Shehabeddin Abed, periodista gazatí: imágenes de un genocidio para despertar conciencia social y compromiso humanitario
Diez años de oficio no se borran ni con el impacto de las bombas, ni con el humo que dejan sobre pilas de ladrillos desmenuzados. Diez años de trabajo en prensa no se olvidan ni en Gaza ni en España. Lo cuenta Shehabeddin Zohair Abed periodista y escritor palestino con un máster en Relaciones Públicas y Comunicación. Que ahora, en la treintena, se ha visto obligado a hacer maletas y vivir en España.
Comenta que su mente “sigue dividida entre Gaza y mi familia” para indicar que piensa en sus orígenes gazatíes, lugar donde ha perdido parte de su familia. Sus padres están en Egipto, a la espera de que la situación mejore en Gaza y dos de sus hermanas han fallecido, dejando a una sobrina de cinco años llamada Karaz en acogida con unos familiares lejanos. Además, el joven periodista espera desde hace un año la evacuación de otro familiar a España para recibir tratamiento.
Él llegó a España, hace aproximadamente un año, acompañando a una persona enferma, sin su sobrina porque al ser hija de su hermana no coinciden sus apellidos, y dejando atrás un camino de reporterismo que comenzó en 2015. “La mayoría de mis trabajos se han detenido. Actualmente trabajo de forma independiente y con recursos limitados”, explica, pero llegó con su equipo y en sus tarjetas de memoria portaba un legado de imágenes que hablan por sí solas.
“La preocupación constante por mi familia y el intento de salvar lo que queda de ellos hacen que alcanzar la estabilidad personal y profesional sea un proceso complejo y difícil, pero sigo comprometido con mi labor: contar la verdad y defender la voz de quienes no son escuchados”, explica en un castellano que va mejorando día a día, pero aún necesita el apoyo de un traductor, o del inglés.
Imágenes para documentar la realidad en la Franja de Gaza
Gaza y otros territorios palestinos venían sufriendo un bloqueo de Israel desde hacía más de 17 años. Gobierna desde las últimas elecciones democráticas en 2006 una agrupación islamista de varios partidos. El grupo terrorista Hamás llevó a cabo una masacre el 7 de octubre de 2023 contra población civil asesinando a 1.200 civiles, lanzando miles de misiles y tomando a 251 rehenes como prisioneros (algunas fuentes hablan de 254). Hecho que Israel tomó como una declaración de guerra. Desde entonces y según el Ministerio de Salud de Gaza unas 71.000 personas han perdido la vida en la guerra el 80 por ciento de ellos, palestinos civiles.
Un escenario que Shehabeddin Zohair apunta como desolador: “Los políticos pueden decidir una guerra en cuestión de minutos, pero son los pueblos quienes pagan el precio durante años, e incluso generaciones”. Toda la población civil está afectada, casi todas las infraestructuras han sido destruidas, la mayoría de las personas que han perdido la vida son civiles, por no decir que prácticamente son todos si incluimos los más de 14.000 desaparecidos en los dos últimos años.
Y es ahí, al servicio de la población civil, donde Shehabeddin Zohair pone su trabajo: “La fotografía, para mí —afirma el fotoperiodista—, es un testimonio real de la realidad, especialmente en Gaza, donde la verdad puede desaparecer en cualquier momento si no se documenta”. Para afirmar que, en lugares como la Franja, la fotografía se convierte “en una herramienta para proteger la verdad y en un medio para defender a quienes el mundo no escucha y que viven bajo diversas formas de injusticia y violencia”. Es la infancia quien está sufriendo el ataque más duro, según la organización no gubernamental de ayuda humanitaria Save the Children unos 4.000 niños habrían muerto entre Gaza, Cisjordania e Israel y unos 6.500 habrían resultado heridos.
Es por ello que el periodista destaca el valor narrativo de la fotografía como herramienta para reconstruir la crónica de los hechos, “la imagen es una memoria viva de un acontecimiento que ya terminó, pero que permanece mientras haya alguien que arriesgue su vida para captarla y otro que continúe llevando su mensaje”. Para el “no es solo arte, sino un acto de resistencia, un medio para preservar la memoria y una forma de evitar que las historias de las personas desaparezcan”.
Imágenes para pensar, para pensar en imágenes
“Mi objetivo —afirma Shehabeddin Zohair— es cumplir con la responsabilidad que asumí en mi formación y en mi profesión: transmitir la verdad tal como es”. Aspira a que sus imágenes hagan pensar y convertir en testigos a todos los que las vean. Reconoce sentir una gran responsabilidad al poder narrar con imágenes la crónica de lo que ha vivido en la Franja de Gaza, donde espera volver en el futuro.
