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'Recuerdos en Super-8' o cómo rescatar historias familiares y populares de filmaciones amateurs en el franquismo

Un grupo de niños en las grabaciones recuperadas por la Filmoteca.

Rubén Alonso

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“El Super-8 era la herramienta que había entonces. Los jóvenes de ahora, con los móviles y las plataformas digitales, no saben lo que era aquello”. Hubo un tiempo, no tan lejano, en el que grabar requería de un proceso bastante más complejo que abrir la aplicación de la cámara en un smartphone y pulsar un botón. Durante décadas, los videoaficionados tenían que emplear el formato conocido como Super-8, que utiliza película de 8 milímetros, para hacer sus filmaciones.

Ahora, muchos de aquellos documentos gráficos que recogen historias y vivencias familiares y populares quedan relegados a cintas con poco encaje en la era digital y con riesgo de caer en el olvido. Precisamente eso es lo que pretende evitar la Filmoteca de Cantabria a través de su proyecto 'Recuerdos en Super-8' puesto en marcha a mediados de 2020.

Este espacio cultural recopila las cintas cedidas por ciudadanos y las digitaliza en 4k para su proyección, y desde hace casi dos años ha recibido más de 200 películas. “Es una labor interesantísima, una manera de recuperar la historia”, señala María, quien ha entregado filmaciones realizadas por su padre en Cóbreces, pequeña localidad del municipios cántabro de Alfoz de Lloredo. Se trata, según explica a elDiario.es, de escenas costumbristas de entre los años 50 y 70. “Mi padre las grababa y cada año reunía a la gente del pueblo para proyectar las escenas populares”, relata.

“Teníamos muchas ganas de digitalizarlas y en la Filmoteca lo han hecho con un acabado espectacular, fueron encantadores”, remarca, tras detallar que en las imágenes predominan escenas de fiestas populares, en la playa, en procesiones y en plena recogida de frutos de estaciones.

Rafael, por su parte, ha entregado también sus películas que, en su caso, versan principalmente sobre celebraciones familiares. “Son vídeos caseros”, cuenta a este periódico, “de los años 54-55”. “Mi padre era aficionado a filmar situaciones familiares y yo heredé un poco la tradición y el compromiso de seguir haciéndolo”, reconoce.

Y es que este hombre de 75 años ha grabado en Super-8 bodas, bautizos, comuniones, cumpleaños, bodas de oro... “Hago de reportero”, bromea, tras añadir que las cintas, ahora ya digitalizadas, albergan “muy buenos recuerdos”. “Se ve todo perfectamente y es muy agradable recuperar esas vivencias”, manifiesta, al tiempo que enumera otras escenas filmadas de la segunda semana naval en Santander con imágenes de desembarcos en playa y bahía de la capital cántabra.

Movimiento vecinal

Además de recuerdos y acontecimientos familiares cotidianos, el proyecto 'Recuerdos en Super-8' también ha recuperado grabaciones en las que se rescatan historias de movimientos vecinales cuyas consecuencias llegan hasta nuestros días. Es el caso de José Luis, responsable de filmaciones del Barrio de San Francisco en Santander. Y es que este barrio se creó entre los años 50 y 70 y fueron sus propios vecinos los que le dotaron de infraestructuras y servicios que por aquel entonces no contaba. “Invertíamos los sábados por la tarde y los domingos a arreglar todo, y a media mañana las mujeres bajaban tortillas y botellas de vino”, recuerda.

Pero el eje central de su película trata de la construcción, por parte de esos mismos vecinos, de un polideportivo, previo derribo de una casa propiedad del constructor del barrio. “Desde mi ventana veo el terreno y antes de bajar a trabajar grababa cómo se empezaban las obras”, rememora en diálogo con este medio.

“Grabé la movilización de los vecinos para tirar la casa vieja con piedras y palos”, señala. “Se tiró esa propiedad que no era nuestra y seguí grabando la construcción del polideportivo hasta que se acabó”, afirma, tras recalcar que “el plato fuerte” fue la acción de derribar el inmueble “que estorbaba en la única finca libre donde podíamos construir ese polideportivo que nos hacía falta”. “El Ayuntamiento y el constructor no nos hacían caso así que lo hicimos nosotros”, recuerda con orgullo.

Finalmente, este mecánico de camiones de 84 años resalta lo que supuso aquel movimiento vecinal para un barrio que a día de hoy está integrado en plena capital cántabra: “Lo que más valor tuvo fue el hecho de conocernos unos a otros, porque este barrio estaba formado por gente que había venido de los pueblos y provincias de alrededor. Sirvió para unirnos y conocernos”, concluye, tras remarcar que su documental se proyectó en un acto por el 50 aniversario de la parroquia del barrio con buena aceptación entre los vecinos.

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