Antonio Orozco: “Tengo verdaderas crisis de fe con el sistema”
Antonio Orozco (Barcelona, 1972) lleva más de dos décadas en la música. 22 años en los que éxitos como 'Devuélveme la vida', 'Mi héroe' o 'Pedacitos de ti' se han vuelto perfectamente reconocibles para cualquier persona. Sin embargo, repasando su carrera, al artista no le cuesta admitir que estas dos décadas no le han servido “para aprender nada”. “Es que nada de lo que planteo sale, y nunca ha ocurrido lo que he pensado. La música es como una borrasca y nunca sabes por dónde va a salir”, se justifica con modestia.
Cercano y sensible pero con un punto canalla, Orozco sigue sintiendo por la música esa pasión que le llevó a dejar su trabajo como informático y lanzarse a una aventura que, a buen seguro, le ha traído más alegrías que penas: “¿Tú eres capaz de recordar algún momento de tu vida en el que no haya alguna canción? Porque yo no lo he conseguido”, reflexiona.
Precisamente, ese enamoramiento hacia su profesión es lo que le hace enfadarse al escuchar cómo se habla de 'industria de la música': “Es un error llamar así a un mundo que se dedica a crear y componer desde un punto de vista tan bonito”, argumenta. Y en unos tiempos en los que todo, canciones y artistas, caduca tan rápido, él se reconoce como una excepción: “No podía haber tardado menos de cinco años en sacar mi último disco porque no sé cómo se hace eso. Las cosas tienen que tener su tiempo por narices porque crear buenas ideas lo requiere”, explica.
En cambio, sabe que su trayectoria le permite tener una situación más privilegiada que la de otros compañeros ya que él puede permitirse no entrar en la rueda de consumo que últimamente obliga a los artistas a sacar singles continuamente: “No creo que la gente que me escucha esté esperando que me meta en esa rueda... Igual hace 15 años me importaba más no seguir las normas, pero ahora me da igual. Haré las cosas cuando pueda porque no tengo capacidad. ¡No soy Superman!”, afirma entre risas.
Aunque el barcelonés vuelve a ponerse serio al hablar de la angustia que le genera el “no llegar a todo” en lo que respecta a causas sociales: “Me implico en todo lo que puedo, pero hubo un momento en el que tuve que dosificarlo y dirigirlo todo hacia la misma dirección. Ahí fue cuando decidí colaborar con la investigación de cualquier enfermedad que implique, sobre todo, a los niños. ¿La razón? Que los niños se curan en un porcentaje muy elevado”, cuenta.
Sobre ello, y sin esperarlo, la conversación acaba desviándose hacia cómo deberían “mejorar” las cosas, algo en lo que Antonio Orozco prefiere no perder mucho tiempo. “No puedo esperar a que el sistema cambie... Yo intento cambiar mi propio sistema y ayudar en lo ajeno. Me gustaría que todo fuese mejor, claro. Pero al final del día yo no espero nada del sistema y supongo que el sistema tampoco espere nada de mí”, declara con una sinceridad que llama la atención antes de admitir que tiene “verdaderas crisis de fe” con el mundo en el que vive. “Será la edad, pero ya no me apetece luchar contra ello”, concluye.
No opina lo mismo con otros temas como el machismo y admite que es “feminista de cojones” sin ningún atisbo de miedo en sus palabras, y es que no le preocupa lo que piense por plasmar sus ideas. El mejor ejemplo es la naturalidad con la que expresa que el sector cultural “no está conectado ni gobernado”, algo que vincula al trato que se ha recibido por parte de la política: “Desde la crisis de 2008 la música ha sido muy golpeada”. Pero, de igual forma, se enorgullece al hablar sobre sus compañeros: “Los músicos lideramos, literalmente, todo el movimiento solidario”.
Volviendo a la música, Orozco cuenta lo divertido que es “vivir siempre en ese bonito desconocimiento”, lo que le hace darse cuenta de que no ocurre lo mismo con las relaciones personales: “Es curioso porque casi siempre cuando las empiezas ya sabes cómo van a acabar, y es mucho más bonito vivir en ese desconocimiento... Te hace más libre”, asevera.
Aunque desde el inicio de la entrevista Orozco se abre en canal, el momento culmen se produce al hablar sobre los aprendizajes que ha tenido en estos casi 50 años de vida. La pérdida de la madre de su hijo y la de su mánager le han marcado y no lo esconde. Por eso, y aunque aún no lo lleva en su piel a pesar de su pasión por los tatuajes, se recuerda a sí mismo que “la vida es muy corta y muy ingrata”: “Tiene momentos bonitos y por eso es importantísimo que seamos capaces de ver que esos momentos pasan más rápido que el viento. Disfrutémoslos”, revela sonriendo.
Y Torrelavega será uno de los lugares en los que él y todo el que se acerque a verle en el escenario pueda disfrutar de uno de esos momentos que llenan el alma. En un concierto que se enmarca dentro del festival Música en Grande, el artista compartirá el próximo viernes 8 de julio su álbum 'Aviónica', algunos de sus temas más emblemáticos y, a buen seguro, su peculiar forma de ver la vida.
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