Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Sesenta años del primer premio Planeta que ganó un albaceteño con una novela cargada de crítica social

El escritor albaceteño Rodrigo Rubio

Juan Pedro Castillo Alfaro

1

Este mes de octubre se cumplen 60 años de la concesión del premio Planeta al primer albaceteño que lo ganó. Su nombre, Rodrigo Rubio. Su obra, a caballo entre el realismo social de posguerra y el cuento, aunque abordó artículos, crónicas, guiones y columnas de opinión con igual ímpetu.

Se cumplen sesenta años desde que un joven autodidacta nacido en Montalvos se alzase con uno de los premios más importantes de la literatura española con su tercera novela: Equipaje de amor para la tierra. Una obra que es realismo social de posguerra y que sostiene una visión crítica de la realidad incorporando temas como la pobreza, la migración o el papel de la mujer en la sociedad.

El mayor estudioso de la obra de Rodrigo Rubio, y también vecino de Albacete, es Manuel Cifo, catedrático de Lengua y Literatura, profesor en la Universidad de Murcia que desarrolló su tesis sobre este autor. Y fue el propio Rodrigo Rubio quien anotó autobiográficamente sus estudios, lo que llevó a saber que, aunque en su momento Rubio dijo que se inspiró en una noticia de la prensa para escribir Equipaje de amor para la tierra, en realidad pensaba en la vida de un íntimo amigo suyo, lo que la convierte “en un hecho verídico al que él añade fantasía, personajes”.

Una apuesta de la editorial de Planeta por la obra Equipaje de amor para la tierra que consagró la carrera profesional de Rubio. Hoy, a pesar del reconocimiento académico del que goza su obra, solo es profeta sobre las páginas que ha dejado escritas. Y son numerosos los esfuerzos por recuperar su figura.

Rodrigo Rubio es uno de los escritores más injustamente olvidados de aquella promoción que Josefina Aldecoa llamó 'de los niños de la guerra', también conocida como 'generación del medio siglo'

Santos Sanz Villanueva Catedrático de Literatura Española en la UCM

Otro de los grandes conocedores de la obra de Rodrigo Rubio es Juan Bravo Castillo, catedrático de Filología francesa y Literatura comparada, quien pudo conocerle personalmente. “La historia de la literatura es cruel”, afirma Bravo Castillo. Algo que no le parece “nada extraño”, pues, añade, “como constató el profesor Sanz Villanueva, pese a sus reconocimientos iniciales, cayera en el pozo del olvido. Injustamente, sin duda”. Bravo cita a Santos Sanz Villanueva, una de las referencias en análisis literario contemporáneo.

En los dos primeros años de publicación de la obra  'Equipaje de amor para la tierra' de Rodrigo Rubio, se reeditó hasta en nueve ocasiones

Santos Sanz Villanueva, también catedrático en Literatura española en la Universidad Complutense, afirma que “Rodrigo Rubio es uno de los escritores más injustamente olvidados de aquella promoción que Josefina Aldecoa llamó de los niños de la guerra, también conocida como generación del medio siglo”.

Una vida para escribirla

Rodrigo Rubio fue vecino de Montalvos aunque a lo largo de su vida vivió en distintos puntos de España como Valencia o Madrid. Jamás dejó de estar vinculado a Albacete, y jamás dejó de escribir por y para Albacete. El peso de la realidad se impone en su obra destacando el papel que juegan el entorno rural, las tradiciones o incluso las ferias y fiestas populares. Algo que tiene que ver con su identidad propia, ya que era hijo de labradores, y dejó de estudiar a los 13 años para dedicarse al trabajo familiar.

Pincelar su obra sin su vida no es posible porque se nutren la una de la otra. Su especial sensibilidad hacia las personas con discapacidad provenía en gran medida del hecho de haber experimentado serias dificultades en su vida aumentadas, con el paso de los años, por una vacuna contra el tifus en mal estado.

Su mosaico simbólico y su planteamiento ético y moral se complementan con una moral cristiana, pero con crítica a los vacíos y ausencias de Dios, al que llamaba en su última obra, El señor del látigo. Lo ratifica Sanz Villanueva, que destaca que el autor de Montalvos “ponía el espíritu de concordia y una mirada bondadosa y positiva por encima de una ideología materialista. De ahí el tono entrañable y emocional que caracteriza sus narraciones.

Su obra, comenta Juan Bravo Castillo, “forma parte, pese a su autodidactismo, de la corriente realista de sesgo moralizante, que pinta con gruesos trazos el drama de la posguerra”. 

Y añade Manuel Cifo: “En su obra aparece el tema de la migración, la represalia, la guerra civil, el estraperlo, temas muy interesantes…”, comenta el académico. Y lo hace utilizando la técnica del monólogo interior, ya que gracias a este recurso narrativo, una crítica social puede ser vista también como un desahogo, un pensamiento, o una reflexión.

Forma parte, pese a su autodidactismo, de la corriente realista de sesgo moralizante, que pinta con gruesos trazos el drama de la posguerra

Juan Bravo Castillo Catedrático de Filología francesa y Literatura comparada

Su obra, como su vida, estuvo marcada por cambios, sujeta a las novedades de una España que cambiaba demasiado rápido y un mercado editorial que se abría al mundo. “Hay que reconocer que, desde 1959, la revolución del nouveau roman, cambia la narrativa española, en cuanto a su técnica; de ahí el giro que implica Tiempo de silencio, de Luis Martín-Santos”, explica Bravo Castillo, quien afirma que este giro se agudizaría aún más con el realismo norteamericano de Hemingway, y el realismo mágico de García Márquez.