“La cámara es una herramienta, pero el testimonio es una responsabilidad”, reflexiona a modo de conclusión cuando es preguntado sobre si somos una sociedad cada vez menos sensible al poder de las imágenes. “Lo que distingue a una fotografía que impacta no es solo su calidad o su momento, sino su sinceridad, su profundidad y la historia que contiene”.
Defiende que, al final, el poder de la fotografía no depende de la tecnología, sino de la persona que sostiene la cámara y de cómo decide usarla. Y él cuenta con sus imágenes que “la situación en Palestina, especialmente en Gaza, no es solo un conflicto político; es una vida diaria bajo un peligro constante”.
Muchos países, afirma el fotoperiodista, “han calificado lo que ocurre como genocidio, porque la realidad que vive la población va mucho más allá de una guerra convencional”. Y es ahí donde explica que sus fotografías “no buscan mostrar solo la violencia, sino mostrar a un ser humano que intenta vivir en medio de la destrucción”. “Quiero que el mundo entienda que lo que ocurre no es simplemente una noticia de última hora, sino una realidad que millones de inocentes viven cada día”, concluye el gazatí.
Con esa misión, Shehabeddin aprieta el botón de su cámara para recordarle al mundo que “lo que ocurre en Palestina, y especialmente en Gaza, demuestra que la carga más dura siempre recae sobre la persona común (utiliza este término para referirse a la población civil): es ella quien pierde su hogar, su familia, su futuro… mientras los políticos permanecen lejos de ese dolor, protegidos en sus decisiones y en sus torres de cristal”. Y es consciente de las limitaciones de una cámara, pero también de su poder: “Creo que una fotografía tal vez no detenga una guerra, pero puede despertar conciencias, impedir que la injusticia ocurra en la oscuridad y dar a las víctimas el derecho de ser escuchadas y de ser vistas”.
Agradece que la posición de España haya sido clara, pero valora más el afecto del pueblo español en las calles. Recuerda que Gaza enfrenta un invierno entre escombros y bajo el barro de una ciudad en ruinas, de hecho, en el momento en el que se escribía este reportaje una fuerte tormenta inundaba los campos de refugiados en la Franja. Por eso, más desde la vida que desde su posición de fotógrafo, Shehabeddin tiene un “mensaje para los ciudadanos, en cualquier parte del mundo: no permitáis que los políticos hagan la guerra en vuestro nombre. Si la gente calla, la tragedia se repite; si la gente habla, una vida puede salvarse”.
Aún busca Shehabeddin Abed un lugar donde instalarse, y lo hará en España, un país por el que ya siente respeto porque “ha dicho lo que muchos políticos en el mundo no se han atrevido a decir: que la vida humana vale más que cualquier cálculo político, y que callar ante la injusticia es una forma de complicidad”.
El joven periodista reconoce que, “desde mi llegada a España, sentí que me encontraba ante un pueblo con una profunda sensibilidad humana”, y explica que la acogida “no fue solo administrativa, sino verdaderamente humana”. Afirma que en España vio “la solidaridad en las calles, en las manifestaciones y en las posiciones públicas con las que muchos españoles expresaron su apoyo al pueblo palestino”. Lanza, eso sí, el reto a los gobiernos “que deberían mirar la situación del refugiado palestino con más profundidad y mayor responsabilidad.”
Describe su llegada a España como un abrazo humano que le “hizo creer que aún existen pueblos que defienden la justicia y la dignidad humana.”
Tiene un deseo: quiere volver a trabajar. “El periodismo no es solo un empleo para mí, sino parte de mi identidad y de la misión que llevo conmigo”, afirma. Aunque está esperando el momento adecuado: “Estoy intentando recuperar mi estabilidad emocional y familiar, y después volveré con más fuerza a mi labor como periodista y fotoperiodista, para seguir contando la verdad y dando voz a quienes no son escuchados”.
Shehabeddin Abed ha asistido como invitado especial de la entrega de reconocimientos fotográficos del Colegio de Trabajadores Sociales de Castilla-La Mancha. Estas distinciones que buscan visibilizar y llevar a la esfera pública y al debate ciudadano algunas de las realidades con las que cada día se encuentran los trabajadores sociales de la región. Unos premios en los que colabora ElDiario.es Castilla-La Mancha y que este año han destacado las imágenes de Olvido Belda y Lucía García-Casarrubios.
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