Siete trabajadoras salen este miércoles de un centro de personas dependientes tras casi un mes y medio confinadas
Siete trabajadoras que han estado confinadas desde el 1 de abril en el Centro Residencial Fernando Arce de Torrelavega junto a 40 personas dependientes saldrán de la residencia este miércoles 13 de mayo y recibirán el relevo a otras siete empleadas que, como las primeras, permanecerán aisladas.
Su salida se producirá a las 11.30 horas, y algunos de los directivos del centro les estarán esperando en las inmediaciones de la entrada principal al edificio para “reconocer su valor personal y humano”, según ha informado la institución en un comunicado.
Tras la declaración del estado de alarma por el coronavirus, 17 familias decidieron trasladar a los residentes a sus domicilios particulares, quedando en la residencia 40 personas con edades comprendidas entre 18 y 70 años, con un sistema de vida y unas necesidades de cuidados “muy precisas”.
Para proteger a estas personas y evitar su contacto con el exterior, el centro solicitó entre los trabajadores que les atienden diariamente voluntarios para hacer un confinamiento perpetuo, que “ha dado el resultado” puesto que no ha habido ningún contagiado entre los usuarios.
A este llamamiento respondieron 18 empleados -15 de ellos, mujeres-: dos educadoras, diez cuidadoras, una gobernanta, dos ayudantes de limpieza y tres personas de mantenimiento.
La institución ha destacado que todos se aislaron de forma voluntaria y que su “entrega y generosidad” ha sido tal que la dirección ha tenido que forzar la salida de siete de ellos a pesar de que pedían seguir cuidando de estos residentes.
La Residencia de Atención Básica Fernando Arce 2, abierta por la Fundación Asilo en 2016, es un complejo que cuenta con 90 apartamentos tutelados, un centro de día y talleres ocupacionales para personas con distintos grados de discapacidad leves y severos, en el que habitualmente conviven 56 personas de manera permanente, afectadas por distintos grados de discapacidades psíquicas, físicas e intelectuales.
Cada residente dispone de su habitación individual, y el encierro con sus cuidadores y educadores les ha permitido que, además de los cuidados básicos, hayan seguido participando en talleres y actividades físicas, ya que el centro ocupa unos 6.000 metros cuadrados, de los cuales 1.000 están habilitados para e la práctica del deporte al aire libre en la medida de sus posibilidades.
El único servicio que se ha clausurado en este periodo de confinamiento es el de la piscina climatizada, que se reabrirá cuando revierta la normalidad.
Una de las cinco plantas del complejo está ocupada por el personal cuidador para que puedan tener sus momentos de descanso; otra está habilitada como hospital “improvisado” por si fuera necesario.
Las cinco cocinas del edificio se ocupan de los alimentos intermedios -meriendas y desayunos- ya que las alimentaciones básicas -comidas y cenas- llegan desde las cocinas centrales de la Fundación Asilo, situada a 50 metros, que actualmente están selladas e higienizadas.
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