

¿Quién legitima a los legitimadores?

El sistema, que tiene nombres y apellidos. Instituciones oficiales. Cantabria es la región de lo mediocre. Vas viendo a los responsables de las instituciones públicas y privadas y... ¡chapeau! Y vas viendo que se van perpetuando. ¿El mayor triunfo de mi obra sabe cuál es? Que procede de la marginalidad. Nunca me han dado nada, ni a mí ni a la inmensa... Yo podría citarte 30 artistas interesantes que hay en Cantabria que están en el límite de la supervivencia o han estado trabajando en otras cosas. He sido profesor 20 años en la universidad, me he jubilado en una oficina de empleo, yo he sellado a todos los parados de Cantabria... Sin embargo...

Cantabria es la región de lo mediocre. Vas viendo a los responsables de instituciones... cómo se perpetúan. ¿El mayor triunfo de mi obra sabe cuál es? Que procede de la marginalidad. Nunca me han dado nada

¿Hay mucha precariedad entonces en el mundo del arte?

Total.

¿Esto no lleva a cierta impostura para sobrevivir, para arrimarse al ascua del poder económico o cultural?

Uno no es inocente en la pintura y ha aprendido mucho a ver. En el arte se distingue fácilmente el engaño. Cuando se tiene educada la mirada te dices: 'Haces trampa, estas jugando por el camino fácil“.

¿Hay mucho tramposo en el mundo del arte?

Mucho. Sobre todo hay mucho inculto. Es como en la literatura o en la música: hay que tener una cultura. Es necesario educarse. Pero hay que descontextualizar esa idea de que el artista es quien tiene buen conocimiento de la perspectiva, de la naturaleza, de las proporciones... No, no. Eso es como quien tiene un olfato prodigioso para el vino o como quien tiene un oído fino y oye a kilómetros de distancia. No, no, nuestras habilidades están hechas para estimular el cerebro y que encuentren lugares no comunes, hallazgos. Algunos de los grandes acuarelistas chinos eran tan buenos que sus cuadros eran repetitivos, por lo que cambiaban de mano al pintar para que apareciera el error, la sorpresa, una puerta abierta. Eso me parece maravilloso porque dentro del error, la catástrofe, lo fortuito, aparecen situaciones que uno no controla.

JAPC habla mientras mete y saca lienzos de su almacén. De repente señala uno y explica que tiene dislexia y que a veces se come las letras en los cuadros. También es fotógrafo y hace poesía, continúa, mientras saca y abre catálogos. A su alrededor hay carteles de cine y de ciclos que exposiciones que ha comisariado. De repente aparece una serie de fotos de Lorenzo Oliván.

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