Jaguayano, músico cántabro: “Mantenerse fuerte cada día requiere cuidarse mucho la cabeza para nunca tirar la toalla”
Pablo Gómez, conocido por el su nombre artístico, Jaguayano, es una cara relativamente nueva en el panorama musical. El joven cántabro llevará su vitalidad y naturalidad al Festival Sónica de Castro Urdiales este sábado, acompañado como siempre de su ukelele. Aunque hizo artes escénicas en Bachillerato y estudió una carrera de Comunicación Audiovisual, reconoce en esta entrevista a elDiario.es Cantabria que no tiene un “plan B”. Desde que era un niño ha querido vivir de la música y pretende seguir luchando porque así sea.
Pese a que hasta 2018 no publicó su primer álbum, ‘Todo Retumba’, que graba en su garaje, Jaguayano afirma que ha estado “toda la vida en grupos de música”. Primero en una banda de rock con su hermano y luego con sus amigos, y tocaba sobre todo canciones en inglés. Es precisamente el momento en que empezó a componer en español cuando comenzó su andadura en solitario. No puede decirse, sin embargo, que esté solo. Y es que para los conciertos cuenta con más personas que le acompañan. Algunos de ellos, como Neko del Río (batería) o Adrián Buenaga (Saxo), fueron integrantes de los grupos musicales de sus inicios.
Acompañado o no, sin importar las veces que actúe frente al público, reconoce que la sensación es la misma. “Cuando subo a un escenario ya no soy Pablo, desaparece todo mi ser, mi ego, simplemente queda el arte que creo y lo que siento de la forma más pura. Desconecto totalmente, por eso una vez arriba no tengo nervios, no siento miedos… Nada. Solo disfruto”, reconoce. Sin embargo, su formación en materias visuales y performativas le ha ayudado a tener en cuenta muchos elementos de la puesta en escena. “Muchas veces no solo requiere dar las notas correctas, sino que tiene otro trabajo detrás. Más allá de lo teórico y práctico, es una parte más mental, que estemos todos los de la banda en sintonía”, explica.
Las canciones de Jaguayano son puro ritmo, un soplo de aire fresco. Quizá por haber tenido influencias de muchos estilos diferentes o porque no se identifica con ninguno. “La música son emociones”, afirma. Y al igual que en la vida no es posible elegir un solo sentimiento, él no puede hacerlo con su música. Intenta incluir e incluso disfrutar aquellas sensaciones que no son positivas, lo plantea como “una celebración” porque “al fin y al cabo, si estás sintiéndolo es que estás vivo”.
Es importante mantener los pies en el suelo y por mucho éxito y dinero que consigas seguir siendo tú mismo
No contar con las limitaciones de un único estilo le proporciona también cierta libertad a la hora de incorporar nuevos sonidos y que el resultado sea “orgánico”. En 'La Gran Ciudad', una de las canciones de su primer álbum, ya decía que seguiría haciendo las canciones en función de lo que le sonase bien y mantiene la creencia de que “siempre” va a “mantener la esencia”. Y asegura que por mucho que cambien los acordes o las letras, él continuará “siendo el mismo”. “No pretendo cambiar mi estilo de forma forzada”, subraya.
No rechaza el cambio, simplemente quiere que “sea siempre de forma real” y no contempla la idea de renunciar a su libertad creativa para crecer dentro de la industria musical. Tampoco huye de su pasado. En esa misma canción decía que nunca se mudaría a la gran ciudad, por eso cuando le recuerdan que, de hecho, está ahí se ríe. “He tomado la decisión de solo tocar esa canción en los conciertos de Madrid. La vida da muchas vueltas”, se excusa. Madrid se ha convertido para él en una experiencia “muy enriquecedora”, gracias en parte al aprendizaje de todos los músicos y artistas que hay en ella. La describe, simplemente, como “una ciudad que está viva”.
Una energía, la de esa ciudad, que también pretende transmitir Pablo Gómez en sus obras: “Hay una frase de ‘La Gran Ciudad’ que dice 'yo vivo lo que escribo y escribo lo que vivo'. Realmente es algo muy íntimo que hago en mi cuarto y que por magia de Internet se va expandiendo a otras habitaciones de gente que ni conozco”, afirma. No persigue lanzar un mensaje concreto, solo mostrarse a sí mismo, aunque eso signifique exponer una parte muy vulnerable de su persona. Cuando le preguntan si se ha arrepentido alguna vez de hacerlo reconoce al instante, y como si resultase una sorpresa para él mismo, que no. Aunque a veces dé “un poco de vértigo”, Jaguayano cree que “si ha salido, tiene que salir también como obra”. “No puedo esconder nada, tiene que ser lo más puro posible”, incide.
Una parte importante de la persona de Jaguayano es su objetivo vital: vivir de la música. Es un pensamiento que lo acompaña desde niño y sin el que la personalidad del artista quedaría incompleta. No se trata de su plan A, sino de su único plan. “Desde pequeño quería hacerlo y lucho cada día porque así sea. No tengo un plan B”, cuenta.
Aunque sus canciones y sus redes transmiten en general una sensación de 'buen rollo' permanente, en parte por ese instrumento distintivo y “muy amigable” que es su ukelele, reconoce que perseguir su sueño se ha hecho duro en algunos momentos. “Además del trabajo diario con instrumentos diría que es sobre todo mental”, reconoce el artista. “Mantenerse fuerte cada día requiere cuidarse mucho la cabeza, el cuerpo, estar siempre en tu mejor versión para nunca tirar la toalla”, remarca.
Se mantiene, sin embargo, optimista ante las posibilidades de artistas jóvenes en Cantabria. “Hay muchos conservatorios nuevos que están creando músicos de niveles muy altos, a lo que se une gente que esta apostando por casas novedosas y de estilos muy variopintos”, apunta. En este sentido, cree que en esta comunidad “puedes encontrar de todo”, aunque no se trata de una visión cándida, ya que es consciente de que cuando estos músicos avanzan “se tienen que ir a otras comunidades”. Con todo, defiende que es una industria musical “que está en proceso, pero no va nada mal encaminada”.
Asimismo, Jaguayano también tiene una opinión sobre la situación contraria, es decir, cuando el éxito llega y puede terminar subiéndose demasiado 'a la cabeza'. “Es lo mismo que comentaba antes, trabajo mental con uno mismo, aunque siempre viene bien el apoyo de tu círculo más cercano”, expone. “Ayuda vivir con personas de confianza con las que sientes que estás en casa en todo momento. Tus amigos de siempre o nuevos, pero que creas que de verdad merecen la pena y estar cerca también de la familia... Todo eso es muy importante para tener siempre los pies en el suelo y que pase lo que pase, por muy arriba que subas, seguir siendo tú sin que nada cambie. Por mucho éxito o dinero que luego tengas, creo que eso es muy importante”, resalta el artista.
El músico cántabro parece mantener a su red de apoyo tan cerca como su ukelele y pretende seguir haciéndolo en el futuro. A pesar de las dificultades que se ha encontrado en el camino y de las que previsiblemente continúe habiendo, nunca se ha planteado renunciar. “Puede pasar cualquier cosa”, responde cuando le preguntan si se ve haciendo música toda la vida. “Pero en principio esto es lo que más me llena y lo que más pleno me hace sentir”, concluye.
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