Una visión que comparte Manuel Cifo, quien explica que la edición ampliada de su tesis, editada por el Instituto de Estudios Albacetenses “se llama precisamente De Montalvos a Monsalve: Realidad y ficción en la literatura de Rodrigo Rubio, porque traza las etapas de su obra una de realismo social y otro momento en el que empieza a hacer una literatura más al estilo de realismo mágico y ficción y finalmente una vuelta al realismo”.

Recuerda además este estudioso que “Rodrigo, tras conseguir cierto reconocimiento como autor de realismo, intentó trabajar y ser recordado por sus cuentos, a él era lo que más le gustaba”, para esa realidad alternativa que nunca dejó de desvincular de su universo rural con personajes característicos e histriónicos como la Tía Potita, muertos que se aparecen o brujas. Y por supuesto, con la idea de Monsalve como derivación de un escenario ficcionado que hace clara referencia a su Montalvos real.

Bravo Castillo recuerda: “Le conocí, en efecto. La impresión era la de un hombre triste por sus dolencias físicas, y, como tantos coetáneos suyos, también por su escasa formación académica, que le tenía acomplejado frente a los Cela y los Benet”. Algo que Cifo lamenta y explica con una anécdota: “Mucha gente pensaba que Rodrigo Rubio había copiado la técnica del monólogo interior de Miguel Delibes, de Cinco horas con Mario, pero no es así, porque la novela de Rodrigo se escribe entre 1964 y 1965 y aquella otra se publicó en 1967”. Además, Delibes tenía mucha amistad con Rodrigo Rubio “y le elogiaba mucho sus cuentos, porque Rodrigo Rubio quería ser conocido como escritor de cuentos, tenía mucha amistad entre ellos”. 

Mucha gente pensaba que Rodrigo Rubio había copiado la técnica del monólogo interior de Miguel Delibes, de 'Cinco horas con Mario', pero no es así, porque la novela de Rodrigo se escribe entre 1964 y 1965 y aquella otra se publicó en 1967

Manuel Cifo Catedrático de Lengua y Literatura

“En mi opinión —comenta Bravo Castillo— debería haber intentado realizar una novela río, que trazara la historia de una generación”. Porque tenía material y universo simbólico propio. “El humo, la ceniza, la niebla son símbolos que hacen alusión a la confusión, algo que ya aparece en su primera novela, Un mundo a cuestas”, argumenta Manuel Cifo. Actualmente prepara una reedición de esta novela en la que un vecino de Montalvos camina a La Gineta y en la que ya aparece este universo simbólico. Quizá acrecentado no solo por el humo de los trenes, sino por los bancos de niebla aumentados por la humedad del Júcar muy característicos de la intersección entre las comarcas de la Mancha y la Manchuela.

“Su obsesión por el compromiso social acabó dándole la puntilla”, lamenta Bravo Castillo. A él, como decía Gide (André Gidé, Nobel de Literatura en 1947), se le podría haber aplicado el viejo dicho de que con buenas intenciones no se puede hacer buena literatura. Pero aun caminando por la ficción, Rubio no podía alejarse de lo que él era, como persona y como autor, analiza Sanz Villanueva: “Conjugó en sus historias dolientes y fraternales un punto de denuncia y un hondo sentimiento humanitario. Podría decirse que fue un socialista cristiano”.

Su vinculación con Albacete se mantuvo a lo largo de su vida, tanto como lo hizo respecto de los temas que le interesaban. Lo demuestra el hecho de que hasta una semana antes de que falleciese, el periódico local Crónica de Albacete publicó su último artículo. Y en el hueco que dejó su comuna la segunda semana de abril de 2007 aparecía su necrológica.

“Debería ser objeto de una nueva revisión crítica por la UCLM”

Juan Bravo Castillo defiende la necesidad de que, “como mínimo hacerle justicia, como se la hace el profesor Santos Sanz Villanueva, no menos que el profesor Manuel Cifo, que es el gran conocedor de su obra”. El propio Sanz Villanueva reconoce: “Me temo que también sea de los más difícilmente rescatables por la peculiaridad de su obra narrativa dentro de su época”, para concluir Manuel Cifo ratificando que “es difícil de explicar que Rubio esté en el olvido, a pesar de los muchos esfuerzos que se están haciendo por visibilizar su obra”.

Rodrigo Rubio fotografiado por Manuel Cifo. Una de las imágenes más reconocibles del autor albaceteño

Es Bravo Castillo quien apuesta porque sea la universidad de referencia donde él nació la institución que debería implicarse en la recuperación de su memoria y su legado: “En ese aspecto, debería ser objeto de una nueva revisión crítica por parte de la Universidad de Castilla-La Mancha”.

“Más olvidado todavía que su narrativa -lamenta Sanz Villanueva- está su amplio trabajo como articulista. De temática bastante variada, con frecuencia se ocupaba de asuntos de interés social”.

Es precisamente Manuel Cifo quien apunta que conocer la obra de Rodrigo Rubio es algo muy fácil ya que su mujer, Rosa Romá, también escritora y ensayista, y sus hijos “dejaron gran parte de la biblioteca de Rodrigo Rubio, así como textos manuscritos y obras a disposición del Instituto de Estudios Albacetenses, para que fuera accesible a todas las personas que quieran estudiar su legado”.

Poco tiene que ver con su literatura, pero sí con su observadora mirada de narrador y es también a Rodrigo Rubio a quien debemos también el que quizá sea el primer ensayo sobre la despoblación en Castilla-La Mancha: La deshumanización del campo, fechado en 1966.

Etiquetas
stats