Los agricultores ante el reto de la optimización del agua y la energía en sus regadíos
En Castilla-La Mancha, la radiografía de los sistemas de riego en explotaciones agrarias ofrece unos datos muy reveladores: el 95% de las mismas utilizan regadíos presurizados, el 56% sistemas por goteo -fundamentalmente en cultivos leñosos- y el resto modelos por aspersión. El nivel de tecnificación es muy alto, con una automatización correcta y un control adecuado, pero también mejorable. Partiendo del hecho de que el 80% del agua de riego utilizada es subterránea, es necesario “agudizar el ingenio” para conseguir la máxima productividad. Con ese objetivo se han celebrado en Albacete unas jornadas sobre agricultura sostenible centradas en los regadíos y organizadas por el Centro Regional de Estudios del Agua (CREA) de la Universidad de Castilla-La Mancha.
En este encuentro se han analizado y debatido los resultados del proyecto ‘Tecnologías Innovadoras para Mejorar la Eficiencia en el Uso del Agua y Energía en el Regadío (TEMAER)’, que tiene como objetivo determinar la huella hídrica (el consumo de agua) y de carbono (el consumo de energía) del regadío y desarrollar acciones para su mejora. En el mismo ha partido tanto la Junta Central de Regantes de la Mancha Oriental como más de una decena de colectivos de la zona como Coopaman, Intermalta, Albafrost, Finca Pruelos de Hellín o Finca Balsillas de Minaya.
Según explica el director del CREA, José María Tarjuelo, el proyecto se incluye en el Plan Nacional de I+D del Gobierno central, presupuestado con 180.000 euros durante tres años y en sus resultados participan hasta ocho tesis doctorales. “Lo más innovador es la participación directa e implicación absoluta de agricultores y empresas”, explica, centrando el objetivo principal es mejorar la eficiencia del uso del agua y la energía en el regadío, lo que permite que las explotaciones agrarias sean “viables y sostenibles”.
“Hay muchos estudios sobre esta cuestión pero ninguno con el nivel de precisión con el que lo estamos haciendo, ya que estamos midiendo y haciendo auditorías energéticas a las estaciones de bombeo y a las redes de distribución de agua, así como evaluando los sistemas de riego, comprobando las programaciones, y desarrollando modelos y herramientas para optimizar el uso de agua y conseguir la máxima productividad por cada metro cúbico, reduciendo el impacto ambiental y el consumo de energía”, explica Tarjuelo.
La búsqueda de la precisión en los resultados ha llevado a este equipo a realizar mediciones en nueve explotaciones agrícolas de la zona de los ríos Júcar y Segura en Albacete, que son los destinatarios más inmediatos. Aún así, lo han ampliado a otras comunidades de regantes y usuarios, para buscar el beneficio colectivo. De hecho, otra de las finalidades es extrapolar los resultados a todo el Acuífero de la Mancha Oriental mediante un sistema de información geográfica.
Estrategias planteadas a los agricultores
Las herramientas puestas sobre la mesa son muy amplias. El director del CREA destaca que hay un primer bloque en torno a la programación de riegos centrado en el diseño de los sistemas de aspersión, goteo o pivot, que suponen el 95% de los existentes en Castilla-La Mancha. En estos casos el Modelo de Optimización Económica del Riego (MOPECO) permite determinar el riego deficitario y diseñar estrategias para identificar el “máximo margen bruto” de una explotación agraria. Tiene en cuenta tanto la uniformidad con la que se distribuye el agua como su repercusión en la producción, realizando una programación óptima.
Otros modelos van ligados a las estaciones de bombeo y determinan el manejo adecuado de la red y cómo mejorar el contrato de tarifa eléctrica o el rendimiento de las bombas. Y en tercer lugar, una de las apuestas principales del proyecto es el sistema fotovoltaico: unir la generación de energía mediante placas solares con la gestión del riego. “Esto es algo muy innovador, es un modelo que puede proporcionar mucha rentabilidad ”, resalta Tarjuelo, poniendo como ejemplo la zona de 90 hectáreas de almendro que tiene el CREA en la zona de Hellín cuyo sistema de riego funciona con este tipo de energía. “Con ello se gestiona de forma integrada el modelo solar con el hidráulico”.
Otra línea fundamental comentada en esta jornada ha sido el uso de drones para determinar el nivel de estrés de los cultivos y la identificación de malas hierbas, con “tratamientos localizados y minimizando costes e impacto ambiental”.
Finalmente, también se están desarrollando aplicaciones web que controlan el sistema fotovoltaico-hidráulico, es decir, en función de la radiación ofrecen información sobre la potencia generada y sobre los tiempos de puesta en marcha del bombeo, el caudal y el volumen de agua. Una tarea que puede realizarse desde el domicilio, aunque, añade el experto, “no se puede generalizar ni descartar el factor humano; la automatización tiene una gran funcionalidad, pero no podemos sustituir el papel del agricultor, que tiene que ir a controlar que su cultivo está correcto”.